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Raúl Muñoz de León

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RAÚL MUÑOZ DE LEÓN

GRAN TRAGEDIA DEL FENÓMENO MIGRATORIO

No es propósito nuestro asumir actitud catastrófica o derrotista, tampoco incurrir en expresiones que puedan alertar a la población, mucho menos acudir a un lenguaje destructivo y perjudicial; simplemente observar la realidad y hacer un comentario reflexivo ante lo que estamos viendo y viviendo.

No deseo llamarla caravana, porque éste es un término feliz y convencional; se trata en realidad de una corriente migratoria multitudinaria, espontánea, irregular conformada por grupos de personas que desde el 2018, vienen abandonando sus países huyendo de la pobreza, de la violencia, el miedo y el crimen, dando un espectáculo verdaderamente dramático.

Son de Guatemala, de Honduras, de El Salvador y de otros países centroamericanos-. Ahora están en nuestro país. Los avanzados llegaron a la Ciudad de México, cuyas autoridades políticas, administrativas y militares enfrentan la situación con extrema cautela, con respeto a los derechos humanos de los migrantes, pero también con la obligación de hacer valer el estado de derecho y preservar el orden jurídico en materia de migración. Tarea nada fácil.

Dice el refrán o proverbio popular "éramos pobres, parió mi abuela" que, aplicado a la situación caótica de la migración, quiere decir que ya de por sí la población capitalina vive en un caos, derivado de la angustia y ansiedad que provoca el desabasto de agua potable en buen número de alcaldías y municipalidades de la Ciudad de México y del Estado del mismo nombre, o sea ya los capitalinos tenían ese problema, cuando la situación se agrava con esas corrientes migratorias conformadas por hombres y mujeres, incluso niños, de origen centroamericano.

Su propósito es llegar a la frontera norte, utilizando cualquiera de estas tres vías: Ciudad Juárez, Chihuahua, Tijuana, Baja California y Nuevo Laredo, Tamaulipas. La más elemental ingeniería de la movilidad y la lógica aconsejan que la ruta más viable es la de Nuevo Laredo, por ser la vía más corta, y es la que están usando para alcanzar su objetivo final: ingresar a los Estados Unidos. Piensan ilusamente que estando dentro encontrarán satisfacción a todas sus necesidades, es una muchedumbre irregular que va en busca del "sueño americano".

No lo han logrado y difícilmente lo lograrán. Los grupos migratorios que han llegado hasta la frontera norte son detenidos ahí y advertidos ya desde los tiempos de Trump cual será la actitud que asuman frente a esta irregular muchedumbre: "No entrarán!" "Y si tiran piedras responderemos con balas", mandando cinco mil efectivos de su ejército a la frontera sur, alertas ante el posible intento de las huestes centroamericanas de derribar las barracas migratorias.

Infundiendo temor en la población norteamericana en el sentido de que en las filas de los migrantes se han infiltrado criminales, musulmanes terroristas y delincuentes de toda ralea, que de ingresar pondrían en riesgo la tranquilidad de su país.

Andrés Manuel López Obrador y Joe Biden, Presidentes de México y de Estados Unidos, respectivamente, se reunieron recientemente y el tema migratorio lo abordaron superficialmente, O por lo que no tuvieron un acuerdo importante y trascendente que buscara solucionar sensiblemente los efectos y consecuencias de la espontánea y peligrosa corriente migratoria.

Los que han llegado a la frontera se encuentran realizando trámites en solicitud de su ingreso al país vecino. De cumplir sus amenazas el gobierno norteamericano generaría una tragedia, pues debe comprenderse que salen de su país de origen, no por gusto, placer o diversión, sino por una auténtica y urgente necesidad. Se pasaría entonces del drama a la tragedia.

Los hilos que dividen los géneros literarios son muy finos y delgados, fáciles de romperse al menor obstáculo o tropiezo. De la comedia al drama, y de éste a la tragedia, el límite es muy frágil. De aquí que el gobierno estadounidense debe valerse de sus mejores operadores políticos y diplomáticos para evitar una catástrofe de fatales consecuencias.

No se sabe el tiempo que estos grupos de migrantes estarán en nuestro país, pero lo que dure su estancia aquí, implicará para las autoridades federales, y para las estatales del lugar en que se encuentren en un momento dado, procurarles techo, alimentos, atención y asistencia médica, medicamentos, lugar para dormir y donde puedan asearse y garantizarles seguridad, tema complejo éste que ya de suyo es un problema cotidiano del mexicano. O sea, atender las necesidades de un conglomerado humano, amorfo, eventualmente indisciplinado e incontrolable, con el que no se tiene responsabilidad alguna, como no sea las que se deriven de la elemental asistencia humanitaria como personas que son.

Hay otra cuestión, también compleja y trascendente. En México existen grupos de individuos y de familias que tienen las mismas necesidades, tal vez más intensas y apremiantes que las de los migrantes, grupos de marginados que requieren de vivienda, de empleo, de educación, de salud, de higiene, en fin de asistencia. Si el gobierno mexicano atiende y satisface las necesidades de los grupos migratorios, sentará un precedente y dará motivo, más que justificado para que los de aquí también exijan y reclamen a la autoridad.

Están dados los elementos para montar una tragedia teatral al estilo de los autores griegos; un sector de la humanidad arriesgando su integridad física y emocional por alcanzar mejores condiciones de vida, exponiendo en su peregrinar a mujeres embarazadas, infantes y ancianos que han dejado sus lugares de origen donde sufren persecución, hambre y desesperanza por parte de gobiernos insensibles que no son capaces ni tienen la voluntad de atender el llamado de sus pueblos.

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Escrito en: Raúl Muñoz de León

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