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Pesadillas del capitalismo tardío en el arte de Sun Yuan y Peng Yu

Crítica del rendimiento, la autoexplotación y la deshumanización

Dogs That Cannot Touch Each Other (2003) 2. Imagen sunyuanpengyu com.

Dogs That Cannot Touch Each Other (2003) 2. Imagen sunyuanpengyu com.

DRA. AURORA HERNÁNDEZ

Según el filósofo y ensayista surcoreano Byung-Chul Han, esta era se caracteriza por un régimen de producción en el que la libertad ya no connota la capacidad de elegir, sino que funciona como un mecanismo de control: el individuo se transforma en su propio jefe. De este modo se sustituye al amo externo por un autocomando silencioso, de acuerdo con el cual uno se exige cada vez más a sí mismo en nombre del rendimiento, la salud o la eficiencia.

Michel Foucault ya nos había advertido que en la modernidad el poder funciona menos a través de la prohibición y más por medio de la producción: producción de discursos, cuerpos dóciles, conocimientos prácticos, sujetos útiles. En el capitalismo de hoy, esta biopolítica adquiere una presencia fuera de lo común: la vida como tal se somete a la gestión, la eficiencia y la utilidad. Guy Debord, por su parte, señaló que esta economía también organiza un mundo de apariencias donde los rostros humanos son reemplazados por imágenes y simulacros, mientras las dinámicas reales de poder permanecen invisibles.

Desde este punto de vista, la deshumanización es resultado de un sistema en el que el cuerpo, el tiempo, la vida y la muerte se convierten en recursos sustituibles. No se trata simplemente de la explotación material, sino de la colonización de la sensibilidad, los afectos y los imaginarios simbólicos.

En este escenario, el trabajo artístico de Sun Yuan y Peng Yu toma forma como una crítica visual a dichas dinámicas. Aunque sus creaciones no se plantean como ilustraciones directas de estas teorías, se insertan en una sensibilidad común: hacer visibles los mecanismos de control, los cuerpos vulnerables, la estetización de la violencia y las narrativas de progreso que encubren la erosión de lo humano. La pareja de artistas emplea dispositivos tecnológicos, materiales orgánicos y composiciones radicales para generar escenas cargadas de tensión, fragilidad y provocación, obligando al espectador a mirar las fricciones estructurales de lo contemporáneo, sin proporcionar soluciones definitivas, pero mostrando señales de advertencia.

LA LIBERTAD COMO AMENAZA

La instalación Freedom es fundamental en este sentido. No llega como una imagen para pensar, sino como un ruido que exige ser sentido. La violencia, el control y la libertad se enfrentan en un entorno industrial. Las características de lo mecánico y lo visceral, lo político y lo simbólico, se articulan en la obra de Yuan y Yu.

En el núcleo de una celda de metal, una manguera negra de alta presión cobra vida. Impulsada por una bomba de agua oculta, se agita dentro de la estructura golpeando sus paredes, lanzando torrentes a alta velocidad y rugiendo dentro de un espacio que finalmente se convierte en un campo de ansiedad. El sonido, el vapor y la oxidación gradual de las superficies se combinan para generar una coreografía inestable, perpetuamente al borde de una caída.

Pero no se trata de espectáculo. Freedom cuestiona: ¿qué significa ser libre ahora? En un mundo a gran escala donde la libertad se sostiene como un mantra universal, los artistas la devuelven al ámbito del conflicto y el peligro. La manguera, liberada de su papel utilitario, presenta una autonomía que ya no diferencia entre producción y destrucción: una fuerza desenfrenada, sin guía y sin contención.

Los espectadores observan, pero no participan. ¿Somos los seres humanos testigos de la libertad o las víctimas de su abundancia?

La obra fusiona la precisión técnica de un espacio meticulosamente construido y una dramaturgia de resonancia. También hay belleza: la brutalidad mecánica cede a imágenes abstractas, las superficies corroídas se convierten en huellas del tiempo y los silencios aumentan la sensación de amenaza.

Freedom no ofrece respuestas. Es una cosa informe, sin rostro y sin órganos; un mecanismo inhumano que desafía nuestras nociones de poder, seguridad y control. Nos invita al reconocimiento de que la libertad, cuando no está disciplinada por la forma, se vuelve poco diferente de la violencia.

