
Foto: TEFAF/ Loraine Bodewes
Maastricht es la capital de Limburgo, provincia al extremo sur de Países Bajos. La pequeña ciudad de poco más de 120 mil habitantes descansa a orillas del río Mosa, mismo afluente que fue cuna del arte mosano, corriente surgida durante la Edad Media. Por eso no es de extrañar que esta localidad sea sede de la feria de arte más importante del mundo: The European Fine Art Foundation (TEFAF).
Abierta por primera vez en 1988, la feria tiene lugar en el Maastricht Exhibition & Conference Centre (MECC Maastricht). Durante diez días, las 260 galerías más importantes del mundo y provenientes de 20 países distintos, se reúnen en este punto neerlandés. Allí se instalan áreas destinadas a obras maestras de arte y antigüedades, pero también otras dedicadas al diseño del siglo XX y, en menor medida, obras pertenecientes al arte contemporáneo que abordan nuevas técnicas y discursos.
Antes de esta feria hubo otros dos encuentros en Maastricht desarrollados durante los años setenta del siglo XX: Pictura y De Antiquairs International. Inaugurada en 1975, Pictura fue la primera feria de arte instaurada en Países Bajos. Mientras que Antiqua significó una cita de artes lanzada en 1978 y convertida en De Antiquars International en 1982. Ambas ferias se unieron en 1985 bajo el título de Antiquars International y Pictura Fine Arts, la cual se celebró en el Eurohal, un centro de eventos de la ciudad de Maastricht. Más tarde, en 1988, fue renombrada como The European Fine Art (TEFAF).
Se trata de un encuentro top, donde se exhibe, ofrece y se comercializa lo mejor del arte a nivel internacional. Es un punto obligado para todo aquel que se identifique como coleccionista y para las galerías y museos más prestigiosos del mundo. Cabe señalar que es una feria segura, blindada de cualquier intento de falsificación, con lo último en protocolos para generar las certificaciones y sellos de autenticidad correspondientes.
EDICIÓN 2025
En entrevista telefónica desde Ámsterdam, capital de Países Bajos, la gestora cultural mexicana Renée Niño de Rivera, colaboradora de la TEFAF, narra los highlights de la edición 2025 efectuada durante cinco días, del 15 al 20 de marzo. Aclara que, a pesar de su innovador motor, no se trata de un encuentro de modernidad de punta, donde se pueda apreciar lo último del arte, sino que se enfoca mayoritariamente a lo ya establecido.
Niño de Rivera comparte que la filosofía de la TEFAF se distingue de otras importantes ferias de arte, como la de Madrid (ARCO) o la de Basilea (Art Basel), por su concepto enfocado en mostrar la gama más alta de diseño, muebles antiguos, joyería, antigüedades, esculturas o pinturas. La oferta no puede ser menor si se pretende cubrir hasta siete mil años de historia del arte y posicionarse como un evento global.
“Lo que distingue a esta feria es que las galerías y los galeristas que vienen, montan unos estands espectaculares, de altísima calidad, pero realmente espectaculares. Traen sus paredes, candiles, sus luces, el juego de colores; es impactante desde ese punto de vista. Y el programa en sí, la feria de TEFAF pone instalaciones de flores que todos los años son diferentes y son también otro espectáculo”.
La gestora describe que si el año pasado se instalaron candiles de flores colgantes, en este se colocaron pipetas para flores, incrustadas y colgadas desde el techo. Es así como TEFAF se desarrolla en un ambiente elegante y refinado, con estilo, un reflejo del alto nivel de arte manejado en esta feria. Aunado a esto, destaca también su posición geográfica estratégica al encontrarse cerca de Bélgica y Alemania.
“Esta feria tiene un componente también muy importante y especial. Dos días antes de que abra la feria, un grupo de peritos expertos recorren cada objeto que entra dentro de las galerías para corroborar su proveniencia; de dónde proviene, que sea genuino, que se pueda vender y que también sea lo que se dice que es: si es una escultura religiosa del Renacimiento, que sea eso. Y si no es, esa pieza se confisca, de manera que la galería no la pueda vender por atrás; se va a una especie de bodega, queda confinada, cerrada y no la pueden enseñar”.
Es así como los intereses de los coleccionistas son blindados en TEFAF. No se vende arte falsificado ni tergiversado (que diste de lo descrito en su ficha), mucho menos robado. El grupo de peritos encargado de analizar y verificar cada objeto y obra que pretende exhibirse en la feria, ostenta sumo respeto a nivel internacional.
“Y luego tiene una parte de arte en papel, donde presentaron cosas bastante interesantes. Tenían un Basquiat en papel, pasteles en papel […] Luego viene la parte de los muebles. Tienen muebles antiguos autentificados. Por ejemplo, hay una galería que viene de Portugal que trae unos muebles espectaculares, indoportugueses, otros portugueses, con conchas y labrados. También unos italianos trajeron unas consolas pequeñas que podría morir por ellas”.
