
Expertos revelan que todas las formas manipulativas de la sexualidad conducen inevitablemente a un deterioro de la relación.
Cuando el marido toma todas las decisiones y sin importar que su esposa también trabaje, él maneja el presupuesto y decide cómo y en qué se gasta, y si muchas veces ignora las necesidades de toda índole de su compañera, puede estar incitándola a que tome venganza en el mejor lugar que puede hacerlo: la cama.
"Es el único sitio en el que siento que estoy visible, y soy necesaria", se lamenta una mujer de 40 años que asiste a terapia para mejorar su relación. "De alguna manera, eso me hace sentir que tengo cierta cuota de poder". Su caso no es aislado, aunque sí poco analizado desde la perspectiva de los terapeutas, porque es un fenómeno que se da a puertas cerradas. Ni hombres ni mujeres lo ventilan en la consulta sicológica y es muy difícil que lleguen a reconocerlo.
Pero, según los especialistas, se da con frecuencia en algún momento de la vida en pareja, específicamente cuando hombre y mujer no están en una relación de igualdad, sino jerárquica: uno tiene mucho poder y el otro muy poca influencia.
En general, es reflejo de algo que está pasando en otro ámbito de la relación: no se conversa, no hay comunicación, no hay entendimiento, y todo ello influye en la sexualidad, explica la sicóloga chilena Soledad Torres, terapeuta de parejas del grupo Reencantar.
A su vez, el doctor en sicología, Juan Yáñez, especialista en sexualidad y director de la Clínica de Atención Sicológica de la Universidad de Chile, complementa esta visión: "Todas las formas manipulativas de la sexualidad conducen inevitablemente a un deterioro de la relación".
Explica que es muy difícil establecer quién utiliza más la manipulación como herramienta, si el hombre o la mujer, al igual que cuáles son los estilos más frecuentes de chantaje sexual que se dan.
"Cuando uno u otro manipula, generalmente lo hace con un grado de engaño al otro; entonces, convierte el sexo en algo mecánico, de uso, de servicio: "No voy a hacer el amor contigo porque tú no me das suficiente dinero", o bien, "voy a acceder a tener sexo porque él está cansado y lo necesita, aunque yo no quiera'".
Aunque pueden variar de pareja a pareja, hay dinámicas similares que llevan tanto a mujeres como a hombres a la manipulación de la sexualidad.
El sicólogo Víctor Carvajal, terapeuta de parejas del Instituto Neurosiquiátrico de Chile (INC), acota que, al hablar de manipulación, hay que hacer una diferencia entre las mujeres de generaciones anteriores y las actuales: "Antes, ellas utilizaban el sexo para retener a sus parejas, para que él no tuviera la tentación de abandonarlas. Hoy, en cambio, lo que más se ve es que la mujer se niega a tener sexo con el marido como una expresión de disconformidad, cuyo motivo no discute con él", explica.
"Antaño se decía que el gran poder de los hombres era el económico, y el de la mujer, el sexual. Aunque hoy las mujeres se han incorporado al mundo laboral y son cada vez más independientes, se sigue dando esa premisa", sostiene Soledad Torres.
La manipulación suele darse desde una situación desagradable: necesito hacerte saber mi molestia, ¿y cómo puedo hacerlo?, quitándote lo único que te puedo quitar. Mi afecto, mi encuentro sexual.
En el otro extremo de la manipulación se ubican las mujeres que se "autochantajean" en lo sexual, como define Soledad Torres. Ceden "para ahorrarse problemas y estar tranquilas". De esa forma, se van distanciando y enajenando cada vez más de su sexualidad.
La terapeuta de familia y parejas Eliana Heresi, profesora de la Facultad de Sicología de la Universidad Diego Portales, cuenta que en los últimos tiempos, a pesar de las múltiples transformaciones del rol femenino en la sociedad, ha recibido en su consulta a muchas mujeres que ceden bajo el mismo argumento que daban sus madres y abuelas. "Son mujeres cuyos hombres son, por ejemplo, muy violentos con los hijos, maltratadores y de alguna forma, ellas tratan de mantenerlos satisfechos, para que estén calmados. Detrás de esa manipulación está el objetivo de aplacar".
A diferencia de las mujeres, los hombres ocupan la sexualidad como herramienta de manipulación no cuando tienen problemas fuera del ámbito sexual sino precisamente en esta área, y no son capaces de conversarlo y solucionarlo con su pareja por otra vía.
La tendencia a solucionar sus problemas a través de la manipulación se da en personalidades muy inseguras -que siempre necesitan girar en función de otro, aún cuando terminen desgastándose- o muy omnipotentes, que creen que su propia presencia basta para conseguir las cosas, ilustra Juan Yáñez.
El doctor Ramiro Molina, director de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología (SOCHOG) y miembro de la Facultad Latinoamericana de Salud de la Mujer, cree que se trata de una dinámica asociada a la falta de educación sexual. "Se da entre hombres y mujeres que no han asumido su sexualidad o bien, tienen trabas en su desarrollo, problemas no resueltos".
Cuando existe una relación de cariño, la manipulación no se da.
La sicóloga Eliana Heresi advierte que las parejas sanas deberían ser capaces de enfrentar sus conflictos y no usar la sexualidad. "Si yo necesito que tú me des dinero, no tengo por qué usar el sexo para lograrlo. La sexualidad no es para conseguir algo, sino un encuentro de intimidad", dice.