La mañana de este lunes no trajo esperanza para decenas de familias que dependen de su trabajo en la pequeña zona industrial de Nueva Laguna Norte. En lugar de abrir puertas, muchas empresas permanecieron cerradas, sumergidas —literalmente— bajo aguas que no han dejado de acumularse desde el fin de semana.
Los rostros del desánimo se repiten entre trabajadores que llegaron a pie solo para descubrir que el acceso era imposible.
"Hoy amanecimos sin poder entrar, los talleres están inundados, la gente está parada, sin saber qué hacer", relata uno de los empleados, con la voz entre la impotencia y la preocupación.
Las lluvias han convertido seis cuadras completas en una laguna que paraliza el corazón productivo de la zona. Diversas empresas han detenido operaciones, no porque quieran, sino porque no hay manera de llegar, producir ni vender.
"A los trabajadores se les sigue pagando, aunque no podamos operar. Ya entró el agua a las bodegas. Es como ver cómo se nos escapa el esfuerzo de años por una lluvia mal contenida", lamenta un empresario.
La zona más golpeada por las inundaciones se ubica sobre la avenida Carlos Salinas de Gortari, entre las calles Primera y Sexta. Lo más alarmante, dicen, es que el agua ya empieza a mezclarse con el drenaje, convirtiendo la situación en un posible foco de infección.
“No somos expertos, pero esto no se puede dejar así. Si cada lluvia nos obliga a parar, vamos a terminar cerrando nuestras puertas”, advierte otro propietario, con más miedo que certeza.
Mientras se espera una acción concreta de las autoridades, los afectados siguen intentando, con lo que tienen, mitigar el daño. Pero ya no basta con sacos de arena ni con pipas. Detrás de cada empresa inundada hay familias enteras esperando que no se les hunda también el sustento.

Empresas de Nueva Laguna Norte exigen solución urgente a inundaciones para evitar quiebra