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La aportación de las mujeres que “no trabajan”

En promedio, el sexo femenino dedica tres veces más tiempo a las labores domésticas que el masculino. El valor de las tareas que ellas realizan equivale al 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto nacional (PIB), superando a industrias como la manufact

Imagen: Freepik

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ANA SOFÍA MENDOZA DÍAZ

¿Cuál es la aportación económica de las mujeres en México? Hay una serie de datos que puede dar una idea del papel que juegan en este aspecto, y que abre debate sobre la percepción que se tiene de la productividad femenina. Para comenzar, de las personas que ganan más de cinco salarios mínimos, las mujeres son únicamente el 29 por ciento, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Del total de las que trabajan, 41 por ciento gana sólo el salario mínimo, contra el 27 por ciento de los hombres. Una forma de sobre simplificarlo es que las mujeres tienden a terminar en trabajos peor pagados. Pero, ¿por qué esa “elección”? Hay bastantes matices a considerar.

Por siglos, lo femenino fue visto como inferior y como indigno de formar parte de la vida política y laboral. Estaba asentado en la ley que las mujeres no podían tener las mismas libertades ni los mismos derechos que los hombres. Si no podían votar, educarse o tener propiedades era porque su masa cerebral era menor y, por lo tanto, “no tenían la inteligencia” para ello. Eran poco más que una propiedad.

Pero la ciencia ha dejado claro que ambos géneros son igual de mentalmente capaces, y ahora la ley marca que los derechos humanos son para todos y para todas; sin embargo, es bien sabido que la ley no siempre se traduce a la realidad. Es cierto que legalmente nadie puede impedir que una mujer estudie y se desarrolle de forma personal, profesional y cívica de la forma que mejor le plazca, pero ¿de verdad tantos siglos de ser consideradas “el sexo débil” dejaron de causar mella en cuanto alguien puso en papel que ya no era así? Eso difícilmente sería posible y los números son reflejo de ello.

El 78 por ciento de las mujeres —también de acuerdo al INEGI— trabaja en los sectores de comercio y servicios, los menos remunerados. Si ellas tienen trabajos peor pagados que los hombres, ¿no será porque —incluso de manera inconsciente— se les da menos oportunidad de acceder a algo mejor? ¿No será que socialmente se las sigue educando para pensar que no tienen tantas aptitudes? Son posibilidades que no pueden descartarse.

Otro dato interesante es que de los trabajadores del sector doméstico remunerado, poco más del 90 por ciento —es decir, dos millones 239 mil 518— son mujeres. Este rubro tampoco suele tener pagos dignos ¿No será porque todo lo que esté asociado con labores femeninas —como lo doméstico y los cuidados— se sigue considerando de menor valor?

De este modo, el que el sexo masculino aporte el 64 por ciento de los ingresos por Impuesto Sobre la Renta (ISR), en lo referente a personas asalariadas, no quiere decir necesariamente que es porque en general ellos sean más trabajadores, sino por factores históricos y socioculturales que deben tomarse en cuenta, como los ya mencionados.

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Las mujeres suelen ser las que se hacen cargo de los cuidados de algún familiar que lo necesite. Imagen: Freepik

EL TRABAJO NO REMUNERADO

A la ecuación se añade que el 42 por ciento de las mujeres son población económicamente no activa, es decir, no reciben remuneración alguna por un trabajo. Son en su mayoría amas de casa. Pero, ¿podría de verdad decirse que no hacen ninguna labor?

Según el reporte Cuenta satélite del trabajo no remunerado de los hogares de México 2021, del INEGI, la población que realizó labores domésticas sin remuneración se compuso en un 52.9 por ciento de mujeres y en un 47.1 por ciento de hombres, cifras que no distan mucho entre sí. Sin embargo, la cantidad de tiempo dedicado a esas actividades y el valor económico de las mismas fue ocupado en alrededor de un 75 por ciento por la labor femenina.

