Siglo Nuevo Opinión Salud Nuestro Mundo

Salud

El cuidado del enfermo

La mayoría de las enfermedades exigen ciertas medidas mínimas para asegurar la recuperación exitosa del paciente, así como prestar atención a ciertos signos alarmantes.

Foto: Freepik

Foto: Freepik

FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

Las enfermedades debilitan el cuerpo y reclaman atenciones especiales, por ejemplo, la consulta médica o el uso de medicamentos, para que el paciente pueda volver a la normalidad. En no pocas ocasiones, la parte más importante del tratamiento son los cuidados que se le brindan al enfermo. 

En muchas ocasiones, la persona lleva su convalecencia en el hogar. Por ello, hay que tener claro qué es lo que debemos hacer para ayudarla. 

Primero que nada, hay que ubicarla en un sitio cómodo, tranquilo, con ventilación y luz, así como protegerla tanto del calor como del frío. Esto último significa, en temporadas de bajas temperaturas, tener lista la sábana o la cobija para taparlo; en los días calurosos, en cambio, hay que poner a su disposición un ventilador, refrigeración, algo que ayude a mitigar las altas temperaturas. 

La mayoría de los padecimientos reclaman que el enfermo beba muchos líquidos. Se vale suministrarle agua, jugos, incluso refresco, pero nada de bebidas alcohólicas. 

También hay que ayudarle a mantenerse limpio. Salvo que el médico disponga lo contrario, lo ideal es que se bañe todos los días. Si la gravedad del mal no le permite abandonar el lecho, la solución es tomar un trapo limpio, una esponja y agua tibia, y proceder a asearlo. Que use ropa limpia y que la cama tenga sábanas y cobijas bien lavadas es otra medida elemental. Cuidar a un paciente también significa estar atento a que, cuando se alimente, no queden migajas en la cama. 

ALIMENTOS Y BEBIDAS 

Muchas enfermedades quitan el apetito. Si bien la mayor parte de los padecimientos no demandan dietas especiales, hay que instar al aquejado a que ingiera alimentos nutritivos siempre que pueda. Ejemplos de males que reclaman regímenes específicos son la anemia, las úlceras estomacales, la diabetes, los problemas del corazón y la hipertensión. 

Foto: Unsplash/ Jen P
Foto: Unsplash/ Jen P

Eso sí, a veces, comer es una tarea difícil para el enfermo; llega a ser necesario moler los alimentos o recurrir solamente a sopas y jugos para nutrirlo. Atole de maicena, sopa de arroz, trigo, avena y papa son comestibles que aportan energía. Si además añadimos algo de azúcar y algo de aceite vegetal, el aporte energético aumenta. Hay que procurar darle pequeñas cantidades de comida varias veces al día. También conviene animarlo a tomar bebidas dulces, especialmente si no come mucho.

En lo relativo a los líquidos, si la persona sólo puede tomar una poca cantidad de una vez, hay que darle pequeños sorbos con frecuencia. Si tiene dificultad para tragar, por ejemplo, es aconsejable darle unos traguitos cada diez minutos. 

El cuidador debe medir la cantidad de líquido que el enfermo toma cada día. Un adulto necesita al menos dos litros de agua, jugos y demás cada 24 horas y debe orinar al menos el equivalente a una taza, cerca de un cuarto de litro, unas tres o cuatro veces diariamente. Muchas veces la deshidratación complica el estado del paciente. Si no puede tomar líquidos, existe la opción de recurrir a un profesional sanitario para que aplique un suero por vía intravenosa.

POSICIÓN Y CONDICIÓN 

Cuando una persona está demasiado débil y no puede cambiar su posición en la cama por sí misma, hay que ayudarla a hacerlo; no una, sino muchas veces al día. Esto es importante para evitar la aparición de llagas de presión. Si el paciente es un niño que lleva mucho tiempo enfermo, lo ideal es cargarlo en brazos de forma frecuente. 

Cambiar la posición no tiene que ver solamente con su comodidad; ayuda a evitar que sufra una pulmonía, amenaza constante para quienes están muy débiles, o con muy bajas defensas, y deben pasar mucho tiempo en cama. Signos de este problema son calentura, tos y una respiración corta y rápida. 

El cuidador debe estar al pendiente de cualquier cambio en la condición del enfermo. Una tarea indispensable es medirle, al menos cuatro veces al día, los signos vitales: grados de temperatura, latidos por minuto y frecuencia respiratoria. Esos signos pueden indicarnos si la persona está empeorando o mejorando.

Hay que cambiar su posición en la cama muchas veces al día. Esto es importante para evitar la aparición de llagas de presión. Foto: Unsplash/ Maksym Mazur
Hay que cambiar su posición en la cama muchas veces al día. Esto es importante para evitar la aparición de llagas de presión. Foto: Unsplash/ Maksym Mazur

SEÑALES GRAVES 

Hay una gran variedad de signos de enfermedad a los que el cuidador debe estar atento porque exigen conseguir ayuda médica de inmediato. 

Es el caso de la tos con sangre, labios y uñas de color azul, presentar una gran dificultad para respirar que no se alivia con descanso, que el enfermo parezca dormido y no reaccione a pesar de nuestros intentos por despertarlo, o que sufra una debilidad muy grande, tanto que se desmaye al ponerse de pie. 

Buscar asistencia clínica también es indispensable cuando el paciente pasa doce horas o más sin orinar, si lleva más de un día sin poder tomar líquidos, o si sufre vómitos o diarrea fuerte por más de dos horas. 

Si se deja pasar tiempo ante alguno de estos síntomas (hay más y conviene informarse sobre ellos), el enfermo puede llegar al punto en que le sea imposible resistir el viaje hasta una unidad de salud. 

Cabe mencionar que en situaciones en que es muy difícil mover a la persona sin lastimarla, es mejor llevar hasta ella al profesional de la salud. Sin embargo, ante emergencias como una apendicitis sólo hay una manera de proceder: trasladarla inmediatamente al hospital. 

CUIDAR AL CUIDADOR 

El cuidado de un ser querido pone a prueba incluso a las personas más voluntariosas y con mayor capacidad de resiliencia. Por eso, quien está a cargo de atender a un familiar enfermo debe tomar medidas para mantenerse saludable. 

Velar por el bienestar de alguien puede causar estrés emocional y físico, y abrir la puerta a emociones como enojo, frustración, agotamiento o tristeza. Para no desgastarse hasta esos extremos, el cuidador debe reconocer cuando necesita ayuda. ¿Qué hacer? Una buena medida es elaborar una lista de tareas en las que el resto de la familia puede restarle carga, como llevar al paciente a sus citas médicas o a dar paseos de forma regular. Otras medidas son concentrarse en lo que puede hacer y decir “no” a las peticiones que le resulten agotadoras. 

Mantener el bienestar físico y mental es esencial. Con ese fin conviene dormir bien, hacer ejercicio, seguir una dieta saludable y mantener contacto con familiares y amigos que le apoyen, así como darse tiempo para visitarlos.

Leer más de Siglo Nuevo

Escrito en: Fabio Pérez convalecencia cuidado del enfermo cuidador

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Siglo Nuevo

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Foto: Freepik

Clasificados

ID: 2382690

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx