
9 Mitos sobre la obesidad infantil
La obesidad está vinculada a múltiples enfermedades y padecimientos a cualquier edad, incluyendo en los niños. Incluso, problemas que inician en edades tempranas pueden agravarse, si no se cambian hábitos, al crecer. La obesidad infantil tiene mitos que persisten, y estos son algunos de los más habituales.
1. Se mide por el peso
Si bien un peso que se considere alto, o cierta forma del cuerpo, puedan ser indicadores de que hay obesidad en un menor, lo más adecuado es hacer un cálculo de Índice de Masa Corporal (IMC). En él se toma en cuenta el peso y la estatura de la persona para determinar si sus proporciones son las adecuadas de alguien saludable, según su edad. Esto se hace porque no hay un número universal o inquebrantable, pues varía en cada situación.
Si bien en internet hay calculadoras que permiten ingresar estos datos y dar un resultado, un profesional de la salud también puede hacerlo y dar las recomendaciones adecuadas para mejorar su estado físico.
2. Algo difícil de encontrar
No. La obesidad infantil es una situación por la que atraviesan millones de menores en el mundo. La Unicef estima que por lo menos un niño de cada 20, en edades de los cero a los cinco años, padece obesidad. En México, los datos de la Secretaría de Salud dicen que el 23 por ciento de los menores de nueve años y el 24 por ciento en adolescentes tiene sobrepeso, mientras que el 25 por ciento de los menores de 10 años y el 18 por ciento de los adolescentes padecen de obesidad. Con estos números, México se coloca como el primer lugar de obesidad infantil en el mundo, con todos los problemas futuros que esto significa para su población.
3. La obesidad es genética
Si bien existe cierta predisposición, también hay factores ambientales o culturales que pueden llevar a la obesidad infantil. Por ejemplo, si los padres no tienen una alimentación adecuada y son sedentarios, se puede esperar que el menor adopte esos mismos hábitos que lo lleven a subir de peso. Si otros de sus círculos, como la escuela o los grupos de amigos, no tienen regulaciones en cuanto a la disposición de alimentos sanos o de chatarra, pueden generar hábitos poco saludables en los menores de edad.
4. La obesidad infantil se supera al crecer
Cuando un niño pasa a la adolescencia y crece, su cuerpo se estira y en apariencia es más delgado. Sin embargo, si los malos hábitos persisten, con el tiempo, volverá a presentar sobrepeso u obesidad. Además, tener una vida de malos hábitos, como sedentarismo, siempre predispone a padecimientos, entre otros, del corazón.
5. Solo es algo estético
La obesidad nunca estará relacionada con la salud. El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) enlista algunas de las enfermedades que los niños pueden desarrollar cuando su peso sobrepasa por mucho el recomendado: diabetes, cáncer, problemas en los pies y en la espalda, alteraciones hormonales, hipertensión, várices, entre otras que no suelen estar asociadas con los niños y jóvenes, sino con adultos.
6. Solo su salud física se ve afectada
Más allá de la afectación en su salud física, la Secretaría de Salud enfatiza que muchos niños y jóvenes pueden sufrir problemas de autoestima por su aspecto, cuando tienen sobrepeso. Esto también podría afectar en su manera de relacionarse con las demás personas de su edad o incluso con los miembros de su familia.
7. Una golosina no hace daño
Es cierto. Múltiples nutriólogos están de acuerdo en que consumir de vez en cuando una porción adecuada de un dulce o de ciertas comidas más pesadas, no es malo para la salud. El problema es cuando la alimentación incorrecta es la que forma el grueso de la dieta de cualquier persona, incluido un menor.
8. Dejar de comer revertirá la situación
Además de falso, es peligroso. De acuerdo al IMSS, la clave para tener un peso adecuado está en encontrar una actividad física (que además de demandante debe ser del gusto del menor) y una dieta que debe ser a la vez saludable y suficiente. El menor, al encontrarse en una etapa de pleno desarrollo, requiere alimentos ricos en vitaminas, que lo sacien, para obtener sus beneficios. La Unicef describe que una malnutrición lleva a la posibilidad de desarrollar problemas físicos, mentales o a retrasar o limitar el crecimiento de una persona, además de generar un sistema inmunológico débil.
Si existen dudas sobre la correcta alimentación, un profesional de la salud, en especial un nutriólogo, puede orientar sobre las posibilidades de alimentos sanos, incluso con ejemplos prácticos de platillos y porciones.
9. Los bebés no pueden tener sobrepeso
Falso. Decisiones inadecuadas pueden llevar a que un niño pequeño desarrolle un peso mayor al deseable. Entre estos están la introducción de bebidas azucaradas desde muy temprana edad, pensando en que pueden ser saludables. Cuando se trata de un lactante, la leche materna debe ser su único alimento, salvo excepciones que deben ser registradas por un médico. Si el bebé tiene así su alimentación durante sus primeros seis meses de vida, obtiene los nutrientes necesarios sin adquirir dimensiones que lleguen a ser preocupantes.

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Se trata de un padecimiento que no debe preocupar, pero que debe ser atendido.