Contra la violencia
El sexenio de López Obrador concluyó con 198 mil homicidios dolosos, según datos oficiales reunidos por la consultora TResearch International. Es la mayor cifra registrada desde que tenemos las actuales series estadísticas. En el sexenio de Enrique Peña Nieto el total fue de 130 mil y en el de Felipe Calderón, atacado constantemente por AMLO por supuestos fracasos en seguridad, 102 mil. Si bien el expresidente López Obrador afirmó constantemente durante su gobierno que, gracias a su política de abrazos y no balazos, había logrado grandes éxitos en la lucha contra la violencia, la realidad tiene otros datos.
Al número de homicidios registrados hay que añadir una cifra de casi 52 mil desaparecidos, contra 32 mil del gobierno de Peña Nieto y 17 mil en el de Felipe Calderón, de acuerdo con la recopilación de cifras oficiales de Edu Rivera. La mayoría de estos desaparecidos están presumiblemente muertos.
En los últimos días de su sexenio, López Obrador forzó la aprobación en el Congreso de su reforma de la Guardia Nacional. La medida representa una abierta militarización de este cuerpo policial, que no sólo queda adscrito de manera permanente a la Secretaría de la Defensa, sino que obtiene fuero militar para sus elementos. La Sedena estará a cargo incluso de la elaboración de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública.
La Guardia Nacional no ha resultado eficaz para luchar contra la inseguridad o la violencia. Si bien su cobertura debería ser nacional, la mayor parte de sus elementos están concentrados en la Ciudad de México. Cuando a una mujer humilde se le cayeron unas aspas de lavadora en las vías del Metro capitalino, el gobierno la acusó de terrorismo y utilizó a cientos de elementos de la Guardia para custodiar durante meses las instalaciones para prevenir nuevos “atentados” que nunca tuvieron lugar. Los contingentes en las entidades que están sufriendo altos niveles de violencia son, en cambio, muy pequeños. A pesar de contar con más de 120 mil elementos, la Guardia realiza relativamente pocas detenciones. Los operativos importantes los hacen directamente soldados de la Secretaría de la Defensa Nacional. La GN se ha usado más como una patrulla fronteriza, para detener a inmigrantes centroamericanos camino a la frontera con Estados Unidos, o para realizar patrullajes, que para combatir el crimen organizado y la violencia.
El cambio, sin embargo, ya está hecho y le tocará a la presidenta Claudia Sheinbaum manejar la seguridad del país con esta estructura. Desde hace meses ella nombró a Omar García Harfuch titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana de su nuevo gobierno federal. Lo hizo por la experiencia positiva que tuvo con él cuando se desempeñaba como jefa de gobierno. García Harfuch consiguió buenos resultados en la CDMX a pesar de no ser militar… o quizá por eso. Es un policía de carrera, con larga experiencia en las instituciones federales de seguridad a pesar de su relativa juventud. No queda claro, sin embargo, cuál será su papel en el nuevo esquema en que toda la responsabilidad en seguridad se concentrará en la Secretaría de la Defensa.
López Obrador debió haberle dejado a la presidenta Sheinbaum las decisiones sobre cómo organizar su sistema de seguridad. Al forzar la aprobación al vapor de la reforma de la Guardia Nacional en septiembre, antes de la toma de protesta, le ha dejado las manos atadas ante uno de los retos más importantes para el país. AMLO dice que ya lo resolvió, pero en realidad le ha entregado a su sucesora un país con problemas más profundos de los que recibió en 2018.
