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Peleas entre una empleada y su patrona

El carácter de una trabajadora doméstica, y sus desencuentros con ella, fueron un motivo de inspiración para Clarice Lispector.

Peleas entre una  empleada y su patrona

Peleas entre una empleada y su patrona

VICENTE ALFONSO

Clarice Lispector nació el 10 de diciembre de 1920 en una pequeña aldea ucraniania llamada Chechelnik. Su familia estaba allí de paso, pues huían de la violencia y del hambre causadas por los pogromos y por la Guerra Civil que siguió a la Revolución de 1917.

Su destino fue Brasil. Según contó en un artículo titulado “Aclaraciones. Explicación de una vez por todas”, desde muy pequeña empezó a escribir pequeños cuentos tan pronto la alfabetizaron. Los escribía, claro, en portugués. En ese artículo afirma: “Aprendí mis credos populares en Pernambuco, los platillos que más me gustan son pernambucanos. Y a través de las sirvientas, aprendí el rico folclore de allá”. En una crónica publicada en 1968, recuerda que cuando era niña solía visitar, los domingos, la casa de la empleada doméstica de la familia en los arrabales de Recife: “vivía con el corazón perplejo frente a las grandes injusticias a las que se someten a las llamadas clases menos privilegiadas […] Lo que veía me hacía prometerme que no dejaría que aquello siguiera sucediendo. Quería actuar”.

A fines de 1967, cuando ya era una autora reconocida por sus novelas, fue invitada a escribir una columna semanal para el Jornal do Brasil. Fue entonces, con 47 años de edad, cuando conoció Aninha, joven a quien perfiló en una serie de cuatro crónicas escritas entre 1967 y 1968.

La primera, publicada el 25 de noviembre de 1967, se titula “La mineira callada”. Se trata de un pasaje narrado en primera persona, siempre desde la perspectiva de la periodista/patrona. Lispector describe a la protagonista como una mujer que “raramente habla” y cuando lo hace “le sale una voz bajita y apagada”. No obstante, un día Aninha se atreve a hablar y lo hace para preguntarle a su empleadora si escribe libros. Cuando Lispector asiente, la empleada le pide uno de esos libros en préstamo. “Fui franca” continúa Lispector: “le dije que no le iban a gustar mis libros porque son un poco complicados”. Acto seguido, sin dejar de trabajar y “con una voz aún más baja”, la muchacha contesta: “Me gustan las cosas complicadas. No me gusta el agua con azúcar”. Así termina la crónica. Ha sido de la empleada quien pronuncia la última palabra.Una semana después, la periodista vuelve a tocar el tema de las empleadas domésticas. Tras consignar cambios en Aninha, quien ahora “hace la plática” con una voz “mucho más clara”, evoca a otras empleadas que han estado a su servicio, entre ellas una empleada anónima “demasiado malcriada, demasiado furiosa”, cuya mayor transgresión era trabajar “con el radio de pilas a todo volumen acompañado por su canto de voz aguda y altísima”.

Dos semanas después, la columnista vuelve a dedicar su artículo a Aninha: nos cuenta que tras un brote psicótico, la muchacha ha sido internada en una institución psiquiátrica. Tras definir su caso como “muy grave”, Lispector escribe: “Aninha, querida, te extraño, extraño tu modo gauche de andar. Voy a escribirle a tu mamá en Minas para que te venga a buscar. ¿Qué te pasará? No sé. Sé que continuarás siendo dulce y loca el resto de tu vida…”. No obstante sabemos, por la cuarta entrega, que Aninha va mejorando: aún no la dan de alta, pero ya le permiten hacer breves salidas. Y sin embargo cada vez escuchamos menos la voz de la muchacha. En esa última crónica se limita a hacerle una pregunta a su antigua patrona: “¿Usted todavía escribe?”.

En enero de 1968 redacta la que pudiera ser última entrega correspondiente a la mineira Aninha, pero lo hace en forma de cuento. Así nace “La criada”, relato donde los desencuentros entre la trabajadora doméstica y su patrona se resuelven de manera silenciosa: inconforme con el trato que recibe, la empleada comienza a cometer pequeños hurtos. Así queda claro que la última palabra en una discusión no siempre se pronuncia en voz alta.

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Escrito en: Vicente Alfonso Literatura

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