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RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

En mi Ciudad, como seguramente acontece en otras poblaciones de nuestro México querido, se dan a conocer cierto tipo de individuos, hombres y mujeres, que por dedicarse a determinada actividad o desempeñar un específico oficio, o por haber participado en un destacado hecho, se vuelven célebres y por lo mismo son notables, se hacen notar, ganando el cariño y la simpatía de la gente. Aquí, en esta columna, haremos la narrativa de algunos de estos casos.

I.- Respetado y temido por sus prácticas y métodos de investigación policíaca, Eduardo Talavera fue un personaje célebre y notable en Gómez Palacio. De estatura media, ni alto ni "chaparro"; muy obeso, lo que no le impedía ser lo suficientemente     ágil para aprehender a los delincuentes que iban en huida. Vestía pantalones anchos, de valenciana amplia; sombrero de ala ancha y semidoblada, que hacía recordar a los actores de películas mexicanas y extranjeras de los 50, 60 y 70 del pasado siglo, sombrero como el que usaban David Silva, Pedro Armendáriz, Miguel Manzano, Arturo de Córdoba y otros. Padre de dos hijos, Arturo y Raúl, que pertenecían al ejército de Estados Unidos, por lo que fueron enviados y participaron en la Guerra de Corea.

Al término de ésta, regresaron a Gómez Palacio, y se les vio con "chamarras" tipo "gringo", llevando en la espalda el mapa del país asiático, para significar que habían estado en aquel conflicto bélico.

Miembro de lo que entonces se llamaron Comisiones de Seguridad de Gómez Palacio, Talavera fue un buen policía. Tuvo su domicilio por la Calle Patoni, entre la Avenidas Victoria y Allende, muy cerca del Barrio Azul, donde operó por un buen tiempo el Cine Elba, propiedad que era de don Javier Ramírez.

II.- Primero fue aficionado y practicante del básquetbol; era un buen jugador; después se convirtió en árbitro de dicho deporte, contratándosele para hacer justicia basquetbolera en las famosas "veintiunas" que organizaban jóvenes, fuesen estudiantes o no, en las canchas del antiguo Deportivo, ubicado  en la calle Santiago Lavín, donde ahora está la Biblioteca Pública Municipal "Francisco Zarco", donde se practicaba el frontenis a "mano pelona"; en las canchas de la "18" y de otros centros escolares. Después en las del Gimnasio "Luis L. Vargas". Ahí se le encontraba cotidianamente, pues hizo de ese espacio su "hábitat".

Corpulento, de regular estatura, regordete, "cachetón"; de abundante y grueso bigote, muy negro; árbitro de oficio, de cuya actividad obtenía los ingresos para satisfacer sus necesidades; se le veía en bailes, fiestas y eventos estudiantiles; de él se decía que era bueno para los "trancazos", por lo que se le veía con temor y con respeto. Bonachón y noble de corazón. Lo conocíamos como "Neri". Su nombre completo era José Pilar Neri, de quien se comentaba había llegado a Gómez Palacio procedente de la ciudad de Durango, identificado con los estudiantes a pesar de no haber sido uno de ellos. Notable y célebre, apreciado por quienes lo conocimos.

III.- En la lucha libre, en las funciones de box, en las corridas de toros, en los partidos de futbol y béisbol, en la presentación de artistas en los desfiles cívicos, en los eventos escolares, en los mítines políticos, en la Arena Olímpica Laguna, en el Gimnasio Luis L. Vargas, en el Teatro Alberto M. Alvarado, en el Centro de Convenciones Francisco Zarco, éstos de Gómez Palacio.

En el Estadio Corona, en el Revolución, en el Auditorio Municipal, en el Estadio Moctezuma, de Torreón, éstos; en la Plaza de Toros "Alberto Balderas", en el Teatro Centauro, ambos de Lerdo; donde hubiera espectáculo y público, ahí estaba ella, con su canasta y el cigarrillo encendido en la boca, ofreciendo su mercancía que, aunque modesta tenía mucha demanda.

Alta, esbelta, de piel clara, con el cabello recogido, sostenido con cinta y tocada la cabeza con una colorida pañoleta". Su nombre era Celia, la "Güera Semillera"; famosa en todas partes y apreciada por todos, ofreciendo su producto con un estilo personal, acento españolizado: "hay shemillas", "cómprenme shemillas, no shean piedrash". Su domicilio se ubicaba por el barrio "El Parralito". La recordamos con su falda ancha de gran vuelo, con su canasta en los brazos, apoyados sobre las caderas que nos hacia recordar a la actriz florista de Los Nardos en la zarzuela española "Las Leandras"-

IV.- Participaban en concursos de baile, en los que era común que salieran triunfadores. Eran excelentes bailarines y no había quien les hiciera competencia en esta actividad. Elasticidad, elegancia rítmica, vistosos giros y tropos, buen ajuste y acoplamiento con la música fuese electrónica o viva, pues lo mismo bailaban al son del tocadiscos que al ritmo de las notas de la Orquesta de Quico Sáenz, de Julián Méndez de Sammy Hernández, de la Comparsa Universitaria de La Laguna, que de Los Pandava.

Muchas veces los vimos actuar en el Club Lagunero, en la Cámara Jr. y en el Salón Willys, dando una exhibición con esas magistrales ejecuciones de mambo, danzón, cha-cha-chá, rock and roll o twist.

Vestían pantalones de mezclilla, trabucos, estilo "pachuco", así llamados en aquella época, camisa desfajada, atada a la cintura, desabrochada, con el pecho expuesto, usaban melena, estilo Tarzán.

Ubicados por el rumbo del mercado municipal José Ramón Valdés, por la Calle Escobedo, casi esquina con Avenida Allende, se les atribuía aptitudes para el boxeo, a este par de célebres y notables personajes de Gómez Palacio, Alejandro y Rodolfo Los Calandriones.

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