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La Laguna: Semillero de poetas

(ALE MORALES)

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DANIELA CERVANTES.-

Contacté al poeta Jorge Valdés Díaz-Vélez por Facebook. Hace poco, y no entiendo porque antes no, me crucé con su poesía. Cuando supe que era lagunero, me alegré en silencio. Mi terruño, a pesar de la ausencia de instituciones para estudiar letras, sigue pariendo poetas.

Somos, entre otras cosas, una región poética. Un semillero de entusiastas del verso que no dejan morir al género. Leí en una declaración del mismo Valdés Díaz-Vélez que: dedicarse a la inutilidad de escribir poesía puede ser considerado un acto de resistencia, de solidaridad y amor por el lenguaje.

Y es cierto, los que escriben poesía en La Laguna resisten porque aman experimentar las maravillas del acto poético. Lo cual, infinitamente, agradezco.

Este autor lagunero nacido en Torreón en 1955 (pero radicado desde hace tiempo en el extranjero) contabiliza 17 libros de poesía publicados dentro y fuera de México, un hecho que no lo desvincula de su origen, pues en varios poemas el autor retoma imágenes de su tierra para alimentar su lírica. El desierto, por ejemplo, ha sido protagonista de algunos de sus versos. En su poema titulado Sur, escribe: La medida del hombre es el desierto/ El desierto y el hombre son lo mismo./ No hay ruta o soledades que le dicten/ el pulso de las horas, no hay destino/ en esa libertad sobre la arena.

Desde ayer tengo en mis manos un libro de él que publicó el Instituto Municipal de Cultura y Educación de Torreón. Soledad en llamas es una compilación que reúne poemas de otros libros realizada por el mismo Jorge Valdés. Este compendio encontró lugar en la colección Viento y Arena, iniciativa que ha difundido obra de otros autores laguneros, como De a poco la mirada se queda vacía, un poemario de Alfredo Castro Muñoz, encarnación de una nueva generación de poetas.

Alfredo tiene 25 años y ya ha logrado un reconocimiento local que lo coloca como una promesa poética lagunera. Una pluma contemporánea cuya propuesta me atrapó desde antes que se publicaran los dos libros que ostenta hasta el momento.

Sobre este joven autor, escribiré: pongo mi esperanza para que aliente a la poesía lagunera. Creo en sus versos y lo sigo desde que lo conocí haciendo practicas en Siglo Nuevo, revista que edito desde hace cinco años. Casi, de inmediato, supe reconocer su alma poética y, al poco tiempo, admiré su destreza para arar los versos en los bordes de las páginas en blanco, que siempre lo esperan con asombro anticipado.

Y es que Alfredo me ha provocado risas por poemas como Había una vezEn Hollywood, que reza: en la pantalla/ Manson planeaba el crimen/ yo en mi boca/ el beso/ pasó la sangre/ pasaron los créditos/ ninguno de los dos/ pudo hacer nada. Pero, también, su poesía me ha hecho sentir impotencia, por versos como: cuando Dios hizo el trazo/ del río en la frontera/ no estaba pensando en peces de agua dulce/ pensaba en el cuerpo flotando/ de los caminantes/ cuando dijo/ hágase la luz/ *aparecieron linternas/ buscando en el desierto de noche.

Su lírica tiene muchos tonos, y yo muchas ganas de seguir leyéndolo.

Seguido, Alfredo me alienta a que escriba versos, me dice que también soy poeta, y pues… yo se la creo. Y es que pienso, hay que asumirse poeta y mostrar resistencia ante los desalmados que creen que la poesía es inútil.

Así que escribid versos querido lector, para que junto con Jorge Valdés y Alfredo Castro, a pesar de las circunstancias, sigamos manteniendo viva a la poesía lagunera.

Y por último, le recuerdo, por si ya lo había olvidado: que usted también tiene la facultad de contribuir a la vida con un verso.

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