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Resignificar la vejez

Recomiendan mirar esta etapa con dignidad, acompañamiento y conciencia.

Resignificar la vejez

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MAYRA FRANCO ROSALES

Mientras que para casi todos los grandes momentos de la vida existen rituales y preparación, como una graduación, una boda y la maternidad, el envejecimiento llega muchas veces en silencio, sin celebración ni comunidad. Así lo expresa Olimpia Arellano, psicóloga y tanatóloga, quien ha dedicado parte de su trabajo a visibilizar y acompañar esta etapa:

“En todo lo que hacemos en la vida hay una meta y una preparación, menos para esto. Envejecer, desde mi perspectiva, es de lo más doloroso porque nadie nos prepara”.

Envejecer es inevitable, pero también profundamente temido. Culturalmente, hay una idea, reforzada por redes sociales, tecnologías y cánones de belleza, que ha convertido el paso del tiempo en algo casi antinatural o desagradable. “Estamos expuestos a imágenes donde envejecer es sinónimo de deterioro. Mucha gente ya no se muestra sin filtros porque no se gusta”, señala Arellano.

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El temor no solo nace del cambio físico. Tiene una raíz más profunda: la muerte. En palabras de la especialista, “envejecer y morir son los dos procesos que vivimos sin la red de apoyo visible que sí existe para otros momentos de la vida. Nadie nos da la bienvenida a la vejez como se hace con la maternidad o el matrimonio.

“Por ejemplo, cuando alguien se casa, hay matrimonios que platican y dan consejos sobre esta nueva realidad de cómo es la vida en pareja; cuando eres mamá, otras mujeres te ayudan y te ofrecen apoyo, se hace una comunidad invisible, o se va tejiendo con el tiempo, y con envejecer no pasa eso, no se habla del tema ni se hace comunidad como con otras etapas de la vida”, explica Arellano.

El miedo y el aislamiento como señales

Identificar el miedo a envejecer no siempre es sencillo, pero suele manifestarse en forma de resistencias, aislamiento, tristeza o una profunda sensación de pérdida. Cuando una persona deja de hacer lo que antes disfrutaba, como salir, convivir o moverse, por temor a caídas, enfermedades o por cambios en su imagen corporal, el miedo ha comenzado a interferir con su calidad de vida.

Foto: especial
Foto: especial

“Cualquier persona, cuando está pisando la vejez, inevitablemente sentirá ese miedo y esa resistencia, porque al final los humanos le tememos al cambio y a lo desconocido. Entonces, cuando toca pisar esta etapa de la vida, pues no sabes con qué viene, pero el miedo per sé aparece. Es decir, la resistencia va a estar con nosotros, como lo está ante cualquier otro cambio que experimentamos, y se va a notar en resistencias, en miedo al cambio, en el estado de ánimo, en la tristeza profunda o depresión.

“Lo vemos en personas que antes salían y que se sentían muy cómodas yendo al desayuno y ahora ya no, porque usan silla de ruedas, o se les dificulta subir escalones, o porque les anda del baño a cada rato, y entonces dicen ‘mejor no voy’ y con eso se empiezan a aislar, y se dejan en soledad”, afirma la tanatóloga.

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No es tarde para empezar a tener una buena calidad de vida.

La importancia de tejer redes

La clave para resignificar la vejez, según la psicóloga, es fortalecer los vínculos, mantenerse activo y encontrar nuevos sentidos. “Pertenecer a grupos, tener actividades, compartir con otros. Aunque ya no haya responsabilidades como criar hijos o trabajar, mantiene viva a la persona”, dice. Y subraya que la familia, los amigos y la comunidad tienen un papel importante para que la vejez no se viva en soledad.

Resignificar esta etapa no es tarea solo del adulto mayor, también requiere una transformación de mirada por parte de quienes los rodean. Arellano propone algunas recomendaciones concretas para ambos lados

Para quienes cuidan

  1. Promover la autonomía. Permitir que la persona mayor haga lo que aún puede, aunque sea lento o “poco”.
  2. Preguntar antes de ayudar. No imponer la ayuda; preguntar cómo y cuándo desean recibir apoyo.
  3. No tratarlos como niños. Evitar indicaciones autoritarias; conversar, negociar, respetar.
  4. Estimular la memoria. Revisar fotos, hablar de recuerdos y mantener conversaciones sobre temas actuales.
  5. Validar sus emociones. Escuchar con empatía, sin minimizar miedos o dolores.
  6. Anticipar necesidades. Estar atentos a cambios físicos o emocionales sin esperar a que lo expresen.

Foto: especial
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También hay que recordar que es vital cuidar al cuidador: “Descansar, comer bien, pedir ayuda, dividir tareas. Si no cuidamos al que cuida, se rompe toda la estructura”, enfatiza la tanatóloga Olimpia.

Para quienes viven la vejez

  1. Mantener vínculos con amistades de la misma edad. Compartir experiencias similares da contención.
  2. Pedir ayuda con sabiduría. No es señal de debilidad, sino de autocuidado.
  3. Seguir aprendiendo. Un nuevo proyecto, una receta, una lectura. La vida sigue ofreciendo posibilidades.
  4. Aceptar el cuerpo cambiante con amabilidad. El cuerpo siempre ha cambiado, y abrazarlo en cada etapa es un acto de amor propio.

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