Prácticamente todas las lecturas que he hecho acerca de la Segunda Guerra Mundial han tratado sobre la tragedia sucedida a las víctimas del holocausto y la resiliencia que muchas de ellas nos han demostrado al compartir su visión de esa época. A veces podemos olvidar que cualquier guerra es una experiencia devastadora para todos los que participan en ella, ya sea de manera activa o como daño colateral, que se traduce no sólo en la pérdida de vidas, sino en situaciones desgarradoras que dejan una huella imborrable en las víctimas.
Es precisamente la historia novelizada de una sobreviviente de la Segunda Guerra la que inspira la obra del autor V.S. Alexander, quien toma la vida de Margot Wölk (Berlín, 1917-2014) como pilar de su libro "La catadora de Hitler" (Planeta, 2019), una mujer que diariamente corría el peligro de morir al formar parte del equipo de catadoras de alimentos del Führer. Al final de su vida, Wölk decide compartir las experiencias vividas durante el tiempo que prestó sus servicios para Hitler, sin duda una historia de resiliencia y valor que sirvió para dar vida a Magda Ritter, personaje central del libro. En él, el autor nos comparte el relato de una sobreviviente, que narra con espectacular detalle lo que era vivir en la Alemania nazi durante la guerra: el éxodo de una buena parte de la población masculina y su integración a la milicia, la escasez de alimentos, de trabajo y de techo, la forma engañosa en la que se manejaba la información para hacer creer a la población que la guerra se iba ganando y que el poderío nazi era invencible.
A principios de 1943, Alemania era un lugar que ofrecía pocas oportunidades para la población que no compartía los ideales del partido en el poder. No me refiero a personas que por su raza o religión eran perseguidas, sino a los oriundos de ese país. Pocas oportunidades laborales, bajos sueldos, escasez de todo lo necesario para vivir; ya que primero había que alimentar y mantener al ejército y a la élite del partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Estas circunstancias obligan a los padres de Magda a enviarla a la campiña situada en los Alpes bávaros, en donde residían familiares que no de muy buena gana aceptaron acogerla. Especialmente su tía, empezó a presionarla para que encontrara un trabajo, lo que la llevó al Berghof, una hermosa residencia que servía como lugar de descanso para Hitler. Magda inicia su trabajo sin comprender realmente cuál sería su función, pero no tuvo más remedio que unirse al grupo de 15 catadoras que diariamente arriesgaban el pellejo por un hombre ególatra a quien no le importaban las vidas de estas mujeres que debían considerar un honor el dar la vida por su Führer. La capacitación de Magda la llevó a aprender a identificar, oler y probar distintos tipos de veneno para poder cumplir con su trabajo: evitar que los enemigos mataran a Hitler.
La catadora conoce en este lugar al oficial que sería su primer amor, un militar que la convence de unirse al grupo que pretende destruir el régimen nazi. En medio de la historia romántica, el autor describe la belleza del lugar, aspectos de la personalidad de Hitler y cómo eran las vidas de los que lo rodeaban -incluyendo a Eva Braun, su pareja-; un vistazo a los horrores de la guerra y la forma en que marcó las vidas de los que la sobrevivieron. A pesar de no ser una autobiografía de Wölk sino más bien una obra basada en su vida, este relato nos transporta a esta terrible época y nos recuerda las barbaridades de las que el ser humano es capaz en su sed de poder, situación que tristemente sigue repitiéndose en diversas partes del mundo.