Es desde esta perspectiva que el proyecto desarrolla cuestiones que subyacen a toda la producción de este par de artistas: la autonomía como responsabilidad, la tecnología como un nuevo dispositivo de dominio, la libertad como un mito práctico de un sistema que multiplica hasta el extremo el desgaste físico, mental y afectivo. Freedom puede verse como una reformulación semiótica de Can’t Help Myself (2016), un acto destructivo similar a Dogs That Cannot Touch Each Other (2003) o una alegoría del cuerpo descontrolado, como en Body Link (2000).

Sun Yuan y Peng Yu conciben aquí una metáfora del sujeto moderno que está encarcelado en un entorno semejante a un curso libre, pero que en última instancia agota al individuo. En un mundo gobernado por discursos de eficiencia y progreso, esta instalación revela lo que siempre estuvo oculto: una minería que convierte toda la energía vital en desperdicio, toda posibilidad en amenaza.

Can't Help Myself (2016) 2. Imagen sunyuanpengyu.com
Can't Help Myself (2016) 2. Imagen sunyuanpengyu.com

SUJETO DE RENDIMIENTO Y APARATO SIMBÓLICO

El trabajo de estos artistas puede verse como una representación sensorial de la sociedad del rendimiento caracterizada por la fatiga y el control digitalizado, tal como lo formula Byung-Chul Han. En lugar de mirar hacia abajo, Freedom y Can’t Help Myself sumergen a los espectadores en la sobrecarga, la repetición, la desorientación y el agotamiento propios del capitalismo tardío.

Can’t Help Myself consiste en un brazo mecánico que parece intentar contener el flujo de un líquido, muy parecido a la sangre, que se expande sin importar los esfuerzos del artefacto. Esta reiteración estéril ilustra la naturaleza sisifiana del sujeto de rendimiento que es perseguido, como ya se mencionó, no por una forma externa, sino por el sentido que tiene de sí mismo y que está determinado por su productividad.

La coerción, como postula Han, se interioriza: el individuo actúa guiado por la constante ilusión de poder hacer más y más. La máquina encarna esta lógica al descomponerse, no porque esté detenida o bloqueada desde fuera, sino simplemente porque no puede seguir por sí sola. Este esfuerzo sin rumbo se lee como una descripción del sujeto autoexplotado: libre en la superficie, pero sellado dentro de una competencia interminable para ser productivo, lo que Han denomina una violencia neuronal que fatiga, pero no excluye ni castiga.

Dogs That Cannot Touch Each Other simboliza este modelo en que el individuo asume las demandas del sistema como propias. Los perros que participan en esta obra, encasillados cada uno sobre una caminadora, se ejercitan hacia un fin inalcanzable: establecer contacto con el can de enfrente, motivados por un impulso invisible pero claro. No hay látigo, pero hay una anticipación implacable, lo que a Han le gusta llamar libertad forzada o positividad violenta.

Freedom (2009) 2. Imagen sunyuanpengyu.com.
Freedom (2009) 2. Imagen sunyuanpengyu.com.

CONTROL INFORMÁTICO Y FATIGA

El arte de Sun Yuan y Peng Yu está en contra de una vida completamente digitalizada. El dúo evita usar pantallas o softwares en sus instalaciones, y en su lugar despliegan materialidades concretas —agua, metal, carne, hueso— para recordarnos el lugar de las cosas frente a la dominación de la información. No hay interfaces visibles y las máquinas que utilizan no están en red, pero simulan una conectividad: la de un ser disponible todo el tiempo, como Han describe al individuo con smartphone.

En este sentido, el trabajo de la pareja china podría verse como una resistencia estética a la lógica de la hipercomunicación que ordena el entorno digital. Presentan un arte inútil, agresivo y, muy a menudo, no redimido; un arte que no quiere informar pero que busca ser perturbador, efectivo, desbordarse.

Como observa Han, la sociedad del rendimiento también genera síntomas de agotamiento: cansancio crónico, depresión, fatiga existencial. En ese contexto, las obras de Yuan y Yun representan ese desgaste. El brazo mecánico de Can’t Help Myself parece drogado o enfermo, y la manguera de Freedom se atasca en un ciclo repetitivo y autodestructivo sin un fin real. Son las metáforas físicas del karōshi —término japonés que se refiere a la muerte por exceso de trabajo—, de los cuerpos llevados más allá de sus límites.

Las obras de este par de creativos condenan los excesos del capitalismo global, convirtiéndolos en coreografías absurdas, de erosión y confinamiento de la mente. En un período en el que la positividad, la conectividad y la espectacularización son los ideales inquebrantables, Sun Yuan y Peng Yu devuelven al arte su función crítica de mostrar lo que está oculto: detrás del éxito hay sufrimiento; detrás del poder, servidumbre; detrás de la libertad, violencia.

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