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‘Escribo por venganza y por amor’: Ignacio Padilla

Para Ignacio Padilla escribir es también una ‘patología afortunada’.

Para Ignacio Padilla escribir es también una ‘patología afortunada’.

El Universal

En literatura, se hace lo que se puede no lo que se debe, asegura el autor de

El Androide y las Quimeras.

Para el escritor mexicano Ignacio Padilla, al menos en literatura, “uno no hace lo que debe, sino lo que puede”, y para ser coherente con este oficio, “lo primero que se debe hacer es no negar la propia naturaleza”.

En entrevista con motivo de la aparición de su libro de cuentos infantiles El Androide y las Quimeras, el ensayista confesó que “yo escribo porque no tengo más remedio que hacerlo, y escribo cuento, porque es en ese género donde más a gusto me siento”.

En su caso, el punto de partida para crear un cuento fabuloso es una imagen central. “Un icono que no entiendo y que sin embargo me posee y me exige ser contado. ¿De dónde viene?, Puede ser del cine, del sueño y, sobre todo, de otros libros que me han impactado como lector consumado que soy”, explicó.

Ese punto de partida, “escena casi fotográfica”, es lo que él procura explicarse, primero, escribiéndolo en una historia. Con frecuencia, a la mente de Padilla viene primero el título, “ese asidero que necesito para, a partir de ahí iniciar la historia, pero generalmente esa primera frase no la hace el escritor, sino Dios”.

Sin embargo, el entrevistado dejó ver que no siempre esa primera frase es el título definitivo del cuento, “al menos no en mi caso”.

Incluso, no son pocas las historias que terminan desechando ese título provisional que a primera instancia era el más adecuado para describir la historia que se tenía en mente.

Para el autor, escribir es también “una patología afortunada. Una enfermedad contagiosa e inmortal, pero poco pensada. Escribo para entenderme y si puedo, entender al mundo que me rodea y posteriormente, explicarlo al resto de la humanidad, sobre todo a los niños.

Muñecas, mujeres, androides y robots se suceden en esta serie de 12 cuentos cortos, sustentada en la dualidad del autómata con el monstruo femenino, con la que Ignacio Padilla realiza una reflexión sobre la “objetivación de la mujer” en el mundo contemporáneo desde el punto de vista de un hombre definido.

“No pretendo comprender la psicología de la mujer, sino reflexionar sobre mi forma de verla”, comentó.

Estas historias literarias siguen el proyecto de Las Antípodas y el Siglo, primer volumen de Micropedia que es publicado por Páginas de Espuma y Colofón. En la mayoría de las historias, son personas quienes acaban destruyendo a una mujer, una muñeca o una niña, poniendo de manifiesto “el maltrato y la falta de comprensión, la tortura física y psicológica de una sociedad viril y patriarcal”, añadió.

Lo más sorprendente de estos relatos es que pese a su alto contenido en ficción y fantasía, así como por su lenguaje imaginativo, en ocasiones barroco, casi su totalidad parte de historias reales con las que el autor se ha encontrado a lo largo de su vida y que ahora recrea de manera magistral en este nuevo libro.

“Soy un autor de cuentos fantásticos pero he descubierto que los más asombrosos nacen de historias reales, la mayoría de lo que cuento ocurrió y a partir de ahí pongo en marcha mi invención”. Es ese atisbo de realidad lo que atrapa al lector en este conglomerado de fantasía y buena narrativa infantil.

Entre los elementos protagónicos de los relatos destacan la obsesión de Alba Edison por sus muñecas parlantes, una niña escocesa buscadora de fósiles de dinosaurios enamorada de un pterodáctilo, y el enigma en torno a la existencia de una tercera “Alicia” creada por el autor Lewis Carroll al final de su vida.

Igualmente, la historia de una mujer que dirigió al autómata ajedrecista de Kempelen que robaba el alma, y la de una señora “compasiva” que crea una sociedad lapidaria para mitigar el sufrimiento de las condenadas. El autor, reconoce, se nutre del cine y la literatura para redondear sus ficciones.

De esa forma, en Of Mice and Girls recuerda a John Steinbeck, en Miranda en Chalons retoma el personaje de William Shakespeare para hablar de los niños salvajes rescatados en diversos bosques de todo el mundo, y lleva a Galatea a Brighton y a Circe a las Galápagos, para contar la historia de una envenenadora. Padilla se declara un “corredor de los 100 metros” literario y cultiva el cuento como el género de los “perfeccionistas obsesivos” que no puede permitirse los altibajos de la novela y cuya grandeza y fuerza emotiva se encuentra precisamente en la brevedad. El fue de los creadores de “La generación del Crack”. En El Androide y las Quimeras, Ignacio Padilla ofrece 12 relatos que atrapan y seducen. Se perciben influjos borgianos en todas las piezas del volumen, ecos del gusto por el ajedrez, por la acumulación de datos eruditos y por la anglofilia; son huellas leves, pero que asoman a la superficie enseguida.

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