El siglo XXI se ha caracterizado por las transformaciones derivadas de la inclusión de las tecnologías de información y comunicación (TIC) en todos los ámbitos de la vida dando lugar a nuevas formas de comunicación y transmisión del conocimiento entre las personas. Este hecho ha dado pie a la necesidad de modernización y automatización de los servicios bibliotecarios y, por consiguiente, al quehacer cotidiano del bibliotecario. Los procesos que anteriormente se llevaban a cabo para preservar, conservar y difundir la información consistían en poner a disposición de las personas libros y recursos físicos. Sin embargo, actualmente esos procesos se han transformado dando lugar a un nuevo rol del profesional de la biblioteca en respuesta a los cambios tecnológicos y las necesidades de la sociedad actual. Es así como surge el “nuevo bibliotecario del siglo XXI” quien ahora también es un agente de cambio y gestor de la información que debe dominar las TIC para facilitar el acceso a la información en diversos formatos y plataformas, además de proveer alfabetización informacional y digital a su comunidad.
La razón de ser de la biblioteca a lo largo del tiempo ha sido acercar la información a los usuarios independiente de su ubicación y formato. Hoy la biblioteca se encuentra inmersa en un entorno interactivo, digital y global de manera que, para permitir la interacción entre usuario e información, los bibliotecarios deben conocer de manera exhaustiva los elementos que participan en este contexto: las colecciones, independientemente de su formato y medio de presentación, la tecnología y desarrollo de diferentes redes de comunicaciones y de información. Ante esta realidad, cada vez es más común encontrar en las bibliotecas personal especializado que facilita el desarrollo de sistemas e interfaces que permiten al usuario acceder a información institucional y consorciada, por lo que es indispensable su formación profesional y permanente para que pueda ofrecer las soluciones y servicios adecuados. La importancia del bibliotecario actual reside en un hecho tan importante como la difusión del conocimiento, entendido éste como “un bien común” para la sociedad. Como afirma Ortega y Gasset, la profesión de bibliotecario atiende a una necesidad social que “como todo lo que es propiamente humano, no consiste en una magnitud fija, sino que es por esencia variable, migratoria, evolutiva, en suma, histórica”.
El próximo domingo 20 de julio se celebra en México el Día Nacional del Bibliotecario. A partir del año 2004 la Comisión de Biblioteca y Asuntos Editoriales de la Cámara de Senadores instauró esta celebración que reconoce la contribución de las personas dedicadas a la conservación, difusión y preservación del conocimiento y la información. Ese día representa una oportunidad para felicitar y agradecer la dedicación y profesionalismo de quienes ejercen tan noble oficio.