
Fernando Savater. Foto: Flickr/ Casa de América
Hombre fuerte, irreverente y versátil, Fernando Savater ha levantado ampollas por sus posturas sobre el nacionalismo, la naturaleza del poder o las posibilidades renovadoras de la democracia, y ha participado en múltiples polémicas culturales, estéticas y políticas de los últimos años.
También ha sido acreedor de numerosos galardones. En 1982 recibió el Premio Nacional de Ensayo por su obra La tarea del héroe. En ese mismo año le otorgaron el Premio Anagrama de Ensayo por Invitación a la ética. Fue finalista, en 1993, del Premio Planeta por su novela epistolar El jardín de las dudas, y lo ganó en 2008 con La hermandad de la buena suerte. En cuanto al género periodístico, obtuvo el galardón Francisco Cerecedo en 1997. Actualmente es coeditor de la reconocida revista Claves para la razón práctica y, hasta 2024, colaborador habitual del periódico español El País.
MORAL Y ÉTICA
El maestro, pensador, escritor y lector español, originario de San Sebastián, se define como “filósofo de compañía”. Su pluma es torrencial, y en este texto se abordará específicamente su libro Ética para Amador, el cual hizo para su hijo, quien entonces era un adolescente. Se trata de una carta abierta con lenguaje directo y desenfadado.
Comienza con la siguiente advertencia: “Este libro no es un manual de ética para alumnos de bachillerato. No contiene información sobre los más destacados autores y más importantes movimientos de la teoría moral a lo largo de la historia”. Afirma que su objetivo al escribirlo tampoco era ser conciencia de nadie. Sin embargo, ha tenido cientos de lectores jóvenes, convirtiéndose en material indispensable para muchos maestros de varios países.
Savater considera a esta rama del conocimiento como una herramienta para iniciar debates y reflexiones. Aclara que la ética en la enseñanza media puede ser una alternativa al estudio religioso. No un sustituto de catecismos ni doctrinas, que se basan en la obediencia, sino un elemento imprescindible para la educación, fundamentado en la libertad.
Por ello empieza por explicar de qué van la ética y la moral. Esta última se refiere a las normas de conducta que una sociedad considera aceptables por costumbre, mientras que la ética consiste en el razonamiento crítico acerca de esas normas, con el fin de confirmar, cuestionar o rechazar su validez.
Señala que, a diferencia de los animales, los seres humanos somos libres, lo que conlleva el deber de inventar y elegir nuestra forma de vida. De este modo, la obra analiza lo que damos por sentado, aquello de lo que no solemos hablar en nuestros círculos sociales. Se pregunta qué es una buena vida humana, a lo que responde que una parte de ello es tener un compromiso hacia los demás; tratarlos con empatía, compasión y dignidad. Sin embargo, también afirma la importancia de ser fiel a uno mismo y actuar con autenticidad sin someterse a la satisfacción de otros.
“Tomarte al otro en serio, es decir, ser capaz de ponerte en su lugar para aceptar prácticamente que es tan real como tú mismo, no significa que siempre debas darle la razón en lo que reclama o en lo que hace. Ni tampoco que, como le tienes por tan real como tú mismo y semejante a ti, debas comportarte como si fueseis idénticos. El dramaturgo y humorista Bernard Shaw solía decir: «No siempre hagas a los demás lo que desees que te hagan a ti: ellos pueden tener gustos diferentes»”, apunta en la página 97 de la edición publicada por Editorial Ariel en 2013.
LIBERTAD RESPONSABLE
Un acierto más en esta obra es la defensa apasionada de su autor por el arte de vivir y de la reflexión como herramienta para dar sentido a nuestros pensamientos y encontrar claridad en momentos difíciles.
En sus nueve capítulos, Ética para Amador nos deja conocer los conceptos de libertad, obediencia, costumbres, caprichos, empatía, justicia, deber, responsabilidad, el bien y el mal, etcétera. También pone de manifiesto la necesidad de pensar por nosotros mismos y reflexionar sobre las decisiones que tomamos, considerando siempre tanto el bienestar propio como el ajeno.
La libertad es tema recurrente en todos los episodios del libro: de pensamiento, de acción, de decisión y, sobre todo, de vivir una buena vida, es decir, tener conciencia sobre la vida misma. Vivir bien, dice el escritor, es saber qué quieres y qué no. La ética es practicar nuestra esencia sin dañar a nadie.
Muchas veces subestimamos lo que tenemos porque siempre ha estado con nosotros, como la libertad en toda la extensión de la palabra, pero también las costumbres y los deseos.
El capítulo VIII, llamado “Tanto gusto”, se refiere al placer. Entre las páginas 106 y 107 expone: “Usar los placeres, como dice Montaigne, es no permitir que cualquiera de ellos te borre la posibilidad de todos los otros y que ninguno te esconda por completo el contexto de la vida nada simple en la que cada uno tiene su ocasión. La diferencia entre el «uso» y el «abuso» es precisamente esa: cuando usas un placer, enriqueces tu vida y no sólo el placer, sino que la vida misma te gusta cada vez más”.
Respecto al tratamiento que muchas veces se le da al placer como algo “inmoral”, sobre todo por parte de sectores religiosos, Savater aclara que buscarlo es natural y que no hay nada de malo en actuar conforme a los deseos, siempre y cuando esto no perjudique nuestra vida o la de otras personas. Para medir las consecuencias de nuestros actos, es fundamental ponerse en el lugar de los demás, sin hacer juicios.
Cuando la ética permea en las acciones diarias, nos convertimos en seres humanizados que pueden enseñar a otros acerca de la libertad responsable, esa en que se piensa bien antes de actuar.
ANÉCDOTAS QUE REFLEJAN CARÁCTER
Fernando Savater visitó a Octavio Paz cuando agonizaba. Marie-Jo, esposa del Nobel de Literatura, le acariciaba la cabeza y le comentó: “Mira, qué pelo más bonito tiene todavía”. El español sintió profunda conmoción y concluyó: “Es por eso por lo que amamos y para lo que amamos: porque allá donde no llegan los libros ni la gloria, aún llega el amor”.
Otro aspecto que habla del carácter humano de Savater tiene que ver con que lleva gafas de colores desde que un día se refugió de la lluvia en la óptica del diseñador italiano Dalilo Carraro, en Venecia. En aquella ocasión, por cortesía, adquirió unas de estas gafas, especialidad de Carraro. Desde entonces no ha dejado de comprarlas, cada vez más llamativas porque reconoce que, a su edad, es la única manera de escandalizar. Se trata de un pequeño acto de libertad que refleja su naturaleza rebelde, la cual, como se mencionó al inicio de este texto, lo ha ubicado en posiciones de polémica y conflicto por su apoyo a las políticas antinacionalistas, social-demócratas, laicistas y liberales, que se alinean más con el concepto de una vida ética.
Sus escritos dan la impresión de que es un padre amoroso, ocupado en dejar la mejor herencia a sus descendientes: herramientas para tener una buena vida, ser empático, conseguir equilibrio, ejercer la libertad y mantener el respeto hacia los demás. Leerlo estimula el pensamiento crítico y promueve el debate. Cuando leemos Ética para Amador, todos nos convertimos en hijos de Savater.