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Extra-Terrestre: jugar a crear otros mundos

Primera exposición de Zona Maco Lab, espacio de experimentación de arte contemporáneo que buscó generar una experiencia inmersiva para reflexionar sobre nuestra relación con la tecnología, la ciencia, las narrativas ficticias y aquello que desconocemos.

Imagen: Ana Sofía Mendoza. Personaje creado por el ilustrador Urmeer.

Imagen: Ana Sofía Mendoza. Personaje creado por el ilustrador Urmeer.

ANA SOFÍA MENDOZA DÍAZ

El juego es quizá la mayor expresión de libertad en el reino animal. El historiador y filósofo Johan Huizinga decía, de hecho, que la libertad es la principal característica de toda actividad lúdica y que, en el ser humano, en los albores de la civilización, el juego alcanzó una complejidad capaz de proponer nuevos mundos porque reunió otras dos cualidades: ser algo extraordinario (fuera de la cotidianidad) y poseer sus propias reglas. Con estos atributos, concluyó Huizinga, comenzó a formarse lo que llamamos “la cultura”, particularmente la espiritualidad. 

¿Qué es un rito si no un acontecimiento ajeno a la vida cotidiana, con su propio orden, al que una comunidad se entrega por voluntad propia? Así como los niños simulan ser astronautas, maestros, cantantes, futbolistas, etcétera, para hacerse una idea del papel que tendrán en la sociedad, los antiguos homo sapiens representaban roles determinados en las ceremonias que realizaban, con el fin de descubrir su lugar en el universo y su relación con la naturaleza, con lo divino, con lo desconocido.

Si bien muchas de las religiones que sobreviven en la actualidad devinieron en instrumentos de poder y control, despojándolas así de su espíritu lúdico, lo cierto es que en nuestra especie prevalece el deseo por explorar el vínculo de la humanidad con algo mucho más grande que ella, sea un dios, una conciencia universal o el espacio exterior.

Bajo esta inquietud es que surgió Extra-Terrestre, la primera exposición organizada desde Zona Maco Lab, proyecto creado en 2024 y que se define como “un espacio para la experimentación de la imaginación a través del arte contemporáneo 

Esta edición inaugural abrió sus puertas el 10 de julio de este año en Casa Hotbook, ubicada en el 280 de la calle Monte Líbano, en Lomas de Chapultepec, Ciudad de México. Ingresar a este lugar es adentrarse en un mundo de ciencia ficción o, mejor dicho, de ciencias ficciones, donde convergen, en palabras de la curadoraMarcela Chao, desde lo “clarkeano” hasta lo “asimoviano”; es decir, desde el entusiasmo por el progreso tecnológico de Arthur C. Clarke hasta las preocupaciones humanistas y medioambientales de Isaac Asimov.

Extra-Terrestre reúne la obra de Ale de la Puente, Julia Carrillo, Julien Lombardi, Santiago Gomez, Romeo Gómez López, Urmeer, Eduardo Thomas, Lila Pesadilla, Rodrigo Garrido, Lacho Villanueva, Pablo Fierro y Maisie Cousins, así como piezas de la Galería Hilario Galguera, Bob Schalkwijk y Alejandro Chaskielberg, la galería Almanaque y Simón Vega de la galería MAIA.

Todos estos artistas juegan con la tecnología, las materialidades, las narrativas de ciencia ficción, el imaginario colectivo en torno al universo que nos rodea y hasta con la paranoia que despierta la inteligencia artificial. El resultado es una experiencia inmersiva que invita a reflexionar sobre cómo nos enfrentamos a todo aquello que no termina de resultarnos familiar, así sea el mismo planeta que habitamos.

Imagen: Abraham Esparza. El universo está hecho de historias, de Ale de la Puente.
Imagen: Abraham Esparza. El universo está hecho de historias, de Ale de la Puente.

LAS ENTRAÑAS DE UNA EXPERIENCIA INMERSIVA

En la planta baja, las obras dialogan con el concepto que tenemos de tiempo y espacio. En su instalación Antes del cenit, Carrillo utiliza un prisma para reflejar un arcoíris sobre un muro. Se trata de un espectro luminoso frágil, que cada cierto tiempo pierde todo su color para volverse blanco. Esto se debe a que el prisma contiene agua que va cayendo a cuentagotas. Con cada gota, el cuerpo líquido se mueve, provocando ondulaciones en el arcoíris cada vez más marcadas, hasta que simplemente los colores dejan de difractarse.

Eventualmente, el proceso vuelve a comenzar, como inicia cada día con sus momentos imposibles de aprehender, de congelar, por mucho que deseemos hacerlo.

