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El Domo Dorado de Trump: entre el poder y la paranoia

Se trata de un proyecto sin precedentes conformado por un conjunto de satélites e interceptores que protegería a cualquier punto de Estados Unidos de ataques con misiles.

Donald Trump anunció el 20 de mayo el proyecto Domo Dorado, el cual tiene un costo estimado de 175 mil millones de dólares. Foto Chris Kleponis EFE

Donald Trump anunció el 20 de mayo el proyecto Domo Dorado, el cual tiene un costo estimado de 175 mil millones de dólares. Foto Chris Kleponis EFE

ABRAHAM ESPARZA VELASCO

El imaginario colectivo de Estados Unidos está plagado de paranoias: conspiraciones alienígenas, una constante sospecha sobre la información que podría estar ocultando su propio gobierno y, sobre todo, una gran aprehensión hacia otros países y su influencia. De hecho, este último aspecto se ha intensificado en el mandato de Donald Trump a tal grado que el presidente amagó con aplicar aranceles a películas producidas en otras naciones, ya que considera que contienen propaganda en contra de Estados Unidos. 

Esa manía podría llegar a tener una representación tecnológica, una exacerbación del preparacionismo, de la protección de los búnkers y del miedo al extranjero: el llamado “Domo Dorado”, cuyo objetivo sería proteger a todo el territorio de las barras y las estrellas de cualquier ataque con misiles. 

MEGALOMANÍA E IDIOSINCRACIA 

El pasado 20 de mayo, desde el despacho oval de la Casa Blanca, Donald Trump anunció la construcción del Domo Dorado, asegurando que el proyecto sería completado durante su administración con un costo de 175 mil millones de dólares. 

La megalomanía y el afán reformador siempre han jugado un papel clave en las estrategias del mandatario estadounidense, desde un rascacielos con su nombre en letras doradas hasta el levantamiento de más de 700 kilómetros de muro (hecho en parte con material de Cemex) en la frontera con México. Eso nos ha llevado a este extraño punto, donde existen planes para hacer realidad un escudo protector salido de la ciencia ficción. 

La controvertida estructura combina funciones políticas, mediáticas y, por supuesto, simbólicas. No se trata, sin embargo, de una construcción física, sino de un sistema militar cuyo alcance para interceptar misiles tendría la forma de un domo. 

Una empresa de esta índole está cargada de desafíos técnicos. No obstante, a pesar de que la visión de Trump y de sus seguidores suele estar alejada de la realidad y mantener una extravagancia ingenua, puede concretarse en proyectos reales. Por ello es necesario evaluar las posibilidades de realización del domo, pero también es importante analizar sus características simbólicas e idiosincráticas, que giran en torno al culto a la personalidad y la siempre presente paranoia política de Estados Unidos. 

Ilustración de los satélites en la llamada capa de seguimiento, donde se detectarán y rastrearán los misiles entrantes. Imagen: Northrop Grumamn
Ilustración de los satélites en la llamada capa de seguimiento, donde se detectarán y rastrearán los misiles entrantes. Imagen: Northrop Grumamn

Los académicos Robert Hariman y John Louis Lucaites advierten, en su libro No se necesita título: fotografías icónicas, cultura pública y democracia liberal (2007), que la opinión pública por lo general rechaza las estructuras monumentales porque se interpretan como una señal de totalitarismo. Al no tratarse de una forma escultórica o arquitectónica en sí, las reacciones hacia el Domo Dorado pueden variar, pero no es posible negar que se trata de un sistema militar de proporciones inéditas. De realizarse, sería un monumento cercano a lo napoleónico y un símbolo actual del imperialismo. 

Su existencia, incluso como mero diseño, arroja luz sobre las pretensiones de Trump y sus simpatizantes: proteger —o mejor dicho, separar— a un país entero del resto del mundo, para preservar la “grandeza americana”. Se trata de un acercamiento peligroso entre los límites que separan la religión del fervor nacionalista. 

Los domos están presentes en edificaciones sacras y políticas que a lo largo de la historia han buscado generar obediencia, identidad o temor reverencial. No por nada se le ha llamado Domo Dorado, a pesar de que su verdadera forma es la de una red de satélites que detectan misiles desde el espacio y que activan interceptores en un área determinada, en este caso, alrededor de todo el territorio estadounidense, con su perímetro de más de 30 mil kilómetros entre la frontera con México, la frontera con Canadá y su línea costera.

