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Sueño imposible

Los paradigmas de comportamiento y los sueños han cambiado. No es que hoy sean mejores, es que hoy hay poco tiempo para imaginar, para fantasear.

Sueño imposible

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MARCELA PÁMANES

Soñar lo hemos asociado a desear. Como la vida es sueño y los sueños, sueños son (decía Pedro Calderón de la Barca), consideramos que esos deseos son inalcanzables. Cuando deseamos que alguien cumpla sus sueños, le estamos diciendo que queremos que se materialicen esas imágenes ligadas a los pensamientos generados en la vigilia y no cuando dormimos.

La ensoñación es propia de ciertas etapas de la vida, la niñez y la adolescencia. Es cuando nos desconectamos del mundo real y damos paso a eso que llamamos fantasías, casi siempre relacionadas con nuestra vida emocional.

Esas fantasías han variado generacionalmente. Décadas atrás, si le hubiéramos preguntado a una adolescente de 15 años sobre sus sueños, tal vez la respuesta hubiera sido ser novia de un chico guapo y estudioso que la quisiera mucho. Si este ejercicio lo hubiéramos replicado con una mujer en sus 20 nos hubiera confiado que ansiaba casarse con ese chico guapo, estudioso que surgió en su imaginación tiempo atrás.

Los paradigmas de comportamiento y los sueños han cambiado. No es que hoy sean mejores, es que hoy hay poco tiempo para imaginar, para fantasear. Los seres humanos se hacen cargo de sí mismos y diseñan caminos y estrategias para realizar lo que quieren.

Pero, ¿qué quieren las personas en estos tiempos convulsos? Si tienes a tu alrededor jóvenes o adultos entre los 30 y los 40 años, pregúntales, yo lo hice y las respuestas son las siguientes: quieren tener salud, estabilidad económica, tranquilidad emocional y una familia que los arrope. Aunque les costó diferenciar el querer y el soñar, identificaron los sueños con un lugar donde no existan preocupaciones, donde no se tenga que batallar por el dinero, donde la casa en que se habita sea amplia para hacer reuniones en familia y poder viajar tantas veces como se pueda. Es verdad que las respuestas dependerán de las circunstancias de vida, las que yo recibí provenían de jóvenes en sus 30, profesionistas, empleados, solteros o con relaciones estables sin hijos.

De manera especial me llama la atención las respuestas de las mujeres, en quienes se nota más el cambio de paradigma del rol femenino. No están buscando quien les compre una casa, ellas quieren hacerlo por sí mismas. No están pensando en el príncipe azul que les resuelva la vida, porque ellas se sienten capaces de resolverla. Las mujeres quieren tener experiencias que les ayuden a decidir bien en el ámbito de la elección de pareja, no quieren equivocarse y vivir experiencias dolorosas.

Cuando piensan en hijos, no los conciben como el adhesivo para estabilizar la vida en común con un hombre, los ven como parte de su realización personal.

Los varones quieren familia, quieren darles lo mejor a quienes la constituyan. Dos de ellos compartieron su inquietud por ser la mejor versión de sí mismos. Eso ya implica un trabajo personal lleno de retos, porque para llegar a ello hay que recorrer la ruta del autoconocimiento, lo que permite identificar talentos y áreas de oportunidad.

Luego de este pequeño ejercicio de consulta, concluyo que se debe estimular que los jóvenes sueñen, que imaginen. Eso alienta su creatividad, induce un estado de bienestar al lograr cierta relajación, los aleja de la rigidez cognitiva que hace que sólo movidos por un interés especial quieran aprender o hacer algo y les da oportunidad de diseñar estrategias para conseguir sus metas.

¿Por qué ya no se sueña despierto? Puede haber muchas respuestas, empezando porque el pragmatismo de la modernidad prevalece sobre la ensoñación, que para muchos está asociada a perder tiempo. Si hay algo que no se tolera hoy en día es la divagación. Otra probable respuesta está vinculada a la realidad. Hay un secuestro del tiempo perpetrado por la tecnología, así de simple. El celular, las plataformas, las redes sociales, el interés por la vida de los demás, deja imposibilitados a las personas y soñar despierto ya no es posible.

No nos rindamos ante la posibilidad de seguir soñando. Martin Luther King: “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando”. Walt Disney: “Todos nuestros sueños se pueden hacer realidad si tenemos el coraje de perseguirlos”. Johann Von Goethe: “No sueñes pequeños sueños, porque no tienen el poder de mover el corazón del hombre” .

Te recomiendo que luego de tu amable lectura a este texto, escuches “Sueño imposible” del musical El hombre de la mancha.

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Escrito en: sueños Marcela Pámanes editorial columna

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