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Carnes procesadas: riesgo cancerígeno latente

La OMS estima que el 20 por ciento de los casos de cáncer colorrectal están relacionados con este tipo de productos, que además aumentan las probabilidades de desarrollar otros padecimientos.

Imagen: Unsplash/ Travel Yewell Es conveniente darle prioridad al pescado para cubrir
el aporte proteínico que necesita el organismo.

Imagen: Unsplash/ Travel Yewell Es conveniente darle prioridad al pescado para cubrir el aporte proteínico que necesita el organismo.

FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

La comunidad médica advierte que el consumo de carnes procesadas, como hamburguesas, salchichas u otros embutidos, es un pésimo hábito, dado que está asociado con la aparición de cáncer colorrectal. 

Antes de avanzar conviene saber que la carne roja es toda aquella que proviene del músculo de los mamíferos, como reses, terneras, cerdos, corderos, caballos, cabras, etcétera, y quien la consume obtiene de ella importantes cantidades de hierro y grasa. Su color se debe a que contiene una alta cantidad de una proteína llamada mioglobina. 

La carne procesada, en cambio, se refiere a aquella que ha sido transformada al salarse, curarse, fermentarse o ahumarse, entre otros procesos. En su composición suele haber algo de cerdo y algo de res, pero no exclusivamente, ya que puede contener menudencia se incluso subproductos cárnicos como la sangre. 

También existe, desde luego, la carne blanca, la más recomendable, aquella que se extrae de aves (como el pollo, el pavo y la perdiz) y de mamíferos pequeños como el conejo. Posee mioglobina, hierro y grasa, pero en cantidades menores que la carne roja.

LLENA DE RIESGOS

Desde hace una década, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha marcado a la carne procesada como cancerígena. A últimas fechas, al interior de la comunidad médica se ha llegado al consenso de que la ingesta de salchichas, jamón y productos similares incrementa el riesgo de cáncer debido, principalmente, a las nitrosaminas, compuestos que dañan las células del aparato digestivo.

Se estima que el mundo podría disminuir en hasta un veinte por ciento los casos de cáncer colorrectal con la eliminación del consumo de carne procesada, que, además, favorece el desarrollo de males como diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares, arte riosclerosis, resistencia a la insulina y problemas con las células que cubren los vasos sanguíneos.

También es motivo de preocupación porque puede aumentar la inflamación en el cuerpo y hacer de ello una condición crónica. En un asunto relacionado, este tipo de alimentos tiende a tener un alto contenido de sodio, cuyo exceso en el organismo aumenta el riesgo de hipertensión.

Imagen: Freepik Las nitrosaminas son compuestos que dañan las células del sistema digestivo y pueden causar cáncer.  
Imagen: Freepik Las nitrosaminas son compuestos que dañan las células del sistema digestivo y pueden causar cáncer.

QUÉ COMER

Como personas preocupadas por obtener la mejor alimentación posible, debemos tener en cuenta que, cuando se elaboran carnes procesadas, no se utilizan los mejores productos animales, sino sobras o partes de baja calidad. Y no sólo eso; el tratamiento industrial le añade grasas, almidones sal, azúcares, colorantes, conservadores, potenciadores del sabor y otros aditivos. Por ello, a nivel mundial hay una gran preocupación en la comunidad clínica por el aumento en su consumo y sus posibles consecuencias para la salud.

Un problema frecuente es el desconcierto que genera la enorme cantidad de información sobre qué comer y qué no. Sin embargo, puestos a buscar las mejores opciones, es relativamente sencillo concluir que para hacer de nuestras citas con la mesa una rutina más saludable, debemos procurar que contengan menos grasas y sean más naturales, es decir, que haya menos aditivos y conservadores involucrados. Hay que prestar una mayor atención a la composición de cada producto.

Cabe mencionar que la carne no tiene por qué salir de la dieta, pues se trata de una importante fuente de vitaminas, proteínas y hierro de fácil absorción. En general, puede afirmarse que es beneficiosa para la salud; sólo hay que limitar su ingesta.

Dicho de otro modo, no se trata de decir adiós a costillas, chuletas y cortes que nos obsequian su sabor, sino de consumir carne roja de forma responsable, es decir, no más de dos o tres veces por semana. Como alternativa, podemos recurrir al pollo, al pescado y a los cereales orgánicos e integrales. Estas opciones pueden cumplir con el aporte proteínico que requiere el ser humano.

Imagen: Freepik La inflamación crónica es una de las consecuencias del
consumo excesivo de carnes procesadas.
Imagen: Freepik La inflamación crónica es una de las consecuencias del consumo excesivo de carnes procesadas.

CUIDADO

Dado que existe suficiente evidencia de su efecto nocivo en los seres humanos, lo más sano es dejar de comer carnes procesadas por completo, o bien, reducir su consumo drásticamente.

Las claves de la salud comienzan por introducir en la dieta diaria alimentos ricos en fibra y antioxidantes. Aumentar la ingesta de frutas es algo que el cuerpo agradece. La dosis recomendada son al menos tres porciones al día, y que por lo menos una de ellas tenga un alto contenido de vitamina C. Otro consejo consiste en darle a nuestro organismo un puño de frutos secos crudos (como nueces o almendras) una o dos veces por semana.

Conviene evitar los frutos secos que han sido procesados porque el tratamiento industrial les hace perder propiedades y también suele añadirles grasas poco saludables.

También es beneficioso incorporar a la dieta cereales y derivados integrales (como arroz, pasta o pan), así como ingerir legumbres entre dos y cuatro veces por semana. Lo adecuado es, además, comer verduras y hortalizas al menos dos veces al día. A la hora de cocinar, tres medidas que hacen gran diferencia a favor del bienestar son usar aceite de oliva virgen, no dar mucha presencia en la mesa a alimentos fritos y darle prioridad al pescado sobre la carne roja.

Para quienes les es difícil dejar la carne roja y los embutidos, lo mejor que pueden hacer es moderar su consumo, es decir, limitarlo a dos veces por semana. Asimismo, quien busca la salud debe evitar los comestibles elaborados con aceites vegetales hidrogenados o grasas vegetales y/o animales, así como alimentos y bebidas con azúcares añadidos, en especial los refrescos.

Por cierto, no hay por qué decirle no a una cantidad moderada de cerveza, o de vino, en las comidas. 

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