Para poder implementar una cultura de aprendizaje organizacional de forma sistemática en una organización, se tiene que tomar en cuenta que la cultura permea de arriba hacia abajo, por lo que la alta dirección y sus liderazgos deben estar convencidos e involucrados. Si el liderazgo sólo pretende cumplir con el requisito, o hacerlo por pose o apariencias, el proceso no tendrá ningún impacto real.
Se le denomina aprendizaje organizacional a la capacidad que tiene una organización de generar ideas que produzcan nuevo conocimiento y al grado de habilidad y voluntad para transformar ese conocimiento en capacidades para adaptarse a entornos cambiantes, mejorar desempeños, hacer ahorros significativos, crear nuevos procesos, así como innovar en servicios y productos con valor social y económico.
Para potenciar el alcance del aprendizaje organizacional, hay que terminar con la cultura de las "islas de poder" en la cual los departamentos trabajan por su cuenta al interior, cuando los procesos funcionan de forma transversal a lo largo de las diferentes áreas de la organización.
Iniciar el viaje de la organización hacia el aprendizaje organizacional implica propiciar el trabajo interdepartamental e independientemente de jerarquías, incentivar la mejora continua asegurando que los colaboradores conozcan las necesidades de los clientes internos y externos, promoviendo capacitaciones útiles, propiciando la transferencia de tecnología en procesos de fabricación y administrativos, así como obtener certificaciones otorgadas por terceros y tener indicadores claros.
Pero sobre todo implica revisar procesos y formas de hacer las cosas, cuestionando una de las frases más peligrosas en la gestión de organizaciones: "es que siempre se ha hecho así"; eso incentiva la innovación y la exploración de otras vías.
