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Se llama apnea obstructiva del sueño (AOS) y es un trastorno que puede ser muy grave. ¿En qué consiste? Mientras dormimos, la respiración se detiene y se reinicia varias veces.
Ocurre que, durante el descanso, los músculos de la garganta, que dan apoyo a la parte posterior del paladar (conocida como paladar blando), así como a la lengua y a las paredes laterales de la faringe, se relajan y las vías respiratorias se estrechan, o se cierran, al inhalar. Esto impide el libre paso del aire hacia los pulmones. Entonces, el nivel de oxígeno en la sangre se reduce y hay una acumulación de dióxido de carbono. El cerebro nota la dificultad respiratoria y despierta a la persona durante un breve lapso para que pueda volver a abrir las tomas de aire. Es un despertar tan corto que ni siquiera se recuerda. La anomalía se corrige con rapidez; bastan una o dos respiraciones hondas, o un sonido de ronquido, de atragantamiento o de asfixia.
Este patrón de interrupción-reinicio llega a repetirse hasta más de treinta veces por hora a lo largo de la noche. Son interrupciones que merman la capacidad del individuo para alcanzar el sueño profundo y, por tanto, el descanso auténtico, de lo que se desprende que el afectado tenga somnolencia durante el día.
Muchas personas padecen apnea obstructiva del sueño, pero no lo saben, es decir, no notan que, por su causa, no duermen bien.
SÍNTOMAS
Suele manifestarse con ronquidos fuertes, pausas en la respiración al dormir (pausas observadas por alguien más, desde luego) y la sensación de cansancio incluso tras haber descansado suficientes horas (al menos en apariencia).
Otras de sus señas son despertar durante la noche entre jadeos o con sensación de asfixia, alcanzar la mañana siguiente con la boca seca o dolor de garganta, sufrir dolores de cabeza matutinos, tener problemas de concentración durante la jornada, presentar cambios en el estado anímico (depresión o irritabilidad, por ejemplo), una presión arterial alta y la falta de deseo sexual.
Los ronquidos, cabe mencionar, no necesariamente son signo de que sucede algo grave, es decir, no todos los que roncan padecen apnea. ¿Cómo salir de dudas? Una forma es notar si estos son interrumpidos por periodos de silencio. Conviene recordar que, cuando se duerme boca arriba, el ronquido tiende a ser más fuerte que en cualquier otra posición, y las pausas en la respiración pueden ser más comunes.
FACTORES
Cualquier persona puede tener apnea obstructiva del sueño. Los principales factores de riesgo son los siguientes:
Sobrepeso. La mayoría de quienes padecen AOS tiene unos kilos de más. Alrededor de las vías respiratorias superiores hay depósitos de grasa que podrían entorpecer el flujo de aire. Obesidad e hipotiroidismo son afecciones médicas que llegan a causar este mal.
Edad avanzada. El riesgo de sufrir este trastorno aumenta con la edad. No obstante, parece que la condición de las personas se estabiliza a partir de la sexta década de vida.
Vías respiratorias estrechas. Esta es una característica que puede ser hereditaria. También ocurre que las amígdalas o adenoides se agranden y provoquen el bloqueo de las vías respiratorias.
La hipertensión suele estar presente en la vida de muchas personas con apnea, así como la congestión nasal crónica. De hecho, la AOS ocurre con el doble de frecuencia en quienes se congestionan de forma constante durante la noche.
En cuanto al género de sus víctimas, los hombres tienen hasta tres veces más probabilidades de padecer AOS en comparación con las mujeres premenopáusicas. No obstante, después de la menopausia ellas son más propensas a este diagnóstico.
Antecedentes familiares de este trastorno y el asma son otros factores de riesgo.
COMPLICACIONES
Como no se concilia el sueño, los afectados suelen manifestar una gran somnolencia a lo largo del día, además de fatiga e irritabilidad. Dificultad para concentrarse, quedarse dormido durante el trabajo o mientras se ve la televisión (e incluso al conducir) son otros efectos comunes.
Niños y jóvenes con apnea ven impactado su rendimiento escolar; también puede ser la causa de sus problemas de atención o de conducta.
Ya en asuntos más severos, están las enfermedades cardiovasculares ocasionadas por la disminución de los niveles de oxígeno, el aumento de la presión arterial y la sobrecarga del aparato cardiovascular.
Un caso grave de AOS aumenta el riesgo de males como ataque cardíaco, insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular.
También se incrementan las probabilidades de sufrir arritmias, que suelen disminuir la presión arterial. Si en el aquejado hay un mal cardíaco subyacente, múltiples episodios de arritmia pueden acarrear la muerte súbita.
DETECCIÓN Y TRATAMIENTO
Para detectar la AOS se examinan la parte posterior de la garganta, boca y nariz. Como parte del examen físico también es posible que se tomen medidas de la cintura y del cuello.
Un especialista es el encargado de confirmar el diagnóstico y determinar el alcance de la afección. La evaluación podría demandar pasar la noche en un centro del sueño.
Entre los tratamientos disponibles contra la AOS hay un dispositivo que utiliza presión positiva para mantener abiertas las vías respiratorias del paciente mientras este duerme. Una máquina suministra aire a presión a través de una pieza que se ajusta a la nariz o que se coloca sobre nariz y boca. Otra opción es una boquilla que, durante el sueño, ayuda a presionar hacia adelante el hueso maxilar inferior.
La idea es reducir la cantidad de veces que el aquejado deja de respirar durante las horas de descanso. Los beneficios de estos remedios se hacen notar como una menor somnolencia diurna y una mejor calidad de vida.
Cuando las terapias y accesorios no son eficaces o no representan la mejor opción para el paciente, la respuesta puede ser pasar por quirófano. Se trata de intervenciones como una extirpación quirúrgica de tejido, una cirugía de mandíbula o una abertura quirúrgica en el cuello (traqueostomía).
¿Qué puede hacer uno mismo para combatir la apnea obstructiva del sueño? Bajar de peso, hacer ejercicio, no beber alcohol ni usar ciertos medicamentos para la ansiedad o para dormir, acostarse de lado o boca abajo en lugar de boca arriba, son medidas que hacen una gran diferencia contra este trastorno.