
La vida sexual del adulto mayor
La sexualidad forma parte fundamental de la vida, y el paso de los años no tiene, por sí mismos, qué cambiar esa percepción. De acuerdo al artículo científico de la Revista Cubana de Enfermería “La sexualidad en el adulto mayor”, publicado por Caridad Llanes Betancourt, en cuanto a la atención del adulto mayor, el tema sexual es uno en el que “persisten actitudes retrógradas muy similares a las que existían en siglos anteriores y que tienden a rechazar, burlarse o en el mejor de los casos, ignorar la existencia de la actividad sexual en la tercera edad”, esto, al negar o rechazar que estas actitudes se pueden a partir de determinadas edades.
Esto no es de ninguna ayuda para que este sector de la población pueda disfrutar esta etapa de la vida.
Lo real: el envejecimiento
No se puede negar que el tiempo causa estragos en los cuerpos. El paso de los años va modificando los órganos y los miembros. Hay diversos cambios que son fácilmente notorios.
En el hombre, por ejemplo, cambia el tamaño y consistencia de los testículos, aumenta el tamaño de la próstata. Así como el resto de capacidades físicas, las sexuales se ven disminuidas. Disminuye la testosterona y la erección es menos firme que antes.
En la mujer se presentan cambios similares, como la disminución de estrógenos, además de cambios en el tamaño de su órgano, que van desde la vagina, las trompas de Falopio. A a la vez que, ya pasada la menopausia, se ve privada de sus capacidades reproductivas.
Lo que no es
Más allá de los cambios producidos por la edad, el adulto mayor se encuentra, por lo general, como centro de suposiciones o percepciones erradas, que son más producto del prejuicio que de la evidencia científica.
Estos prejuicios se han propagado para formar mitos sobre cuáles deben ser las conductas que deben tener las personas mayores, como si salirse de esta “norma”, que no es sino inventada, fuera algo moralmente reprochable.
La misma Caridad Llanes Betancourt explica algunos de estas ideas, que no dejan de hacerle daño a este sector poblacional.
1. Carecen de sexualidad
Hay corrientes de pensamiento que subyugan la sexualidad a la reproducción. El anciano, al ver mermadas estas capacidades, sería un perverso de llevar a cabo el acto sexual, por lo que lo mejor, en este caso, es reprimirse, puesto que no existe ningún beneficio en su sexualidad.
2. Miseria erótica
A lo largo del tiempo la vejez nunca ha sido relacionada a la belleza. Sin embargo, conforme han avanzado los años y ahora las mujeres tienen menos hijos, los estragos en el cuerpo son menores. También está la idea de que los adultos mayores son incapaces de despertar placer o de experimentarlo por su propia cuenta.
Los factores de la conducta sexual
En los adultos mayores, continúa el artículo, hay varios factores que determinan los comportamientos sexuales. La especialista enumera varios.
El primero es la falta de pareja, a la que considera la causa principal de la abstinencia sexual en el anciano, sobre todo en las mujeres, que en promedio tienen una vida más larga que los hombres.
Otro es el deterioro de la relación matrimonial. Las rutinas que generan monotonía, seguir siempre los mismos patrones sexuales, son factores que pueden llevar a un problema si no se combaten en pareja.
Las condiciones también se deben tomar en cuenta. Desde las enfermedades o la falta de movilidad, que impiden llevar a cabo el acto sexual, hasta la falta de privacidad que pueden tener, especialmente, una mujer que lleva a cuestas la carga familiar y que se vuelve cada año más difícil.
Cómo se puede combatir
Llanas considera en su texto que una parte de las disfunciones de la tercera edad tienen su “origen en desconocimientos, falsas expectativas, sentimientos de minusvalía”, y que pueden ser combatidas de manera sencilla con divulgación de salud.
Hay varios puntos que se pueden tomar en cuenta, dependiendo de la situación de cada persona. Siempre desterrando los mitos que circulan alrededor de la tercera edad, existen tratamientos con estrógenos para mejorar la lubricación vaginal, además de reconocer que es necesario más estimulación. Cuando la pareja está enferma, dejar de lado el pensamiento de que salud puede agravarse o, incluso si la pareja ha muerto (cuestión común cuando la mujer vive, en promedio, siete años más que el hombre), desterrar los sentimientos de culpa por querer reiniciar la vida sexual.