
Román Eguía y Aldo Valdés en la presentación del libro Verdad. EL SIGLO DE TORREÓN / Enrique Terrazas
La noche de ayer miércoles 13 de agosto, en el auditorio del Museo Arocena, en punto de las 19:30 horas, se llevó a cabo la presentación del libro ‘Verdad’, el cual reúne 155 obras correspondientes a toda una década de trabajo pictórico del artista lagunero Román Eguía.
Moderado por el gestor cultural Aldo Valdés, el evento consistió en un diálogo con el reconocido artista. En primera instancia, el moderador compartió una semblanza de Eguía. La plática se distribuyó en la trayectoria, proceso creativo y contenido del libro de quien en 2013 se convirtiera en el primer lagunero en exponer en el Museo Arocena.
En primera instancia, se leyó un prefacio correspondiente al libro ‘El Hacedor’, de Jorge Luis Borges, citado por Sixto Rey, que comienza: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo”.
Y eso es lo que ha hecho Eguía durante más de 25 años, dibujar su mundo. Hoy mantiene algo de aquel chico que decidió dejar la carrera de arquitectura para dedicarse al grabado. Hoy parece alcanzar la madurez necesaria para reconocer que el artista está en constante cambio, porque su entorno también lo está.
“No tiene ningún sentido la vida sabiendo cómo va a terminar. La vida, como un cuadro o un poema, es un proceso creativo”.
El libro lleva por título ‘Verdad’ porque un conocido vasco le comentó a Román Eguía que, en idioma euskera, “Eguía” significa “verdad”. En ese misterio se adentra el creador lagunero.
“Mi obra es un reflejo de mí. Buscar un lenguaje propio es lo más complicado (…) la exploración es lo que me mantiene entusiasmado”.
Eguía asume la responsabilidad hacia su obra. Luego el público llega, la interpreta, y entonces se convierte en arte vivo. Los significados surgen y cambian a través del tiempo. Aldo Valdés destaca que la obra de Eguía es altamente autorreferencial.
“Siempre que habló de arte, habló de vida. Cuando digo que en el arte no existen los errores, es porque la vida tampoco los hay. En el proceso creativo sólo existen los lugares donde no has estado”.
El artista no se permite aburrirse. Si nota indiferencia de su parte, prefiere darse la vuelta y ver la obra desde otra perspectiva. Intenta entrar en ella desde una arista distinta, hasta que logra emocionarse. Cada cuadro es una toma de decisiones, un equilibrio entre errores y aciertos. De nada le sirve trabajar un cuadro si este no lo transforma. La vida también es así, por lo menos para él: “De nada sirve vivirla si no te transforma”.