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La ciencia del rejuvenecimiento

Ante una sociedad que cada vez tiene más población de la tercera edad, investigadores de todo el mundo se han dado a la tarea de postergar (e incluso revertir) el envejecimiento para evitar todas las enfermedades que conlleva.

Imagen: Freepik

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ANA SOFÍA MENDOZA DÍAZ

En 2018, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) informó que, por primera vez en la historia, la población de personas mayores de 65 años superaba a la de niños menores de cinco años. Esto se debe, en parte, a la disminución de la natalidad, pero también al aumento en la esperanza de vida. Esta situación demográfica es reflejo de los avances médicos que permiten una vida más longeva; sin embargo, la vejez está asociada a numerosos males crónico-degenerativos y entre más personas en la senectud, mayor cantidad de enfermedades a tratar en los ya de por sí saturados (y muchas veces carentes) sistemas de salud en gran parte de los países.

Pero, si el envejecimiento es el que trae consigo toda una serie de padecimientos que van desde osteoporosis hasta síndrome de Alzheimer, ¿no sería mejor tratar la vejez para prevenirlos todos de una vez? Esa es la conclusión a la que han llegado grupos de científicos alrededor del mundo, quienes se han dado a la tarea de buscar el secreto para frenar el desgaste que viene con el pasar de los años e, incluso, revertirlo.

¿QUÉ CAUSA LA VEJEZ?

La vejez tiene que ver con el daño al ADN. Antes se creía que era debido a mutaciones que iban deteriorando los genes y produciendo, a su vez, desechos de tejidos celulares que inevitablemente provocaban enfermedad y muerte. Pero, en 2006, el investigador japonés Shinya Yamanaka probó que la edad de las células es reversible, descubrimiento que le valió el Premio Nobel de Medicina.

A través de cuatro factores (proteínas) introducidos en células maduras de piel de ratón, logró que éstas regresaran a su estado embrionario de célula madre; es decir, las rejuveneció a lo Benjamin Button, aunque perdieron su identidad (las funciones específicas de la piel).

La identidad de cada célula la define el epigenoma, que se conforma por una serie de proteínas y otros químicos que prenden y apagan los genes para que ejecuten ciertas funciones. Cabe recordar que el ADN de una persona es exactamente el mismo en cualquier célula de cualquier órgano; pero lo que hace que, por ejemplo, las neuronas sean diferentes de los glóbulos rojos, es precisamente el epigenoma, que programa a cada célula para que cumpla su propósito, como si fuera el software de una computadora.

Shinya Yamanaka. Imagen: Gladstone Institutes
Shinya Yamanaka. Imagen: Gladstone Institutes

REJUVENECIMIENTO DE LAS CÉLULAS

La Universidad de Harvard ha desarrollado estudios que amplían cada vez más el conocimiento sobre la forma en que los malos hábitos y otros factores afectan al epigenoma. Resulta que fumar, consumir dietas inflamatorias, privarse de suficiente sueño y exponerse a la contaminación ambiental son acciones que hacen que “las proteínas que normalmente estarían controlando los genes se distraigan porque tienen que ir y reparar el ADN”, explica a CNN David Sinclair, líder de las investigaciones sobre rejuvenecimiento en esa casa de estudios.

Este constante estrés en el epigenoma termina por hacer que las proteínas se pierdan en su regreso a la posición que deberían tener para controlar la función de la célula, causando un deterioro que finalmente provoca el mal funcionamiento del órgano entero e, incluso, de todo un sistema.

Pero, partiendo del descubrimiento del ganador del Nobel, los investigadores del laboratorio Sinclair estuvieron experimentando con los factores de Yamanaka hasta que, en 2020, fueron capaces de “reiniciar” las células oculares de ratones viejos con problemas de visión.

Usando solo tres de las cuatro proteínas con las que el científico japonés convirtió células maduras en embrionarias, el equipo de Harvard pudo devolver las células oculares a un estado anterior al deterioro, sin que éstas perdieran su identidad, como ocurrió en el caso de Yamanaka, y sin que se volvieran cancerosas. Es decir, en lugar de devolverlas a una edad “cero” (el equivalente a un recién nacido humano), las rejuveneció entre un 25 y un 50 por ciento. Para darse una idea del logro, es como si a un septuagenario le devolvieran 35 años de su vida sin perder sus conocimientos ni su sentido del “yo”.

