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Una obra para pisar la luna

El teatro de Nancy Cárdenas ha vuelto a los escenarios gracias a un proyecto dirigido por Mabel Garza Blackaller

Trama. Cuatro mujeres muestran abiertamente su lesbianismo y perspectivas sobre el amor en 'El día que pisamos la luna'.

Trama. Cuatro mujeres muestran abiertamente su lesbianismo y perspectivas sobre el amor en 'El día que pisamos la luna'.

Saúl Rodríguez

Nancy Cárdenas (Parras de la Fuente, 1934 - Ciudad de México, 1994) comenzó a escribir la obra 'El día que pisamos la luna' en 1980 y la estrenó un año después, en 1981, sobre el escenario del Teatro El Granero, del Centro Cultural del Bosque de Ciudad de México. Con amplio trayecto en el arte y el activismo LGBTTIQ+, la coahuilense logró mostrar la historia de afectos entre cuatro mujeres lesbianas, en clara muestra de su interés por la libre expresión de la sexualidad, tema tabú para la época.

En 2024, para conmemorar el 90 aniversario del natalicio de la dramaturga, colectivos de artistas y activistas crearon el 'Homenaje a Nancy Cárdenas, una guerrillera disfrazada de artista'. Este constó de una serie de charlas, proyecciones cinematográficas, la revisión de sus libretos e íntimos poemas, así como el retorno a sus obras más icónicas.

En ese tenor, la creadora escénica Mabel Garza Blackaller decidió rescatar el libreto de 'El día que pisamos la luna' y, en diciembre pasado, por primera vez en más de cuarenta años, junto a la compañía Luz del Norte, montó la obra en el teatro de Casa La Besana de Saltillo. A la tercera llamada, cuando la noche cubrió a la capital coahuilense, la voz de Nancy volvió a escucharse en cada diálogo y en cada gesto realizado por las actrices.

Ambientada en el día que el hombre pisó la luna por primera ocasión, aquel 21 de julio de 1969, la obra de Nancy Cárdenas muestra la historia de cuatro mujeres involucradas en un círculo amoroso. Los diálogos son de marcada inteligencia y una estética digna de una poeta. Sus líneas no se detienen en el simple hecho de entretener al espectador; cuestionan los roles de género, la monogamia, desarrollan posturas y críticas hacia la sociedad. Ellas también, a su manera, pisan la luna. Aunque el libreto fue creado hace 45 años, mantiene vigencia y es capaz de dialogar con la realidad contemporánea.

Para la investigación de esta versión, según indica un artículo de Estela Leñero publicado en la revista Proceso, Mabel Garza Blackaller convocó a Brenda Macias (investigadora del CIEG-UNAM) y a Itandehui Méndez (doctora en Estudios de Género y Estética Aplicados al Teatro). Mientras que el diseño de arte fue realizado por la artista Cavidad Visceral.

'El día que pisamos la luna', una comedia que cumple con las tres unidades aristotélicas (acción, tiempo y lugar), volvió a tener funciones en Casa la Besana los días 19, 20 y 21 de julio de 2025, en el marco de la Feria Internacional de las Artes (FINA) de Saltillo. El Siglo de Torreón estuvo presente en la primera de esas tres noches, durante un velada idónea para recordar a Nancy, mientras la lluvia amenazaba con caer sobre Saltillo.

¿POR QUÉ MUERE EL AMOR?

Las cuatro actrices escriben con tiza sobre la pared oscura, como si se tratase de un gran pizarrón. ¿Qué es lo que escriben? Plasman frases de Nancy Cárdenas; las han hecho propias, como si saliesen de ellas mismas. Al centro, una fotografía de la dramaturga parrense mira fijamente al público. "¿Repasamos, por favor, la escena que interviene el texto original?", se escucha a Mabel Garza dar instrucciones desde lo alto del foro.

-¿Desde dónde?

- Desde "¿por qué muere el amor?".

"¿Por qué muere el amor? No es el amor quien muere, somos nosotras mismas". Las actrices Andrea Galindo (Marina), Melissa Soto (Beatriz 1), Martha Matamoros (Teresa) y Victoria López (Beatriz 2), toman asiento en bancos acomodados al centro del escenario. Traen consigo el libro Antiguas lesbianas de este valle (El Colegio de México, 2024), la antología poética de Nancy Cárdenas rescatada por la doctora Elena Madrigal. Portan blusas moradas, con letras impresas en ellas. Una vez reunidas, se forma la frase: "No hay revolución si no empieza en tu propio corazón". ¿La autora? Sí, la propia Nancy Cárdenas.

La introducción sirve para dar contexto. Son las propias actrices quienes comparten al público el legado de Nancy Cárdenas, sus luchas y pensamientos. Uno de los descubrimientos de la investigación arrojó que 'El día que pisamos la luna' fue escrita en Saltillo. Otro es que existe un antes y un después de la creadora coahuilense, en lo que respecta a la lucha por los derechos LGBTTIQ+ en México.

El lesbianismo, el feminismo, el deseo, el uso de las drogas y el movimiento estudiantil de 1968, forman parte de la columna vertebral de esta puesta en escena, con duración aproximada de 80 minutos. Sólo los valientes usan la pluma para disparar palabras. Y tal como Nancy Cárdenas se cuestiona en su poema 'Inventario otoñal', ¿cómo iba a transformar el mundo quedándose quieta? Hoy su lucha late para que todas las formas de amar sean aceptadas.

Y en esa creciente amorosa es donde fluye la obra. Es interesante cómo a partir del amor pueden abrirse otros temas. ¿Cuántas formas de amor existen? ¿Sólo una? ¿Tantas maneras de pensar en el mundo y sólo se puede amar en una dirección? Un cuestionamiento tan natural y humano permite conversar, por ejemplo, sobre la política o las relaciones personales. Todo esto mientras el mundo entero ve por transmisión televisiva la conquista de la luna.

Y esto es porque se trata de una metáfora: las mujeres de la obra pisan la luna de otra manera. Su andar deja huellas más profundas que las botas de cualquier astronauta. Cuando la gravedad de los prejuicios se apaga, el amor levita. La relación entre las cuatro forma un laberinto del que sólo se puede salir dialogando. Y eso es lo que ellas hacen, usan la palabra para expresar su sentir, se miran a los ojos para reconocerse, delegan culpas y responsabilidades, no niegan la reconciliación, se abrazan a la resiliencia de la empatía humana.

Luego de consumir el libreto escrito por Cárdenas, Mabel Garza Blackaller propone conectar la obra con el presente. Las actrices se encapuchan con máscaras de estambre negro, toman posición; están en lucha. Sin titubear, se convierten en el canto de todas esas mujeres que marchan contra la violencia: "Y la culpa no era mía, ni cómo estaba, ni cómo vestía". Nancy, desde la profundidad del recuerdo, canta también con ellas.

Tras salir ilesa de la masacre de estudiantes de 1968 en Tlatelolco, Nancy Cárdenas tomó la decisión de disparar obras de teatro en lugar de balas, de ahí que desde entonces se le considere una guerrillera disfrazada de artista.

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