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Rebeldía juvenil en Sedmikrásky

Dos jóvenes amigas deciden hacer maldades, específicamente a los hombres mayores, para rebelarse contra las normas sociales.

Rebeldía juvenil en Sedmikrásky

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JULIANA BRISEÑO

En 1966 llegó a la pantalla grande la película checoslovaca Sedmikrásky (título adaptado al español como Las margaritas o Las pervertidas), una comedia dramática bastante experimental y adelantada a su época. En ella se vislumbra el inicio de la nueva ola checoslovaca, un movimiento cinematográfico que apostaba por una narrativa fuera de lo común para esos días. Solía satirizar al partido comunista y a la sociedad en general, usando una fotografía más propia del cine documental y, muchas veces, empleando a actores amateurs.

La historia sigue a dos adolescentes llamadas María —quienes cambian de nombre conforme a sus travesuras—, interpretadas por Jitka Cerhová e Ivana Karbanová. Aburridas e inconformes con un mundo al que no le encuentran sentido y del que no quieren formar parte, se convierten en “chicas malas” y juegan bromas que para ellas son malvadas, pero que en realidad son bastante chuscas. Únicamente hacen sus diabluras a hombres mayores, humillándolos hasta el punto de llegar al llanto, ya sea en lugares sofisticados, en departamentos o en espacios públicos, incomodando además a todas las personas alrededor como una muestra de desagrado hacia el comportamiento de la sociedad. Estas jóvenes tienen una personalidad fuerte y pícara, van contra el sistema y lo hacen de una forma muy elocuente y divertida para el espectador. Es un filme dirigido e interpretado por mujeres que critica las desigualdades de género y los estereotipos femeninos que se “deben” cumplir.

EL PAPEL DE LA COMIDA

Sedmikrásky aborda en repetidas ocasiones el tema de la alimentación, mostrando que hay chicas a las que les encanta comer. Aunque en aquellos años no estaba en su apogeo el problema de los desórdenes alimenticios, de todos modos era un asunto que daba mucho de qué hablar respecto a la cantidad y los modos en los que supuestamente se debe cumplir esta función vital, y cómo esto repercute en la forma en que se percibe la apariencia física de un individuo —como el estar o no “en forma”, según lo dictado por la sociedad—, así como en la manera en que se intuye la personalidad de alguien de acuerdo al comportamiento que tiene en la mesa —si es correcto o incorrecto según las normas—.

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En ocasiones, las protagonistas se comparan a sí mismas con los alimentos que ingieren, planteando que son el reflejo de lo que consumen. Por ejemplo, se cuestionan si son como frutas “frescas” o “podridas”.

Las chicas muestran inquietudes que todos en algún momento hemos tenido: ¿Qué hay después de la muerte? ¿Este mundo y ellas mismas realmente existen? ¿En verdad ellas son quien creen ser? Son cuestionamientos sumamente reflexivos, pero que pierden su carga de seriedad porque todos ellos se abordan mientras las adolescentes continúan comiendo.

También les saltan varias dudas al llegar a un campo donde se cosecha maíz, porque ahí tienen un encuentro con varios hombres en bicicleta y ninguno de ellos las toma en cuenta; pasan como si no existieran, haciéndolas preguntarse si les hace falta algo para ser vistas ya que, de la misma forma, ven a otro hombre que tampoco se percata de su presencia. Esto las pone reflexivas ante la posibilidad de que los demás no las notan porque “no tienen el valor suficiente”, ni siquiera para provocar pena en alguien. Sin embargo, una de las chicas trata de descartar esos pensamientos negativos al argumentar que “son jóvenes y tienen toda la vida por delante”. Al surgir esa conclusión comienza una melodía y, después de intercambiar una serie de preguntas y miedos, se marchan acompañadas de un toque de tambores, cual soldados, confirmando así que, efectivamente, existen. Después aparece una serie de puertas que van cerrando con un candado. Esta escena permite entender mejor los mensajes implícitos en la trama que, en su momento, causaron tanto revuelo —incluso al grado de la censura—.

LA FORMA NARRATIVA

Narrativamente hablando, no es un filme que estemos acostumbrados a ver. Generalmente el público espera que la trama se vaya revelando poco a poco, de forma lineal, hasta llegar a un desenlace; pero en este caso no es así. La directora, Věra Chytilová, se toma muchas libertades que, precisamente, hicieron que esta película tuviera tanto reconocimiento, lanzándola a la fama mundial.

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El largometraje cuenta con una fotografía dinámica, en ocasiones disparatada, con cambios de color. Además presenta secuencias de cine mudo interrumpidas abruptamente por imágenes surrealistas y música que acompañan a los comportamientos chuscos de las protagonistas, dando una muestra de vanguardismo.

A pesar de que el cine estaba pasando por una serie de cambios en cuanto a la variedad de formas de hacerse y de temas a abordar, esta película fue censurada en Checoslovaquia por la manera en que expuso una crítica a la violencia y la opresión en un momento de crisis, al utilizar secuencias con un mensaje político implícito —bombas, sonidos de trompetas y marchas— sobre la situación en la que se encontraba su país. Así mismo, el gobierno la acusó de desperdiciar comida, lo cual no era políticamente correcto ni se consideraba un buen ejemplo para la sociedad. Por estos motivos, la directora fue marginada hasta los años setenta.

Casi en la parte final del filme, se lanza una pregunta: ¿será posible arreglar lo que fue destruido? Tal vez si existiera esa posibilidad sería, en el mejor de los casos, algo como esto: unas chicas con una vestimenta que no pasa desapercibida, tratando de cambiarlo todo para ser felices, pegando lo roto para que vuelva a ser bello. Pero, ¿en verdad esto las satisface? El final es inesperado y contemplativo.

Sedmikrásky es una película alejada de lo convencional que sigue sorprendiendo a pesar de tener más de cinco décadas de existencia. Es un manifiesto femenino en el que vemos un comportamiento revolucionario que ha sido descrito como de “no pertenecer a este siglo”. Un filme brillante, interesante y con un toque absurdo, pero muy divertido, que vale mucho la pena observar.

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