En esta misma sala, Ale de la Puente presenta El universo está hecho de historias, una instalación que consta de un gran espejo redondo rodeado de piezas metálicas que asemejan estrellas. “En la astronomía también se conoce el universo a partir de sus sombras y a partir de lo que no vemos. La idea es simular un hoyo negro donde reflejamos esas múltiples posibilidades de otros mundos. El hoyo no deja ver nada, pero aun así se refleja el arcoíris”, explica la artista, quien hace hincapié en que la pieza es un recordatorio de que la noción que tenemos del universo es una mera representación que nunca podremos comprobar con nuestros propios ojos, sino únicamente a través de dispositivos tecnológicos.

En las plantas superiores se explora más la relación entre la vida y las máquinas. Al subir las escaleras se encuentra una sala habitada por un globo terráqueo antropomorfo llamado Mundita. El personaje fue creado por el ilustrador Urmeer para plantear cómo el ser humano se ha encargado de cosificar al planeta Tierra para explotarlo sin medida y con fines meramente capitalistas.

Imagen: Abraham Esparza. Público ante la obra audiovisual Overview 7.1, de Lacho Villanueva.
Imagen: Abraham Esparza. Público ante la obra audiovisual Overview 7.1, de Lacho Villanueva.

Por distintos rincones también se extienden las piezas de la serie Ambientes xenobióticos de Santiago Gomez, las cuales consisten en contenedores artificiales que funcionan como hábitats para las “morfologías alienígenas” que ha construido. “Van a encontrar una serie de materiales extraños, viscosos, mojados, que están conversando con otros puramente sintéticos, o derivados de procesos digitales como la impresión 3D”, señala el artista colombiano. Se trata de materia que, lo sea o no, parece orgánica, y su carácter desconocido e incluso intencionalmente repugnante despierta en el espectador una pregunta incómoda: ¿Realmente valoramos toda forma de vida?

Romeo Gómez López, por su parte, cuestiona la naturaleza destructiva de nuestra especie a través de sus esculturas de bronce y resina, que representan a mantis religiosas con trajes de astronautas. En su futuro imaginario, estos insectos han desarrollado una inteligencia y una tecnología similares a las que poseemos en la actualidad, pero conservan uno de sus instintos más básicos: las hembras le siguen arrancando la cabeza a los machos después de reproducirse. “Me interesa mucho cómo las novelas de ciencia ficción predicen un poco de los tiempos que vivimos. Como que la humanidad siempre ha estado prediciendo las catástrofes que van a pasar, porque es muy fácil proyectar que lo que los humanos ya han hecho, pues lo volverán a hacer, ¿no?”, reflexiona el escultor. Su arte encarna la historia que se repite sin que la sociedad parezca aprender nada de los escenarios distópicos que ella misma crea.

También Rodrigo Garrido explora narrativas distópicas, en particular las que han surgido recientemente con el desarrollo de la inteligencia artificial. Sus esculturas sentientes, como él las llama, utilizan la ironía para despertar discusiones en torno a los límites de las máquinas y los del ser humano. Su obra We Don’t Trust You (No confiamos en ti) consiste en un robot humanoide que brinda consejos financieros humorísticos —usar los momentos de arrrepentimiento como inversión, por ejemplo—, a la vez que se vigila así misma con un sistema de cámaras y sensores.

“Por eso el título de We Don’t Trust You, que es: «Ayúdanos, porque nosotros no hemos sido capaces de generar un mejor sistema; pero no confiamos en ti, así es que vigílate». Y por eso la pieza tiene este sistema de cámaras para estarse vigilando, y si en algún momento detectara ella misma que pudiera hacer algo en contra de los humanos, se apagaría de forma inmediata”. 

Imagen: Ana Sofía Mendoza. Mural de Julien Lombardi.
Imagen: Ana Sofía Mendoza. Mural de Julien Lombardi.

Pero no todo es distopía. El recorrido por el interior de la casa cierra con una pieza audiovisual cargada de esperanza: Overview 7.1, de Lacho Villanueva, que se basa en el efecto overview que viven los astronautas una vez que han admirado la Tierra desde el espacio: “Cuando salen del planeta, salen como pilotos, ingenieros y demás; pero cuando regresan, llegan comprometidos con temas humanitarios, con salvar el mundo”, expresa Villanueva, porque “se reconocen como parte del todo”. Su obra, que utiliza imágenes del archivo de la NASA procesadas con pixel mapping, es una invitación al espectador para conectar consigo mismo y con todo aquello que lo rodea. 

Los espacios exteriores de la casa, como el patio y la terraza, también están intervenidos. Por ejemplo, con un mural de Julien Lombardi que juega con la escala para mostrar el mundo microscópico que hay en una piedra; o las esculturas de Pablo Fierro, que representan los períodos de transición en la vida de todo individuo; o la habitación extraterrestre de Eduardo Thomas y Lila Pesadilla, cuyo protagonista es una televisión que muestra un archivo de películas mexicanas de ciencia ficción.

En este recorrido no falta el sentido del humor,pero, sobre todo, esa capacidad de asombro y curiosidad que pierde toda persona que deja de jugar una vez que finaliza su infancia.

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