
¿Tristeza o culpa después del sexo?
La disforia poscoital es un trastorno psicológico que se manifiesta como una serie de emociones como la tristeza, ansiedad y angustia, que se experimentan después del orgasmo. Aunque este fenómeno no se clasifica como un trastorno formal, su impacto en la vida sexual y emocional puede ser considerable, llegando en muchos casos a hacer que los afectados eviten las relaciones sexuales.
Este malestar postorgásmico, que a veces se engloba en el llamado síndrome de enfermedad posorgásmica, es una condición poco comprendida y rara. En algunos casos, los síntomas físicos acompañan la disforia, como fatiga o dolor, pero lo más característico son los efectos psicológicos.

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La primera Semana Nacional de Vacunación inició el pasado 26 de abril y culminará el próximo 3 de mayo.El estudio Disforia postcoital sexual en la vida conyugal, del investigador Daniel Gil Vega señala que este trastorno psicológico afecta por igual a hombres y mujeres, aunque su prevalencia exacta aún se desconoce. En cuanto a los síntomas, las personas que sufren de esta disforia “pueden llegar a sentirse agitadas, ansiosas, melancólicas y molestas después de tener relaciones sexuales consensuales e inclusive pueden llegar a desarrollar un miedo a ser abandonadas”.
Aunque históricamente se ha enfocado más en el estudio de la disforia poscoital en mujeres, investigaciones recientes sugieren que también es un fenómeno común entre los hombres. Según el portal Psicopartner, entre el 33 y el 46 por ciento de las mujeres y el 41 por ciento de los hombres han experimentado al menos una vez en su vida esta sensación de incomodidad postorgásmica. Por lo tanto, parece ser un fenómeno más común de lo que se pensaba.

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Desde la psicología y la sexología, se identifican varios factores que podrían explicar el origen de la disforia poscoital más allá de los cambios neuroquímicos en el cerebro. Entre estos factores se encuentran:
Experiencias traumáticas previas: aquellas personas que han vivido traumas sexuales, como abusos o violaciones, pueden desarrollar emociones negativas relacionadas con el sexo, lo que incrementa el riesgo de experimentar disforia poscoital.
Conflictos con la pareja: las dificultades en la relación con la pareja sexual, ya sea por falta de comunicación, intimidad emocional o desacuerdos en torno al sexo, pueden intensificar los sentimientos de angustia o tristeza tras las relaciones sexuales.
Creencias distorsionadas sobre la sexualidad: una educación estricta o influencias religiosas pueden generar sentimientos de culpa o vergüenza relacionados con el sexo, lo que favorece la aparición de esta disforia.
Presión social: si el contexto en que se desarrolla la persona idealiza la sexualidad establece altos estándares de rendimiento sexual, quienes no logran cumplir con estas expectativas pueden sentir un profundo sentido de insuficiencia y vergüenza, que puede aumentar la disforia postcoital.
Estos factores emocionales y psicológicos, sumados a posibles cambios hormonales, pueden generar una compleja interacción que dé lugar a la disforia poscoital. A pesar de ser un fenómeno poco investigado, los estudios realizados indican que la disforia postcoital afecta a una parte de la población, aunque sigue siendo un tema poco abordado en la salud sexual y emocional.

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La disforia postcoital puede causar en hombres y mujeres la falsa creencia de que su deseo o atracción sexual hacia su pareja o la práctica sexual ha disminuido, lo que podría afectar negativamente la relación si no se comprenden los cambios cerebrales que ocurren al finalizar el acto sexual.
Las personas que sufren de esta disforia pueden llegar a mostrar comportamientos agresivos, ya sea físicos o verbales, hacia su pareja debido al desequilibrio emocional que experimentan. Es importante aprender a manejar esta situación para evitar el deterioro de la relación. La psicoterapia puede ser beneficiosa en el tratamiento de aquellos pacientes que asocian emociones negativas con la experiencia sexual.