¿Por qué Xóchitl?
“En esta casa mando yo, y si me equivoco, vuelvo a mandar”, decretaba mi padre y había que joderse. En la escuela el maestro era la voz indiscutible: fórmense, párense, guarden silencio. Más adelante nos esperaba un jefe y ni modo, a obedecer. Con cero formación democrática, los ciudadanos de mi generación fuimos sometidos y silenciados, pero ya no, nunca más. Ahora sabemos que los agachados son el mejor capital político de cualquier dictador.
Voy con Xóchitl, porque cree en el diálogo y reconoce que necesita apoyarse en los mejores talentos de México y del mundo para enderezar la torcida situación en que se encuentra el país.
Voy con Xóchitl, porque ofrece una propuesta nueva, fresca, realista, con visión de futuro; porque cuenta con los recursos intelectuales y morales para asumir la presidencia, y porque ha demostrado su capacidad como profesionista, exitosa empresaria y ciudadana ejemplar.
Voy con Xóchitl, porque no quiero que nos gobierne una corcholata carente de identidad, sometida al patrón que la destapó y que promete un decidido giro hacia el populismo y, lo que es peor, al comunismo, cuyos resultados han probado reiteradamente ser nefastos.
Voy con Xóchitl porque nuestro país ya no resiste las altas dosis de irrealidad que nos recetan diariamente.
Porque yo no sé usted, pacientísimo lector, lectora, pero yo no estoy requetebién, ni soy feliz feliz, ni tengo un sistema de salud como el de Dinamarca; porque no puedo creer que vamos requetebién en el sexenio con más homicidios y desapariciones en la historia contemporánea; porque no quiero un México en el que las madres rasquen la tierra para encontrar los cadáveres de sus hijos; porque a merced de la delincuencia aceptada y consentida, sólo podemos esperar más horror.
Voy con Xóchitl, porque no quiero seguir viviendo con miedo; porque necesito un gobierno respetable, un gobierno que construya y no que destruya; porque me niego a seguir padeciendo un estado que a la orden de “al diablo las instituciones”, desaparece 47 de las instituciones básicas para mantener el equilibrio de poder que hace posible la democracia.
“Hacerlo era necesario para la unificación de país”, justifica el aspirante a dictador. El mismo que desapareció el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE). El mismo que ha fracturado a la ciudadanía cultivando el odio, la mentira y la amenaza.
Hasta ahora, y gracias a una sociedad dispuesta a defenderlo, el Instituto Nacional Electoral (INE) sigue siendo una pesadilla para el despotismo con el que dicta en lugar de gobernar.
Cuando asegura que “la gente humilde es muy agradecida, se refiere a los ciudadanos que él llama despreciativamente mascotas, y que agradecen con su voto, el dinero que reciben de los impuestos que pagamos la clase media insumisa, que no entiende de agradecimientos, sino que exige sus derechos.
Voy con Xóchitl, porque representa la democracia que otorga a todos los ciudadanos de cualquier credo, preferencia sexual, ideología, incluidos los opositores al sistema; una voz y un voto.
Voy con Xóchitl, porque quiero un país seguro y próspero, donde todos los niños tengan salud, educación y futuro.
Voy con Xóchitl, porque necesitamos un gobierno que rinda cuentas y no que nos enrede en sus chismecillos, amenazas, burlas, dimes y diretes.
Voy con Xóchitl, porque como dijo Obama: “La gente de las Américas tiene derecho a la democracia, y sus gobiernos tienen la obligación de promoverla y defenderla”.
Voy con Xóchitl, porque como dice Catón: “Un voto para Morena es un voto contra México”.