Por supuesto, otra área importante es la referente a las antigüedades; objetos romanos o asiáticos son la punta de lanza de esta sección. Luego aparece el espacio dedicado a los textiles: bordados, gobelinos, etcétera. Asimismo, Niño de Rivera resalta una obra de Oskar Kokoschka en vidrio soplado.
“Este año tuvimos un textil embrocado, bordado con cuentas de coral. Y luego, la cuenta de coral, para dar la forma de la flor con hilo de plata; una cosa espectacular. Además de los gobelinos que ya conocemos y las alhajas verdaderamente preciosas”.
Otra de las obras núcleo de la última edición en TEFAF fue Les Dormeurs, del pintor español Pablo Picasso. Esta pintura, valuada en más de 50 millones de dólares y perteneciente a la galería canadiense Landau Fine Art, sólo fue empleada para su exhibición y no fue ofrecida a venta debido a que se trata de un gran tesoro para la colección familiar.
A unos metros también se encontró un cuadro de Diego Velázquez: Retrato de la madre Jerónima de la Fuente (1620), el cual expuso la galería londinense Stuart Lochhead Sculpture. La pieza muestra a una religiosa que recientemente se ha convertido en un ícono, pues llevó la fe católica a Asia y se convirtió en referente de la influencia española en Filipinas.
“Este año hubo varios Picasso, Matisse, unos dibujos de Giacometti (que me sorprendieron, porque pocas veces vemos que se venda un Giacometti)”.
Las colecciones se percibieron infinitas en Maastricht. Los ojos de los coleccionistas pudieron apreciar obras de Tiziano, Frans Pourbus, Artemisa Gentileschi, Panini y Giambologna. También de James Ensor, Rick Wouters y Jules Schmalzigaug.
“Otra cosa que me encanta de esta feria, es que hay cuadros que uno ve (por ejemplo, el año pasado había un Kandinski fenomenal) y quizá lo compre un agente privado y no lo volvamos a ver. Entonces, tenemos la oportunidad de ver, de muy cerca, cuadros y objetos fabulosos que quizá nunca volvamos a ver”.
SE BUSCAN OBRAS DE MAESTRAS
En la actualidad, según indica Renée Niño de Rivera, los museos más importantes del mundo se encuentran buscando obras de artistas mujeres. Este año, uno de los grandes tesoros encontrados fue una obra de la paisajista Antonietta Brandeis, una de las primeras pintoras en recibir lecciones de bellas artes en Italia.
“Dentro de los grandes maestros, más que de la Antigüedad o de la época de oro de Holanda, hay pocas mujeres pintoras. Entonces, cuando sale un cuadro de una mujer pintora, muchas galerías, muchos museos van tras de él porque quieren expandir la presencia de mujeres. Y este año me encontré una pequeña joya de una pintora checa, nacida en Checoslovaquia (Miscocon) en 1848 y que murió en Florencia en 1928, que es Antonietta Brandeis”.
La obra a la que se refiere Niño de Rivera comprende un paisaje de Venecia en formato pequeño. Debido a su excelsa técnica, fue una de las primeras piezas adquiridas durante la TEFAF. Y precisamente resultó adquirida porque las grandes colecciones antiguas, como la del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York o incluso el Museo del Louvre, buscan ampliar sus repertorios de mujeres.
El caso de Antonietta Brandeis es sumamente interesante. Mayormente conocida por los paisajes que pintó de Venecia, de igual modo viajó a Bolonia, Verona y Florencia.
NUEVAS DISCUSIONES
Como era de esperarse, el tema de la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías se discutió en las pláticas. Los dueños de la colección privada Kremer, dedicada a reunir obra de grandes pintores flamencos del siglo XVII, abordaron este punto durante una de las pláticas.
“Por un lado, la emoción de poder ver estas obras de arte en persona es realmente emocionante; te conecta, te crea una pasión, puedes ver las pinceladas o los bordados, vibras con la pieza […] Ahora, digitalizar estas obras tiene la ventaja de que puedes ampliar un pedazo. Platicaban (los de la colección) que le toman 30 mil fotografías a una pieza para que tú la puedas ver como si caminaras enfrente de ella, de tal manera que en su museo digital puedes verla como si la tuvieras enfrente, pero también puedes ampliarla para ver pequeños detalles”.
Estas herramientas digitales pueden tornarse educativas con el manejo correcto. Apreciar detalles de las obras que no son visibles a simple vista, revisar la profundidad de sus materiales. La conclusión a la que se llegó en TEFAF es que es necesaria la contemplación del arte en persona, pero las tecnologías digitales también abonan a su observación y análisis.
La conversación de TEFAF no se detiene en Maastricht, pues del 9 al 13 de mayo tendrá lugar TEFAF New York, en el Park Avenue Armory de Manhattan.