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Silicon Wadi, la capital tecnológica de Israel

Medio Oriente tiene una zona que reúne a una alta concentración de empresas dedicadas a la alta tecnología. La raíz de su progreso puede enfocarse en la excelencia educativa.

Parque Tecnológico Malha Jerusalén. Imagen: Wikimedia/ Hagai Agmon

Parque Tecnológico Malha Jerusalén. Imagen: Wikimedia/ Hagai Agmon

RICARDO OROZCO ROSALES

En la actualidad, nos vemos inmersos en una era de avances tecnológicos que a menudo dificultan la apreciación de su verdadero impacto. No obstante, en la década de los noventa, ICQ desempeñó un papel fundamental al ofrecer una forma instantánea de comunicación a través de Internet. En ese entonces, las personas se veían obligadas a comprar costosas tarjetas telefónicas para realizar breves llamadas, coordinando cuidadosamente horarios para conectarse con otros, una realidad que podría parecer absurda para las generaciones más jóvenes.

Esta innovadora solución fue concebida por la startup israelí Mirabilis, con sede en “Silicon Wadi’”, el epicentro tecnológico de Oriente Medio (principalmente en Tel Aviv, Herzliya y otras localidades a lo largo de la costa mediterránea de Israel). El año 1998 marcó un hito significativo cuando America Online (AOL), una de las principales empresas tecnológicas de la época, adquirió ICQ. Esta adquisición marcó el inicio del auge de las startups tecnológicas, con inversiones millonarias y un cambio radical en la cultura global, ya que Internet y sus maravillas se volvían parte integral de la vida cotidiana, gracias, en parte, a lo que Silicon Wadi tenía para ofrecer.

El nombre Silicon Wadi (wadi es una palabra árabe que significa valle) podría parecer inicialmente modesto, como si intentara emular la esencia de Silicon Valley en Estados Unidos, que alberga gigantes tecnológicos como Google y Facebook. Algunos podrían considerarlo un simple truco de mercadotecnia en busca de reconocimiento y de inversionistas. No obstante, este nombre choca de frente con el orgullo nacional de Israel y su autoproclamación como ‘la nación de las startups’. Este término tiene sus raíces profundamente arraigadas, como lo explicó Omer Keilaf, CEO y co-fundador de Innoviz Technologies, en un artículo para Forbes. Keilaf destaca cómo la identidad de Israel, basada en la falta de materias primas y fuentes de energía, así como el tamaño limitado de su mercado local, no ha obstaculizado el crecimiento industrial, gracias a su mayor activo: su talento en ingeniería.

En un mundo donde las diferencias políticas a veces pueden eclipsar los logros sobresalientes, es importante adoptar un enfoque pragmático al observar los ejemplos exitosos que Israel ha establecido. Con aproximadamente 140 ingenieros por cada 10 mil trabajadores, según el diario La Vanguardia, Israel se ha convertido en un faro de innovación tecnológica.

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Imagen: Wikimedia/ Shai-WMIL

El compromiso inquebrantable de Israel con la excelencia educativa ha cimentado su posición como líder en tecnología, incluso en medio de las tensiones políticas. Ejemplos notables, como la adquisición de la destacada empresa de navegación, Waze, por parte de Google por un asombroso valor de 960 millones de dólares, demuestran que el talento y la innovación trascienden las fronteras. Del mismo modo, la adquisición de la empresa especializada en prevención de ciberdelitos, Trusteer, por parte de IBM en una transacción valorada en 650 millones de dólares, ha consolidado la reputación de Silicon Wadi a nivel global. Sin duda tiene su propia receta para alcanzar el éxito.

CONTRASTES

Silicon Valley es conocido por su enfoque extravagante en la búsqueda de la innovación, desde la experimentación con microdosis de psicodélicos, hasta la obsesión por mejorar el rendimiento cerebral. La creatividad a menudo alcanza niveles notorios entre billonarios y gurús digitales. Un ejemplo intrigante de esto es la práctica de transfusiones de sangre joven que algunos individuos han explorado con el objetivo de contrarrestar el envejecimiento y mantener su vitalidad.

