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Filosofía de la medicina

El “amor a la sabiduría” tiene múltiples beneficios para el ejercicio de la profesión médica, desde avances en la investigación dentro del sector salud hasta una aproximación más humana a la atención de los pacientes.

El personal de la salud debe tener las herramientas cognitivas y emocionales para tratar con el sufrimiento humano. Foto: Freepik

El personal de la salud debe tener las herramientas cognitivas y emocionales para tratar con el sufrimiento humano. Foto: Freepik

FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

Aunque no lo parezca, el ejercicio de la medicina está íntimamente ligado a la filosofía. De hecho, la madre de las ciencias se destaca en todos los niveles del quehacer clínico y lo provee de una visión crítica, transformadora. La práctica médica no se concibe sin ella, entendida como el constante reflexionar sobre lo que hace el profesional de la salud, su búsqueda inacabada de conocimiento sobre el proceso salud-enfermedad o su análisis de la relación médico-paciente. 

Sin las preguntas que surgen del pensamiento filosófico sería imposible llegar a las causas de los procesos propios no sólo de la medicina, sino del conjunto de las ciencias. Además, la filosofía se nutre, a su vez, de los aportes de las distintas esferas y disciplinas científicas, y atraviesa las especializaciones del saber adquirido para generar progresos y transformaciones. 

SALUD FILOSÓFICA 

Sucede que, ante los avances tecnológicos en el terreno de la salud, y la confianza desmedida que el ser humano deposita en ellos, la filosofía se ha dejado de lado. De ahí que se vea como algo necesario recuperar la relación entre estos dos ámbitos y explorar, con mayor profundidad, en qué consisten sus vínculos. La idea es que ambas disciplinas establezcan un diálogo honesto, uno que no comprometa sus identidades y que haga el inventario preciso de sus similitudes y diferencias.

Aplicada a la medicina, la reflexión filosófica tiene mucho que aportar, por ejemplo, a la teoría de los métodos diagnósticos y a la definición de los padecimientos humanos. 

Una de sus contribuciones más destacadas a la fecha tiene que ver justamente con la evolución del concepto de salud, que ha variado desde “la ausencia de enfermedad” hasta “el completo estado de bienestar físico, mental, social e incluso espiritual”. También llevó la salud a la categoría de derecho universal. 

Caduceo, símbolo de Hermes —dios griego que navegaba entre el mundo de los vivos y de los muertos— y la medicina.
Caduceo, símbolo de Hermes —dios griego que navegaba entre el mundo de los vivos y de los muertos— y la medicina.

PENSAMIENTO MÉDICO 

El aporte de los médicos a la historia es difícil de dimensionar. No es descabellado pensar que, sin ellos, los cambios entre periodos históricos y el progreso de un tipo de sociedad a otro habrían sido más tardados, más duros y hasta imposibles. No por nada esta profesión se encuentra entre las más apreciadas por la ciudadanía. 

Esta práctica está asociada a conceptos complejos como el de ser humano, ciencia, tecnología, innovación, todos inscritos en el proceso de salud-enfermedad. La relación con el paciente es una invitación constante a indagar sobre la mejor forma de enfrentarse a cuestiones inevitables como la muerte. 

La investigación clínica también exige filosofía. Un médico sin esta perspectiva, es decir, sin la voluntad de aprender, pronto cae en un ejercicio de la profesión tan tedioso como infértil. Renunciar a la búsqueda de sabiduría —el término “filosofía” viene de los vocablos griegos philos (amor) y sophia (sabiduría)— significa dejar de interesarse en la investigación. Esto hace que todo su trabajo se base en la experiencia. El doctor que deja de desarrollar un conocimiento científico del mundo sólo consigue estancarse, volverse dogmático. Se rezaga y, por esa vía, llega a convertirse en un peligro para sus pacientes. 

Cultivar la reflexión filosófica y hacer que viva, en cambio, contribuye a renovar al personal de la salud; lo alimenta con los progresos que se obtienen en otras ramas del conocimiento al permitirle ubicar las conexiones de esos avances con su ejercicio profesional. 

LOS PROBLEMAS 

En el campo de la salud abundan los problemas filosóficos, como aquellos que se abordan a la hora de definir políticas públicas. Otro gran ejemplo es la bioética médica, que abarca los derechos de los pacientes, entre otras cuestiones morales relacionadas con su atención, diagnóstico y tratamiento. Desde esa óptica, los profesionales de este sector enfrentan dilemas desde el inicio y hasta el final de su práctica. Basta con decir que lideran su trabajo en momentos de sufrimiento para quienes solicitan sus servicios. 

La filosofía puede aportar al personal de salud herramientas para explicar de forma más certera y, sobre todo, más humana, conceptos como muerte, vida, enfermedad, bienestar y demás. 

Un profesional clínico que no se actualiza en la investigación médica corre el riesgo de estancarse y perjudicar a sus pacientes. Foto: Freepik
Un profesional clínico que no se actualiza en la investigación médica corre el riesgo de estancarse y perjudicar a sus pacientes. Foto: Freepik

Muchas voces afirman que la medicina tiene mucho de ciencia y también mucho de arte. En cualquier caso, necesita de la filosofía para desarrollarse. 

Reflexionar sobre la enfermedad ante el paciente, y sobre sus posibles alcances, posibilita al médico afinar la mirada ante las características individuales de quien acude a consulta, discernir entre las variadas formas que existen para paliar su malestar y ayudarle a recuperar la salud.

DIFERENCIAS 

La filosofía y la ciencia clínica buscan lo mismo: el bien de las personas. Una se centra más en la mente, en el espíritu; la otra, en el cuerpo. Eso no es un impedimento para que trabajen de la mano por el bienestar del ser humano; al contrario, se complementan. Juntas construyen una base científica, elaboran una ética y exploran mejor la relación cuerpo-alma. 

La filosofía puede ayudar a la medicina a conocer su verdadera esencia, a tomar decisiones bioéticas, comprender mejor al enfermo y gestionar la muerte. 

Vida y salud son los bienes más preciados, y es un hecho que, si se carece de esta última, la vida pierde gran parte de su sentido. 

En tiempos de crisis sanitarias, en días en que los problemas de salud mental están a la orden del día, la filosofía y la medicina juegan un papel imprescindible. 

La práctica clínica requiere apoyarse en una búsqueda de conocimiento que se sitúe por encima de los problemas, que pregunte por los fines y objetivos que queremos ver materializados en el ejercicio médico. 

Como campo de reflexión, la filosofía de la salud es sencillamente invaluable para el avance de este sector y de la humanidad.

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Escrito en: Fabio Pérez filosfía de la medicina filosofía médica filosofía clínica

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