SUN-AEE.- La diabetes es una enfermedad que hay que mantener a raya, cuidar hasta el mínimo detalle y, en contra de lo que mucha gente piensa, llega a atacar a los niños en cualquiera de los tipos existentes, pero la más frecuente (95% de los casos) es la Mellitus Insulinodependiente Tipo I, explica Elisa Nishimura Meguro, endocrinóloga del Hospital de Pediatría del Centro Médico Nacional Siglo XXI.
Normalmente, se presenta en personas menores de 35 años, pero ataca también a infantes. Meguro sostiene que la enfermedad tiene cierto componente genético, o sea, que se nace con predisposición a padecerla, como consecuencia de una respuesta inmunitaria posterior a una infección viral, por lo tanto, la síntesis de insulina desaparece por completo.
Explica que después de que la persona que tiene la predisposición se enfrenta a otros factores ya adquiridos, es cuando manifiesta la enfermedad. La especialista precisa que "el mal en los niños no es completamente hereditario, ya que sólo se hereda la predisposición".
Afirma que es necesario que los padres sepan que no nacen diabéticos, pues a veces se sienten culpables, pero la realidad es que el bebé nace con un páncreas sano e intacto, y lo que hereda es la predisposición a que ese páncreas no se defienda.
Nishimura Meguro explica que hay una diferencia con los adultos, sí se presenta la enfermedad por herencia y es la diabetes Mellitus Tipo II no insulinodependiente, se trata de personas que nacen con un defecto ya establecido que se hace evidente en el curso de la vida, por la obesidad, malos hábitos alimenticios, por el estrés, vida sedentaria, etcétera.
Son dos diabetes distintas: la que ataca a los adultos se da por una pérdida paulatina de la capacidad de manejar el azúcar, pueden pasar años sin presentar síntomas; en los niños es una pérdida total de la capacidad de manejar el azúcar, cuando esto sucede en el transcurso de semanas sube el azúcar, y el menor se descompensa.
De acuerdo con la especialista, los síntomas de la diabetes en los niños son muy evidentes, se deshidratan, orinan en abundancia todo el día, sufren comezón, tienen mucha sed, ingieren gran cantidad de alimentos por hambre exagerada y, a pesar de ello, bajan de peso.
Consuelo Barrón Uribe, endocrinóloga del mismo hospital, destaca que la diabetes insulinodependiente es hasta el momento incurable, puesto que se destruyen las células Beta, que produce la insulina, y éstas no son recuperables. Por ello, los pacientes requieren un tratamiento invasivo, tienen que inyectarse insulina dos o tres veces al día, toda la vida.
