Entre Cervantes y Los Tigres del Norte
Nacido en la mera sierra de Sinaloa, Enrique “El Quicote” Uriate fue testigo del asesinato de su padre cuando tenía once años. Creció escuchando a Los Tigres, a Los Invasores, a Los Cadetes, a Los Relámpagos y al Chalino. Por la influencia de esas historias cantadas a ritmo de redova, un día sale a recorrer el mundo para impartir justicia por propia mano. En tal empresa le acompaña un amigo a quien apodan El Socho, con quien corre mil aventuras. No tardan en toparse con un grupo de militares, con quienes tienen un enfrentamiento. El acérrimo rival de El Quicote es el Sargento Membrillos, “el más grande y corrupto cobarde que haya pisado la tierra sinaloense”. El amor de su vida, su inspiración para enfrentar las injusticias del mundo, es una mujer llamada Yuri, quien trabaja en un burdel a donde El Quicote y Socho llegan pidiendo alojamiento.
La novela de la que hablo se titula Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate, de Miguel Tapia Alcaraz, publicada en 2023 por Ediciones Era y la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS). Se trata del cuarto libro de un certero y prolífico autor nacido en Culiacán en 1972, quien desde hace un tiempo vive en Francia y es Doctor en Literatura Hispanoamericana por la Sorbona. Sus libros previos son el volumen de cuentos Los caimanes (Almadía, 2006) así como las novelas Los ríos errantes (Era, 2017) y Tumbas de agua (Pretextos, 2020, Premio Internacional de Novela Ciudad de Estepona).
Resulta obvio que la novela de Tapia Alcaraz reelabora, en clave paródica y ambientada en el norte de México, el Quijote cervantino. Por su estrategia narrativa, este libro puede emparentársele con obras como El evangelio de Lucas Gavilán (1979) de Vicente Leñero y con Los pasos de López (1982) de Jorge Ibargüengoitia. La primera reescribe el evangelio de San Lucas como si Jesucristo fuera un pepenador nacido en México en los años setenta, mientras que la segunda es un relato alternativo de la lucha por la Independencia.
Parece fácil hacer una novela como ésta, pues a primera vista basta con elegir un clásico y ajustar nombres y lugares a nuestra época. La realidad es muy distinta: los libros así forjados requieren un esfuerzo mayor, pues se trata de reelaborar, en un registro distinto, historias ya por todos conocidas. De alguna manera esto pone al autor en desventaja, dado que se pierde el factor sorpresa natural en una trama que se cuenta por primera vez. Así, por ejemplo, Tapia Alcaraz reescribe con ingenio el pasaje donde Don Quijote se enfrenta al Caballero de la Blanca Luna. La técnica del autor sinaloense es impecable: al narrar el momento en que el Albino Luna le hace una propuesta al Quicón Uriate, nos permite ver sólo las reacciones de quienes les rodean, pero calla el diálogo entre los dos hombres, creando así suspenso adicional.
Otro entre los muchos aciertos de este libro es la naturalidad con que Tapia inserta referencias eruditas en un entorno cotidiano. Un ejemplo lo encontramos en la página 75, donde el Quicote resalta la conexión entre la historia del curioso impertinente (capítulo XXXIII de la primera parte del Quijote) y el famoso corrido “Pedro y Pablo”, lanzado por Los Tigres del Norte en 1983 como parte de su disco Jaula de oro. La hazaña no es menor: al detectar las confluencias entre uno de nuestros más grandes clásicos y la mítica banda mexicana, Tapia nos recuerda que las categorías alta cultura y cultura popular están en discusión permanente, y que por fortuna la frontera entre ambas es mucho más difusa de lo que solemos admitir. A fin de cuentas ¿no nació el Quijote, el mayor referente literario en nuestra lengua, como un divertimento, una obra que se burlaba de las novelas de caballerías?
Ya con esta me despido, pero que nadie se engañe: no por inteligente y erudita, la novela de Miguel Tapia Alcaraz deja de ser muy divertida. Lean Del famoso y nunca igualado corrido del Quicón Uriate. No se van a arrepentir.