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La viruela es una infección causada por un virus. Se propaga, principalmente, de persona a persona. Deja cicatrices permanentes y no es inusual que provoque alguna deformación. En algunos casos acarrea la muerte de su víctima.
Se trata de un mal que ha acompañado a la humanidad durante siglos. El desarrollo de una vacuna exitosa demoró hasta 1980. Hoy día, la forma natural del virus está desaparecida. El último caso de su versión original data de 1977.
El agente infeccioso tiene un período de incubación. Los síntomas aparecen alrededor de dos semanas después de ocurrido el contagio.
En su etapa temprana, los síntomas suelen ser similares a los de la gripe: fiebre, dolor muscular, cefaleas, dolor de espalda intenso y también hay quien sufre vómitos.
Pocos días después, el cuerpo es invadido por sus señas características: manchas chatas, de color rojo. Su punto de partida más común es la boca.
Luego, van abarcando toda la piel: cara, brazos, piernas, torso, manos, pies.
Un par de días le toma a las manchas convertirse en ampollas con líquido transparente. Enseguida, se llenan de pus, resultando en las llamadas pústulas. Transcurridos ocho o nueve días se forman costras que, si bien con el tiempo se caen, dejan cicatrices.
¿Por qué es buen momento para acordarse de su existencia? Por las noticias y la alerta emitida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La viruela está en el horizonte. Así, conviene saber que el virus entra en el organismo a través de la piel lesionada, las mucosas (oral, faríngea, ocular, entre otras) o las vías respiratorias. Su transmisión de animales a humanos ocurre a través de mordidas o arañazos.
Se puede prevenir evitando el contacto físico con quien la padece. Vacunarse ayuda a prevenir que personas en riesgo se infecten.
TRANSMISIÓN
El virus variólico emplea los siguientes modos de transmisión:
De persona a persona. El infectado libera el virus al toser, estornudar o hablar. También hay contagio si se entra en contacto con alguna llaga cutánea.
Vía aérea. Se da rara vez, pero llega a suceder; la viruela se propaga en el interior de algún inmueble, usando el aire como vehículo, e infecta a personas que se encuentran en el interior.
Materiales contaminados. Otra forma de transmisión es el contacto con ropa en la que se ha depositado el virus; pueden ser prendas de vestir o bien las sábanas de la cama, por ejemplo. Este medio, sin embargo, es poco probable.
La mayoría de los enfermos sobrevive a la acción de este agente nocivo. No obstante, algunos tipos de viruela, aunque poco frecuentes, son mortales. Mujeres embarazadas y niños suelen ser sus víctimas.
Tras el paso de la enfermedad, quedan las cicatrices, especialmente en el rostro y en las extremidades, tanto superiores como inferiores. Cabe mencionar que a veces se han reportado casos de ceguera producida por este mal.
Cuando aparece un brote, procede activar la contingencia y aislar a los enfermos para detener la transmisión. Todo individuo que tuvo contacto con el infectado debe vacunarse; la dosis no sólo protege, puede hacer que el curso del mal sea más leve. Es imperativo que el preparado protector se administre, como máximo, una semana después de haber sido expuesto al agente infeccioso.
Actualmente existen dos vacunas:
ACAM2000. Contiene un virus vivo, parecido al de la viruela, pero menos dañino. Puede causar efectos secundarios de gravedad: infecciones en el corazón o el cerebro. Por eso este preparado biológico no se administra a todas las personas. De hecho, su uso se restringe a emergencias sanitarias.
Jynneos. Con una cepa de virus debilitada, es un preparado mucho más seguro. Se administra a quienes no pueden recibir la otra porque tienen problemas con su sistema inmunitario o sufren algún trastorno de la piel.
Una y otra también protegen contra infecciones similares, como la viruela bovina o la del mono.
Quienes recibieron una vacuna cuando eran niños tienen cierto nivel de protección. Dicha inmunidad puede durar hasta una década, o hasta dos, eso depende de si se reciben dosis de refuerzo. Si se produce un brote, es altamente probable que los individuos expuestos que fueron vacunados en su infancia deban recibir otra dosis. Un único caso podría desatar una emergencia sanitaria.
NOVEDAD SÍMICA
Por estos días se escucha mucho sobre la viruela símica —también conocida como viruela del mono o Mpox—, que, como el virus original, puede transmitirse a las personas por contacto físico con infectados (personas o animales) o materiales contaminados.
La sintomatología varía un poco. Produce una erupción dolorosa, la inflamación de ganglios linfáticos, fiebre, dolores de cabeza, dolor muscular y de espalda, así como sensación de cansancio.
En algunos casos, el primer síntoma es la erupción cutánea. Comienza como una mancha que se convierte en una vesícula llena de líquido. Puede picar o doler. Una vez termina la erupción, las lesiones se secan y las cubren costras que luego se caen.