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Gabriel García Márquez

Una década sin Gabriel García Márquez

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Una década sin Gabriel García Márquez

SAÚL RODRÍGUEZ

El reloj señaló las 02:45 horas aquel jueves 17 de abril de 2014. En el Pedregal de San Ángel, un barrio ubicado al sur de la Ciudad de México, el escritor colombiano Gabriel García Márquez (Aracataca, 1927), condecorado con el Premio Nobel de Literatura 1982, escribió el último aliento de su narrativa.

Fue cremado el 19 de abril y tres días después, el 22 de abril, sus cenizas se trasladaron al Palacio de Bellas Artes. En la explanada se escuchó el vallenato, con ese alegre llanto del acordeón que parece caer de alguna montaña. Sus seguidores, quienes cargaban libros y flores amarillas (al igual que en el funeral de José Arcadio en Cien años de soledad), formaron una gran fila, como si cada persona fuese una palabra y aquella tarde un texto de largo aliento.

La música reemplazó al silencio. Los sombreros vueltiaos y alguna que otra casaca de la selección colombiana de futbol, acentuaban el paisaje en ese mar de gente. Había que despedirse de Gabo, desearle buen viaje al Macondo que sólo él pudo escribir.

En el vestíbulo, frente a la escalinata, se colocó la urna con los restos del escritor. Allí estaba Gabo, en esa cajita y en todo alrededor. Mercedes Barcha, su inseparable esposa, encabezó la guardia de honor, también sus hijos. De repente, se pudieron escuchar los aplausos resonar al interior del recinto, se combinaron las lágrimas con las sonrisas, se emocionaron los rostros; el instante se sintió como si fuesen cien años de homenaje.

A una década de su partida, Gabriel García Márquez mantiene su vigencia en los estantes de las librerías. Hay centenas de citas suyas circulando en Internet. El máximo premio de periodismo en lengua española lleva su nombre. “Los cien años de Macondo suenan, suenan en el aire”, se puede escuchar en alguna bocina con la voz del también fallecido cantante Celso Piña.

GRAN MAESTRO

En el desierto de Altar, en Sonora, el escritor lagunero Vicente Alfonso recibió la noticia sobre la muerte de Gabo. El autor de Huesos de San Lorenzo (Tusquets, 2015) había viajado hasta ese lugar para despedirse de las cenizas de otro de sus maestros, el también escritor Federico Campbell. Fue un momento significativo, ocurrido en un hotel a pie de carretera. “Murió Gabo”, le dijo Federico, el hijo del maestro Campbell.

Vicente Alfonso conoció a Gabo en la Fundación para las Letras Mexicanas. El escritor colombiano solía ir a esa casa en Ciudad de México para dar algún taller, impartir alguna conferencia o simplemente exponer sus ideas.

“Eran charlas informales, donde pasábamos la tarde, tallereando algún texto, dándole vueltas a una idea, visitas muy generosas. Era un personaje sumamente generoso que marcó la vida de muchísima gente. Como tú sabes, él creía mucho en la figura del taller literario, del taller periodístico, justamente por la formación que recibió”.

El autor lagunero es un férreo promotor del trabajo periodístico de Gabriel García Márquez. Cuando se le pregunta por el creador de Macondo, apunta de inmediato a sus orígenes como reportero. Este logró publicar en diarios colombianos como El Espectador, El Universal y El Heraldo. Fue también corresponsal de Prensa Latina en Nueva York, donde recibió amenazas y críticas de la CIA y de los disidentes cubanos. Eso propició que decidiera trasladarse a Ciudad de México, donde fijó su residencia a partir de los años sesenta.

“Cuando hablo de su obra me refiero a la literaria, por su puesto, pero también a la periodística, que no es menos literaria. García Márquez consideraba al periodismo un género literario y muchas veces hizo la precisión de que sus novelas y cuentos los había armado con recursos periodísticos”.

Apenas el pasado 6 de marzo, ante el visto bueno de la familia de García Márquez, salió a la luz En agosto nos vemos (Diana, 2024), la última novela póstuma del autor. En ella, Ana Magdalena Bach, la protagonista, acude cada mes de agosto a visitar la tumba de su madre. Si bien hubo cierta polémica por ser una obra que el autor no quiso publicar en vida, se acompaña de una carta donde los hijos explican las razones de su aparición, colocando en primer lugar el legado del gran Gabo.

“Es una ausencia que ha estado llena de presencia, porque su obra queda, su legado queda y su magisterio queda. Por muchas razones, la presencia de García Márquez se sigue sintiendo todos los días en todo el continente, en todo el mundo”, cerró Vicente Alfonso.

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Escrito en: Literatura Gabriel García Márquez

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