
Una vida activa
El deporte y la actividad física en general son herramientas destacables para el desarrollo integral del ser humano. Desde la infancia, hasta la adultez mayor, la actividad física regular ofrece beneficios que van más allá de la mejora de la condición física, ya que impactan de igual manera en la salud mental, emocional y social.
Durante los primeros años de vida, los niños desarrollan habilidades motoras clave a través de actividades como correr, saltar y lanzar. Estas acciones no sólo fortalecen su sistema musculoesquelético, sino que también fomentan la coordinación y el equilibrio.
El pediatra Luis López especifica que “el movimiento libre y espontáneo debe fomentarse desde los primeros meses de vida”. Esto además porque en esa etapa temprana se promueve la interacción social, enseñando a los niños a compartir, cooperar y comunicarse con sus pares.
“La Organización Mundial de la Salud recomienda que los niños entre 3 y 5 años realicen al menos 180 minutos diarios de actividad física, combinando juegos activos y movimiento estructurado. Sin embargo, antes de los 3 años, el enfoque debe estar en estimulación motriz libre, sin formalidades ni rutinas estrictas”, explica López.

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La adolescencia es un periodo crítico para la aparición de problemas internalizados.El ejercicio que el pediatra recomienda para la etapa preescolar, que comprende de los 3 a los 5 años, son “los que implican el juego activo, movimientos amplios y variados, como correr, saltar, lanzar, trepar, bailar o montar bicicleta. Estas actividades desarrollan habilidades motoras básicas, coordinación y equilibrio. A esta edad, lo importante es que sea divertido y no competitivo, ya que su sistema neuromuscular aún está en desarrollo”, explica.
La participación en actividades físicas también está asociada con una mayor autoestima y mejor rendimiento académico en etapas posteriores de la vida.
Crecer y desarrollarse
A medida que los niños crecen, el deporte se convierte en una herramienta clave para mejorar la salud cardiovascular, la fuerza ósea y la flexibilidad. La práctica regular de actividad física en la etapa de los 7 a los 12 años ayuda a la prevención de enfermedades como la obesidad y la diabetes tipo 2 en la edad adulta. Además, el deporte enseña disciplina, trabajo en equipo y habilidades de resolución de problemas, aspectos relevantes para el desarrollo social y emocional.
“Hay numerosos estudios que han demostrado que la actividad física mejora la neuroplasticidad, lo que favorece el aprendizaje, la memoria y la atención. El ejercicio estimula la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina, relacionados con el bienestar emocional. También fortalece la autorregulación emocional, autoestima y habilidades sociales, especialmente en actividades grupales”, explica el especialista, quien además afirma que a nivel de sistema inmunológico, “se ha observado que los niños físicamente activos tienen menos infecciones respiratorias y mejor respuesta a vacunas. Sin embargo, el sobreentrenamiento puede tener un efecto contrario, causando inmunosupresión temporal”.

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Son más de 60 tipos los cuales pueden ser clasificados en diferentes categorías, no obstante, uno destaca por el peligro que representa su consumo.Atención especial en la adolescencia
Si bien cada etapa del ser humano viene con cambios considerables en el cuerpo y a nivel cognitivo, la adolescencia suele tener cambios físicos y emocionales significativos, y pueden impactar directamente en otras etapas.
En esta edad, que transcurre entre los 10 y 19 años, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el deporte ofrece a los adolescentes una vía para canalizar la energía, reducir el estrés y mejorar la salud mental.
Participar en actividades deportivas ayuda a fortalecer la autoestima y ayuda a los jóvenes a establecer una identidad propia. Sin embargo, es importante evitar la especialización temprana en un solo deporte, ya que esto puede aumentar el riesgo de lesiones y agotamiento. La diversificación en las actividades físicas es recomendable para un desarrollo equilibrado.
Si durante la infancia y la adolescencia hay poca actividad y movimiento por parte de los niños y jóvenes, ambos grupos son propensos a la obesidad infantil, que puede continuar durante la adultez, presentar retrasos en el desarrollo motor, haber mayor riesgo de trastornos metabólicos como diabetes tipo 2, y afectaciones emocionales como ansiedad, depresión y baja autoestima.
Ante la pregunta de si en la adolescencia, donde el cuerpo experimenta tantos cambios, el ejercicio ayuda de alguna manera a mantener el equilibrio hormonal y emocional, el pediatra Luis López comparte que “el ejercicio regula hormonas como el cortisol, la hormona relacionada con el estrés, y favorece la producción de endorfinas, que elevan el estado de ánimo. También contribuye al balance hormonal sexual, lo que es crucial durante la pubertad. Esto además, mejora el sueño, autoestima y reduce el riesgo de depresión y trastornos de la alimentación, frecuentes en esta etapa”.

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En México, durante el primer trimestre del 2025, se realizaron 2 mil 927 trasplantes, sin embargo, al día de hoy, existen más de 19 mil receptores en espera, de acuerdo con el Registro Nacional de Trasplantes.Ejercicio, imprescindible durante la adultez
En la adultez joven, el deporte se centra en mantener un estilo de vida saludable y prevenir enfermedades crónicas. La actividad física regular mejora la salud cardiovascular, controla el peso corporal y reduce el riesgo de enfermedades como la hipertensión y la diabetes tipo 2. Además, el ejercicio regular está asociado con una mejor salud mental, al reducir los síntomas de ansiedad y depresión .
Durante la adultez media, las responsabilidades laborales y familiares pueden aumentar el estrés. El deporte se convierte en una herramienta eficaz para gestionar este estrés, mejorar la calidad del sueño y mantener la salud mental. La actividad física regular también ayuda a prevenir la pérdida de masa muscular y ósea, aspectos importantes para mantener la independencia funcional en etapas posteriores de la vida .
Por otra parte, durante la adultez mayor, donde el envejecimiento está activo y son más comunes las caídas, la actividad física regular se vuelve más importante para mantener la movilidad, la fuerza y la independencia. El ejercicio ayuda a prevenir caídas, mejorar la densidad ósea y reducir el riesgo de enfermedades como la osteoporosis y la demencia. Además, la participación en actividades deportivas puede combatir la soledad y mejorar la calidad de vida en la vejez.