
Entender y trabajar la psicomotricidad
El movimiento corporal es una acción presente en casi todas las actividades que realizan los seres humanos. Aprender a mover la cabeza, las manos y los dedos, son algunos de los resultados del desarrollo psicomotriz, clave en el desarrollo de cualquier persona, y que se recomienda trabajar desde etapas tempranas.
La psicomotricidad, explica Mariela Mendoza Morán en su artículo de investigación Desarrollo de la motricidad fina y gruesa en etapa infantil, se divide en dos tipos: gruesa y fina. Mientras que la primera se refiere a los movimientos grandes del cuerpo del niño o la niña, la segunda implica las pequeñas acciones de los grupos musculares de cara, manos, pies, boca y otras partes específicas del cuerpo.
Como lo menciona Mendoza Morán en su investigación “está comprobado que en los primeros años es recomendable las clases y actividades físicas ya que enriquecen la vida de los niños, el desarrollo físico, social y cognitivo. En ninguna otra etapa de la vida es tan importante la educación física como en los años preescolares”.

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Más que una salida emocional, es una forma de mejorar el bienestar generalPara trabajar ambas motricidades, es recomendable:
Motricidad gruesa
- Derribar pirámides de objetos; pueden ser legos o latas, por ejemplo.
- Darle al niño o niña objetos de diferentes tamaños y pesos para que los agarre.
- Lanzar un globo o una pelota, e intercambiarla entre dos o más personas, para que el objeto vaya y regrese a él.
- Saltar la cuerda.
- Armar rompecabezas del cuerpo humano.
- Ir a un parque. Esta actividad es multifuncional porque algunos de estos lugares se prestan para que el menor pueda realizar una amplia variedad de actividades. Ahí puede correr, saltar la cuerda, escalar o realizar otras acciones que incentiven su equilibrio.

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- Pellizcar trocitos de plastilina y hacer bolitas de tamaño pequeño.
- Realizar juego libre con la plastilina.
- Abrochar y desabrochar cremalleras y botones.
- Abrir y cerrar envases.
- Tocar palmas, primero libremente, después siguiendo ritmos específicos.
- Imitar con las manos movimientos de animales. Por ejemplo, hacer garras como los leones, mover las manos como vuelan los pájaros, etc.
- Abrir una mano mientras se cierra la otra. Empezando por movimientos lentos y luego más rápidos.
- Poner las dos manos sobre la mesa y levantar los dedos uno detrás de otro, empezando por los dedos meñiques.
Importante para el desarrollo
Mendoza Morán expone que al trabajar la motricidad gruesa, se logra que tanto niños como niñas aprendan a cambiar la posición de su cuerpo y así aprender a controlar su fuerza.
“Este tipo de motricidad es la habilidad que el niño va adquiriendo para mover armoniosamente los músculos del cuerpo de modo que puede, poco a poco, mantener el equilibrio de la cabeza, del tronco y extremidades para sentarse, gatear, ponerse de pie y desplazarse con facilidad, caminando o corriendo”.

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