Las tareas que se consideraron en el estudio fueron las de cuidados y apoyos, las de alimentación, las de limpieza y mantenimiento de la vivienda, las compras y administración del hogar, la ayuda a otros hogares y trabajo voluntario, y el cuidado de ropa y calzado.

Resulta que el valor de todas las actividades domésticas que realizan las mujeres en México equivale a 6.8 billones de pesos, es decir, al 26.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Para darse una idea de lo que esto representa, la recaudación por ISR de los hombres asalariados alcanza sólo el 3.8 por ciento. De hecho, las labores domésticas no pagadas generan más valor que el de varios sectores económicos, entre ellos la industria manufacturera y el rubro educativo.

La próxima vez que se piense que las amas de casa son mantenidas, hay que recordar que, en un hogar mexicano promedio, una de ellas trabaja el equivalente a 71 mil 524 pesos por año, según el mismo reporte. Es decir, esa cantidad se le tendría que pagar anualmente a una persona de trabajo doméstico remunerado que no fuera la mamá, esposa o hija en el hogar.

COMPENSACIÓN

Que las mujeres dediquen tres veces más tiempo que los hombres a las tareas domésticas da cuenta de la inequidad de género que todavía prevalece en la sociedad mexicana. La forma en que se puede mitigar este problema desde el núcleo familiar es criando a la infancia en igualdad de condiciones, enseñando a los varones a involucrarse en las labores del hogar de igual forma que las mujeres, y a ellas que pueden llegar a ser tan capaces de desarrollarse en diversos aspectos de su vida como cualquier hombre. Se trata de ampliar el rango de acción de ambos géneros.

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Las actividades relacionadas con la alimentación son las que tomaron más horas de trabajo no remunerado a las mexicanas. Imagen: Adobe Stock

Respecto a las labores de cuidados, no sólo pueden distribuirse más equitativamente entre los dos sexos, sino que es necesario que también haya políticas públicas que apoyen a quienes tienen el rol de cuidadores en una familia, ya sea que críen a los hijos, atiendan a adultos mayores o ayuden a enfermos y personas con discapacidad.

En México existen algunos programas enfocados en esta cuestión, pero están lejos de ser suficientes. Por ejemplo, está la Pensión Universal para Personas Adultas Mayores, que consiste en un apoyo de dos mil 550 pesos cada dos meses para los individuos de 65 años en adelante. La cantidad equivale a poco más de diez salarios mínimos en un lapso promedio de 60 días. Un beneficio similar existe para las personas con discapacidad.

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) otorga el servicio gratuito de estancias infantiles a los derechohabientes, sin embargo, no cubre la demanda y además sufrió una notable reducción de presupuesto por parte del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En cambio, otros países ofrecen más opciones para compensar los trabajos no remunerados. Por ejemplo, Alemania cuenta con el programa Elterngeld, que brinda apoyo económico a los padres en el primer año de vida de los hijos, incluyendo a aquellos que deciden quedarse en casa durante ese período para dedicarse de tiempo completo a la crianza. También tiene el Pflegegeld, una prestación monetaria a la que pueden acceder las personas que se dediquen a cuidar a un familiar a largo plazo; además de ayuda financiera para la población que más lo requiera, incluyendo amas de casa.

La licencia parental en Suecia es pagada y se extiende hasta 240 días por cada padre, quienes pueden decidir en qué momento tomarla. Si se turnan, el hijo contaría con la presencia a tiempo completo de papá o mamá durante más de un año (alrededor de cuatro trimestres).

Este tipo de medidas son importantes porque permiten aligerar la infinita carga de los cuidados familiares y domésticos, haciendo que las personas que se dedican a ello —en el caso de México, en su mayoría mujeres— tengan la oportunidad de desenvolverse en otras áreas y de obtener el descanso necesario para una buena salud física y mental. Es una compensación mínimamente justa para todo lo que aportan a la sociedad.

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