Impacto económico del Mundial 2026 en México

La Copa Mundial de Futbol de 2026, organizada por América del Norte (México, Estados Unidos y Canadá), integrará 48 equipos (16 más que la edición pasada), convirtiéndose en el torneo de este tipo más grande en la historia, con 104 partidos que se llevarán a cabo entre el 11 de junio y el 19 de julio del próximo año en tres estadios mexicanos, dos canadienses y 11 de Estados Unidos. De acuerdo a cálculos de la propia Federación Internacional de Futbol Asociación (FIFA), el evento podría superar los 40 mil millones de dólares en ingresos, por lo que la expectativa mexicana no es únicamente deportiva, sino también económica. 

¿Pero cuántas ganancias habrá realmente? ¿Qué tipo de beneficios dejará? ¿Cómo se distribuirá el impacto financiero en el país? Sólo 13 partidos se celebrarán en territorio nacional, pero se estima un impacto económico de entre cinco mil y siete mil millones de dólares debido al turismo y el consumo de los “pamboleros”, como los llamaría Juan Villoro.  

INFRAESTRUCTURA URBANA 

La justa deportiva en Ciudad de México espera recibir cinco millones de visitantes y podría generar una derrama de 500 millones de dólares tan sólo en consumo, según declaró Carlos Martínez Velázquez, director del Fondo Mixto de Promoción Turística de la capital. Por su parte, Monterrey, que será sede de cuatro encuentros, acogerá alrededor de 2.2 millones de visitantes. En Guadalajara, las estimaciones superan el millón de asistentes externos. 

Actualmente la Ciudad de México tiene una capacidad de poco más de 70 mil habitaciones de hotel que serán superadas ampliamente por la demanda, circunstancia que podría incrementar los precios de hospedaje entre un 200 y 300 por ciento, de acuerdo a los pronósticos de los especialistas. 

Cabe mencionar que la FIFA ya reservó dos mil habitaciones en la capital para los equipos que competirán, los medios de comunicación y el personal logístico. En la Sultana del Norte se cuenta con 16 mil habitaciones y en la Perla Tapatía con 30 mil. En estas dos ciudades el hospedaje también será sobrepasado fácilmente por la demanda, lo que generará oportunidades económicas para los municipios aledaños, beneficiando así a las tres zonas metropolitanas más grandes del país. 

Con la finalidad de estar a la altura del evento, México emprendió una serie de inversiones en infraestructura deportiva y urbana. A diferencia de los Mundiales de los que fue sede en 1970 y 1986, en esta ocasión no hubo necesidad de construir estadios nuevos, por lo que el presupuesto se concentrará en vías de comunicación como metro, trolebús, tren ligero y aeropuertos. 

El grupo Omnilife-Chivas contempla un gasto superior a los 250 millones de pesos para la renovación de iluminación, sonido, conectividad y césped en el Estadio Akron de Guadalajara; mientras que el Estadio BBVA de Monterrey inyectará más de 113 millones para cumplir las especificaciones de la FIFA. Por último, el grupo Ollamani, responsable del Estadio Azteca, informó que la financiación para remodelar al “Coloso de Santa Úrsula” comenzó desde 2024 con 472.9 millones de pesos y se espera que, al terminar las mejoras del inmueble, el presupuesto final agregue aproximadamente mil millones de pesos adicionales. 

EMPLEO Y COMERCIO 

Un evento del tamaño del Mundial de Futbol implica la creación de una gran cantidad de fuentes de empleo, incluyendo trabajos temporales para atender a los miles de visitantes y encargarse de la logística para las sedes, así como personal de seguridad, limpieza, mantenimiento y hostelería. De acuerdo con diversas fuentes, entre las tres ciudades podrían superarse los 40 mil trabajadores. 

También se prevé un impulso importante para el comercio y los servicios debido a la demanda de alimentos, bebidas, ocio, tiendas de souvenirs, artículos deportivos, centros comerciales y demás negocios que aprovecharán “vivir de la patada”. 

Organismos como la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio (Concanaco-Servytur) consideran que esta es una gran oportunidad para micro, pequeñas y medianas empresas de las ciudades mundialistas, donde la digitalización y los servicios en línea podrían hacer la diferencia, pues las empresas más sintonizadas con las nuevas tecnologías obtendrán mejores resultados. De hecho, la Cámara Nacional de Comercio estima que las transacciones digitales vinculadas con el alojamiento están creciendo a dos dígitos actualmente. 

En las últimas dos décadas, la economía mexicana ha experimentado una transformación estructural profunda donde el sector servicios ha pasado de ser un complemento de la actividad industrial y el aparato productivo a convertirse en uno de sus principales motores. Rubros como el turismo, transporte, entretenimiento y más recientemente el deporte representan una parte fundamental del Producto Interno Bruto (PIB) y del empleo nacional. 

Esta tendencia de los últimos años no es exclusiva de México. La terciarización de la economía se ha acelerado con la urbanización, la migración del campo a la ciudad y la digitalización, que han incrementado la demanda de espectáculos y actividades asociadas al ocio y el entretenimiento. 

En este sentido, los deportes han adquirido una nueva dimensión económica. Hoy eventos como el Mundial de Futbol van más allá de la competencia y el valor cultural, para convertirse en gigantescas plataformas de consumo, inversión y desarrollo de infraestructura. Es decir, el deporte se ha convertido en industria por sí mismo: genera empleos, atrae inversiones y estimula el turismo, la hotelería, el transporte, la publicidad y el comercio. 

Además, no se puede perder de vista que gran parte de los mexicanos viven en la informalidad. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), casi el 60 por ciento de los trabajadores son parte de este sector, por lo que seguramente la derrama económica también llegará a los comerciantes sin Registro Federal de Contribuyentes (RFC), como los vendedores ambulantes o fabricantes de souvenirs no autorizados, entre muchos otros que serán parte del engranaje monetario del evento. 

VISIÓN A FUTURO 

La Copa Mundial de Futbol de América del Norte 2026 ya está potenciando inversiones nacionales y extranjeras para la mejora de la infraestructura deportiva, turística y urbana, pero el desafío será traducir el amor por el balompié en beneficios sostenibles, logrando que esas nuevas inversiones se consoliden en el largo plazo una vez finalizado el torneo. 

A diferencia de otras competencias mundiales, México compartirá organización con sus vecinos del norte del continente, lo que ha reducido significativamente la carga financiera directa, aunque también el número de partidos de futbol. Sin embargo, los datos sugieren que el país puede salir muy beneficiado en proporción a la inversión que se realizará. Un manejo inteligente de los recursos podría traducir este beneficio coyuntural en uno de largo alcance. 

El balón está en la cancha de México, la afición mundial está en camino y esperemos que el marcador económico sea positivo cuando se escuche el silbatazo final.