En contraste, a miles de kilómetros de distancia, en Israel, el éxito tecnológico encuentra sus raíces en principios muy diferentes. Mientras algunos en Silicon Valley buscan inspiración en sustancias inusuales y prácticas poco convencionales, en Silicon Wadi, el rigor y la disciplina ocupan un lugar central. Aquí, la innovación se nutre del compromiso inquebrantable con un deber cívico: el servicio militar obligatorio.

Omer Keilaf, en el mencionado artículo para Forbes, resalta que los israelíes, a partir de los 18 años, se sumergen directamente en sistemas militares avanzados, asumiendo la responsabilidad de planificar proyectos y proponer mejoras. Durante este período, sus vidas giran en torno a la innovación. Keilaf comparte desde su experiencia que la red militar se convierte en un apoyo sólido, generando conexiones invaluables.

No obstante, vale la pena mencionar que el compromiso del gobierno israelí en la promoción de la innovación y el desarrollo tecnológico ha sido evidente, fomentando la inversión privada y trabajando para acelerar el crecimiento tecnológico local. Según el diario La Vanguardia, en Israel, a diferencia de muchas otras regiones, la conexión entre el mundo académico y empresarial es sólida. Esto se debe en gran parte a los Centros de Transferencia Tecnológica, una iniciativa que promueve la colaboración entre investigadores y emprendedores, permitiendo que la innovación trascienda los laboratorios y bibliotecas para convertirse en ideas comerciales y nuevas empresas.

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Edificio Intel en Petah Tikva. Imagen: Wikimedia

Este enfoque integral ha contribuido significativamente a fortalecer la posición del destacado centro tecnológico, capaz de atraer inversiones y delegaciones de empresas tecnológicas líderes de Estados Unidos, incluyendo gigantes como Microsoft, Intel, Motorola y Philips.

Manteniendo un enfoque pragmático en este tema, ¿puede México beneficiarse de la idea de que aquellos que cursan la universidad reciban apoyo del gobierno y efectivamente terminen trabajando en sus campos de estudio? La respuesta es afirmativa.

OPORTUNIDAD

Existe cierto escepticismo en torno a la idea de cursar una carrera universitaria. Se argumenta que gastar dinero y dedicar cuatro años y medio de la vida al estudio no siempre vale la pena. A menudo se citan ejemplos de ídolos tecnológicos como Steve Jobs y Bill Gates, quienes alcanzaron el éxito luego de abandonar la universidad. Sin embargo, se pasa por alto el hecho de que estas figuras contaron con un sólido apoyo que les permitió prosperar. No se debe subestimar el valor de adquirir conocimientos, especialmente si se tiene la oportunidad y el talento para hacerlo; es casi una responsabilidad moral. Entonces, ¿por qué persiste este escepticismo? La respuesta podría estar en la transición al mundo real que ocurre después de graduarse.

Como destacó un artículo reciente en Stillman Exchange, escrito por Mark DiPietro en 2023, Israel ha experimentado un rápido crecimiento en su sector tecnológico, con una recaudación de 27 mil millones de dólares en fondos en 2021, consolidando a Silicon Wadi como un destino al que grandes empresas de tecnología como Intel, Microsoft, Google y Amazon recurren en busca de talento innovador, más allá de Silicon Valley.

México, al igual que Israel, posee un gran potencial en términos de talento y creatividad. En esta era tecnológica en constante avance, es esencial que el gobierno, las empresas y las universidades mexicanas colaboren estrechamente para fomentar el éxito de los estudiantes y estimular el crecimiento económico. La inversión gubernamental en la educación superior y la promoción de una sólida conexión entre el mundo académico y empresarial son pasos cruciales para aprovechar plenamente el potencial de México.

Sin embargo, es fundamental ir más allá de las becas y programas para jóvenes, que a menudo se convierten en una mera formalidad para las empresas. México puede aprender de las experiencias exitosas de Israel y emular el enfoque integral que ha llevado a Silicon Wadi a su destacada posición en el mundo tecnológico.

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