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Sexualidad

Los límites de la masturbación

Son muchos los mitos en torno a esta práctica, por lo que muchas personas se privan del placer que provoca. Por otra parte, hay quienes no pueden explorar su sexualidad más allá de la autocomplacencia.

Imagen: Dainis Graveris/ Unsplash

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SILVESTRE FAYA

Alrededor de los 11 o 12 años se descubre el placer de la autocomplacencia sexual. El cuerpo humano tiene un despertar biológico hormonal, por lo que los adolescentes, de manera repentina, descubren deseos y sensaciones en sus genitales que hasta entonces desconocían. Un raro y agradable impulso los lleva a tocar sus órganos sexuales.

Lo que antes no era motivo de atención, ahora despierta curiosidad; así se descubre una belleza en los demás que provoca el inicio del erotismo.

Nunca falta algún joven más avezado que incite a realizar la masturbación dando instrucciones para hacerlo. La primera vez que se practica puede ser increíblemente placentera o desastrosa, ya que la ausencia de experiencia puede provocar situaciones vergonzosas, como el joven que decidió masturbarse mientras se bañaba y le entró jabón por la uretra, causándole un severo ardor que requirió valoración del médico.

Muchas jovencitas frotan una almohada u objeto suave contra sus genitales, mientras una corriente electrizante las sacude por el nuevo placer descubierto. La masturbación es el primer peldaño de la escalera en el descubrimiento del gozo erótico. Es la señal de inicio de la vida sexual humana, sin descartar los tocamientos, besos e intercambios de miradas que los adolescentes mantienen entre sí.

MITOS DE LA MASTURBACIÓN

A lo largo de la historia se han tejido creencias sin fundamento sobre las consecuencias físicas y mentales de masturbarse.

Es común decirle a los jovencitos que si lo hacen les crecerán vellos en las palmas de las manos; cuando voltean a revisarlas, empiezan las carcajadas burlonas de los bromistas.

También se ha construido el mito de que quien se autocomplace pierde energía y puede llegar a la locura o la enfermedad.

Muchos hombres adultos acuden a consulta sexológica con dificultad para lograr la erección, culpabilizando a la masturbación que realizaron en su vida juvenil o adulta. La eyaculación precoz frecuentemente es atribuida a este mismo motivo, otro mito difícil de erradicar por repetirse de generación en generación.

La masturbación es una herramienta natural y sana de descubrir el placer sexual. Imagen: Freepik
La masturbación es una herramienta natural y sana de descubrir el placer sexual. Imagen: Freepik

Algunas religiones han etiquetado a la práctica masturbatoria como pecaminosa o sucia por implicar la eyaculación fuera de la vagina. Sin embargo, atacar el impulso sexual en los adolescentes es un atentado contra la naturaleza. La prohibición tajante a descubrir el placer erótico en la juventud traerá consecuencias en la vida sexual adulta.

De hecho, las eyaculaciones frecuentes mantienen la funcionalidad de la próstata, encargada de producir el líquido blanco lechoso donde viajan protegidos los espermatozoides. Quien eyacula con frecuencia estará dando un apoyo adicional a este órgano para que sus emisiones seminales se mantengan hasta una avanzada edad.

PLACER EN SOLITARIO

A falta de pareja por decisión propia o por imposibilidad momentánea, una alternativa es la autocomplacencia sexual.

Cualquier momento es bueno para disfrutarse a sí mismo. Hombres y mujeres lo hacen apoyándose en fantasías, videos pornográficos o hasta literatura erótica.

Las parejas que se encuentran a distancia incluyen en la dinámica de su relación a la masturbación asistida por videollamada o a través de fotos íntimas. Es una relajada forma de “gozar sin pecar”.

El mercado sexual también ofrece sesiones en video con modelos de ambos sexos disponibles para complacer las fantasías que sus clientes les soliciten. Una gama increíble de servicios para el placer autoprovocado se pone a disposición de todos y es utilizada de manera incesante.

AUTOCOMPLACENCIA PATOLÓGICA

Sin embargo, si la práctica masturbatoria es la única manera de disfrutar la sexualidad entonces se está frente a una adicción. Aquellos que centran todo el goce erótico en el placer solitario pueden experimentar dificultad para interactuar con los demás o entablar una relación de pareja.

Masturbarse viendo pornografía puede generar inseguridades al compañero o compañera. Imagen: Freepik
Masturbarse viendo pornografía puede generar inseguridades al compañero o compañera. Imagen: Freepik

Existen personas que han decidido mantener su vida sin relacionarse con nadie, escogiendo a la masturbación como su única alternativa, y nunca buscan ayuda profesional. Pero otros están conscientes de que una sexualidad que no logra ser satisfactoria en solitario requiere de buscar apoyo profesional psicosexológico, a fin de acceder a una sexualidad interpersonal.

Quien decide recibir atención especializada puede llegar a superar esta adicción y llegar a una vida plena en pareja.

MASTURBARSE EN LA VIDA DE PAREJA

Muchos varones acostumbran masturbarse antes de ir a la cama a dormir. Deliberadamente dejan a su pareja caer por el cansancio esperando ese momento. Esta forma de relajación solo busca satisfacer el deseo propio sin realizar el proceso de seducción de su compañera.

Otros permanecen hasta altas horas de la noche despiertos viendo pornografía en la computadora o el celular, masturbándose hasta el cansancio. Sus parejas miran con asombro el desdén sexual en que las tienen y reclaman atención o se sienten defraudadas, llegando a calificar esta práctica como una forma de infidelidad.

Estas dos conductas orillan a la mujer a cuestionarse si ella es responsable de ese comportamiento masculino. Pueden llegar a pensar que no son lo suficientemente atractivas o a considerar que su compañero le es infiel al ver que prefiere masturbarse que tener un encuentro con ellas.

Por su parte, algunas féminas recurren a la autocomplacencia apoyándose en vibradores, dildos, succionadores de clítoris y muchos otros subterfugios, incluyendo sus dedos. Justifican esta conducta con la insatisfacción sexual que su pareja le brinda. Cada día se escucha con mayor frecuencia el concepto de que la mujer ya no necesita a un hombre para alcanzar el orgasmo.

Sin embargo, lo ideal es que si los miembros de una pareja se masturban, no sea para compensar una carencia en la vida sexual en común, sino como un complemento a las relaciones íntimas. Si esta práctica se convierte en un síntoma de insatisfacción o de inseguridad para cualquiera de las partes, es conveniente que busquen terapia psicosexológica para encender la llama de la pasión compartida.

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