La princesa de Estefanía de Mónaco captada en el funeral de Rainiero.El príncipe Albert de Mónaco, (centro)seguido por los hijos de su su hermana Carolina de Mónaco, Pierre Casiraghi, (der), y su hermano Andrea (izq).El Príncipe Alberto de Mónaco y la princesa Estefanía asistieron al funeral de su padre.Carolina, Alberto y Estefanía, los herederos del Príncipe Rainiero de Mónaco.Los monegascos finalmente decidieron seguir atentamente por televisión los actos de despedida de su "padre" y "patrón", que han estado rodeados por unas draconianas medidas de seguridad, sin precedentes en Mónaco.Previamente, seis miembros del Palacio habían trasladado el cuerpo desde la capilla palatina, donde estuvo expuesto en los últimos días, al patio de honor, donde recibió el silencioso homenaje de todo el personal palaciego con rosas blancas y rojas, los colores de Mónaco.El paso del féretro con los restos de Rainiero, portado a hombros por diez carabineros, como él mismo deseaba, por la puerta de honor del Palacio fue uno de los momentos más emotivos de la jornada.Entre los invitados destacaba el rey de España, don Juan Carlos, "buen amigo" de Rainiero según sus propias palabras, que ocupó el puesto central de la primera fila, flanqueado por el presidente francés, Jacques Chirac -con el que dialogó repetidamente- y su esposa Bernadette, además de por los reyes de Suecia, Carlos Gustavo y Silvia.
El rey de los belgas, Alberto, y la reina de Noruega, Sonia, así como los presidentes de Irlanda y Eslovenia también ocuparon puestos de honor entre los ilustres invitados.El actual esposo de la primogénita de los Grimaldi, hospitalizado por una pancreatitis aguda, fue el gran ausente, como la hija de ambos, Alexandra, y los tres hijos de Estefanía, Pauline, Louis y Camille, a quienes su madre siempre ha tenido alejados de los paparazzi, de los que ella se ha sentido víctima tantas veces.Tras convertir el Estado de opereta que heredó de su abuelo en un próspero país mundialmente conocido, gracias a sus habilidades económicas y al "glamour" de su mítica esposa, se había vuelto en los últimos años un hombre enormemente familiar al que le gustaba jugar con sus nietos.
Sólo tres de ellos, los hijos mayores de Carolina -Andrea, Charlotte y Pierre Casiraghi- participaron en la ceremonia, en la que encendieron los cirios que rodeaban el féretro del difunto, junto a los dos hijos del príncipe Ernesto de Hannover.En su homilía, el arzobispo de Mónaco elogió las cualidades políticas, pero también humanas de Rainiero III, que supo crear "profundos vínculos con su pueblo" y que "además de un soberano era un amigo y un miembro de nuestra familia".La desaparición de Rainiero, fallecido el pasado día 6 a los 81 años, deja "huérfanos" a los monegascos que gobernó durante más de 55 años, como indicó en su homilía el arzobispo de Mónaco, Bernard Barsi, pero sobre todo a Alberto, Carolina y Estefanía, que ya habían pedido a su madre, la actriz Grace Kelly, en 1982.Los tres tuvieron que contener varias veces el llanto, que Estefanía reprimió como pudo al final de la ceremonia, al igual que Alberto cuando fue leída una oración a petición de Rainiero -"protege a nuestro príncipe"- que simbolizaba el relevo de padre a hijo.El semblante grave de su hijo y sucesor, Alberto II, reflejaba el sentimiento de todo su pueblo, poco dado a exteriorizar sus emociones, mientras las princesas Carolina y Estefanía mostraban el dolor en sus rostros y de sus ojos emanaba una inmensa tristeza.La sobriedad y la emoción contenida han marcado los funerales de Estado de Rainiero III de Mónaco, en una solemne y protocolaria ceremonia cargada de tristeza.Los funerales de Estado por el príncipe Rainiero III de Mónaco, fallecido el pasado día 6 de abril a los 81 años, se llevaron a cabo en la Catedral del Principado, en presencia de numerosas personalidades mundiales, incluidos nueve jefes de Estado.