LA VERSIÓN DE HIERRO 

Desde el punto de vista técnico, Estados Unidos tiene la capacidad para desarrollar mecanismos similares al supuesto Domo Dorado. De hecho, financió y participó en la construcción de uno muy similar en Israel, conocido como Domo de Hierro, aunque evidentemente a menor escala. 

Se trata de un sistema de defensa antimisiles desarrollado por la corporación Rafael Advanced Defense Systems y la Industria Aeroespacial de Israel. Opera desde el año 2011 y está diseñado para interceptar misiles de corto alcance, proyectiles de artillería y morteros antes de que impacten en áreas habitadas. Según datos del sitio web The Week, ha tenido una eficacia del 90 por ciento desde que se puso en marcha. 

La financiación de la estructura militar ascendió a un estimado de 270 millones de dólares, además de contribuciones de 1.6 millones de dólares para apoyar la producción y mantenimiento del sistema, todo proveniente de Estados Unidos, según el Centro de Estudios en Seguridad ETH Zürich. 

El Domo de Hierro intercepta misiles lanzados por Hamás desde Gaza sobre la ciudad de Netivot el 8 de octubre de 2024. Foto: AFP/ Mahmud Hams
El Domo de Hierro intercepta misiles lanzados por Hamás desde Gaza sobre la ciudad de Netivot el 8 de octubre de 2024. Foto: AFP/ Mahmud Hams

De acuerdo con Matthew Gault, periodista especializado en conflictos armados y cultura, el Domo Dorado es imposible de realizar con el presupuesto que prevé la administración Trump, pero generará grandes ganancias para las compañías de defensa que participen en su desarrollo. 

MEGAPROYECTOS FALLIDOS 

Sin embargo, la fuerte carga ideológica de este escudo podría generar conflictos legales si se pretende ubicar en terrenos federales y utilizar fondos públicos para su fabricación. La oposición y organizaciones civiles que no  están de acuerdo con su realización podrían invocar el principio de neutralidad del Estado respecto a ideologías políticas, aludiendo a la primera enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. 

Cabe mencionar que el presidente ha impulsado proyectos enormes en el pasado, aunque la mayoría ha enfrentado litigios y problemas económicos que los han dejado inconclusos, según lo demuestra el reportero de The New York Times Timothy L. O’Brien en su libro TrumpNation: The Art of Being the Donald (2016). 

Uno de los casos más representativos de esta tendencia es el Trump Taj Mahal en Atlantic City, inaugurado en 1990 cuando el magnate aún no había llegado a la política. Anunciado como “la octava maravilla del mundo”, el casino acumuló enormes pérdidas, entró en bancarrota en menos de dos años y finalmente fue vendido. 

The New York Times reportó, en 2013, que la Universidad Trump fracasó al no tener acreditación oficial. Prometía enseñar los secretos del éxito inmobiliario e irónicamente terminó enfrentando una demanda colectiva y una multa por fraude que ascendió a los 25 millones de dólares. 

El Hotel Internacional y Torre de Trump en Baja California, México, nunca fue concluido a pesar de la inversión que recibió por adelantado, por lo que también acumuló demandas por fraude. 

Al parecer, esta mercadotecnia grandilocuente en los negocios pasó a la política, provocando una notable aceptación por parte de los simpatizantes de Trump. 

Visualización de una constelación global de interceptores espaciales como la propuesta por el Domo Dorado. Foto: Wikimedia Commons
Visualización de una constelación global de interceptores espaciales como la propuesta por el Domo Dorado. Foto: Wikimedia Commons

PARANOIA Y DISTOPÍA 

En la ciencia ficción, el domo protector es una figura recurrente en historias sobre catástrofes externas como accidentes radiactivos, guerras nucleares, contaminación o invasiones alienígenas. El ejemplo clásico es el de Bajo el domo (2009), de Stephen King, donde una pequeña ciudad queda atrapada bajo una cúpula invisible, provocando tensiones sociales y psicológicas al quedar aislada del mundo exterior. 

El domo representa, en estos relatos, una ambivalencia. Promete orden, control y seguridad, pero también encarna el miedo al otro y el aislamiento, así como las dinámicas de vigilancia y control propias del autoritarismo. 

El estilo paranoide en la política americana (1964), de Richard Hofstadter, describe una dinámica en que la vida política en Estados Unidos abraza una narrativa apocalíptica, movilizada por símbolos de pureza, restauración y guerra cultural. Así, el Domo Dorado se inscribe en una tradición profunda de paranoia en la gran potencia de Norteamérica.

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