“Es un reinicio permanente, hasta donde sabemos, y creemos que puede ser un proceso universal que podría ser aplicado en todo el cuerpo para reiniciar nuestra edad”, expone Sinclair, aunque la ciencia todavía tiene mucho camino que recorrer para llegar a ese punto.

De hecho, hay análisis que indican que tal vez podría ser imposible revertir considerablemente el envejecimiento en humanos, como el estudio Reloj de envejecimiento, entropía y los límites al revertir la edad (2022). La investigación establece que existen procesos termodinámicos irreversibles que afectan la resiliencia del organismo, entendida como la habilidad de un conjunto de unidades funcionales (como las células) para responder a una perturbación y regresar a su equilibrio previo.

Según el estudio (que todavía debe someterse a la revisión por pares), la resiliencia de los humanos se reduce a la mitad cada ocho años, hasta que se pierde por completo y sobreviene la muerte. Una vez duplicada esa pérdida no hay punto de retorno, lo cual aumenta la incidencia de enfermedades crónicas y reduce la ventana de acción para el rejuvenecimiento, aunque no cierra del todo la posibilidad de desacelerar la vejez.

En 2020, los investigadores del laboratorio Sinclair “reiniciaron” las células oculares de ratones viejos con problemas de visión.   Imagen: Universidad de Harvard Laboratorio Sinclair
En 2020, los investigadores del laboratorio Sinclair “reiniciaron” las células oculares de ratones viejos con problemas de visión. Imagen: Universidad de Harvard Laboratorio Sinclair

PROLONGAR LA ESPERANZA DE SALUD

Independientemente de si hay o no método para devolver la juventud a los seres humanos, existe una meta más alcanzable para la ciencia: la prolongación de la esperanza de salud. Para entender mejor la diferencia de este término con el de esperanza de vida, tomemos el ejemplo de dos personas que cumplirán un siglo vivas: una tendrá problemas cardíacos y respiratorios desde los 60 años de edad, la otra los comenzará a presentar hasta los 80. Esta última tiene mayor esperanza de salud, lo que se traduce en más tiempo con mejor calidad de vida, a pesar de que ambas pasarán la misma cantidad de décadas en este mundo.

Para ello es posible realizar actividades que eviten el mal funcionamiento del epigenoma: hacer ejercicio, llevar una dieta balanceada, evitar sustancias como el alcohol o la nicotina, meditar, evitar los ambientes muy contaminados, etcétera.

Hay una serie de individuos que están comprometidos con encontrar el mejor método para extender al máximo la esperanza de salud. El más destacado es el empresario Bryan Johnson, quien lidera las Olimpiadas del Rejuvenecimiento, una plataforma que mide la “edad biológica” de los competidores bajo los esquemas del doctor Oliver Zolman, especialista en medicina regenerativa y biología del envejecimiento, además de líder del equipo de 30 médicos que trabajan con Johnson.

El multimillonario de 47 años lleva un estricto régimen que incluye una dieta vegana de contadas calorías, más de dos decenas de suplementos diarios, rutinas especiales de ejercicio, terapias láser, inyecciones de grasa, además de evitar el consumo de alcohol y la exposición a la luz solar, entre otros hábitos que conforman los alrededor de 100 protocolos con los que tiene que cumplir cada día para posponer la vejez. Esta serie de rutinas conforman su programa Blueprint, cuyo objetivo es medir la edad biológica de cada órgano y generar terapias personalizadas para revertirla.

La página web del proyecto abre con un encabezado optimista: “No mueras”. A continuación se muestra un listado de logros tras dos años de aplicar el régimen. Entre ellos se menciona una ralentización del ritmo de envejecimiento equivalente a 31 años, así como una menor acumulación de daños por la edad en comparación con el 88 por ciento de jóvenes de 18 años.

Bryan Johnson. Imagen: Magdalena Wosinska
Bryan Johnson. Imagen: Magdalena Wosinska

LA EDAD BIOLÓGICA

Pero el problema con la edad biológica, destacan numerosos expertos, es que no hay una forma certera de medirla. A Bryan Johnson le realizan todo tipo de estudios clínicos para revisar su estado general y el de ciertos órganos en particular, pero eso solo es indicador de que su salud está mejor o peor que lo esperado en alguien promedio de su edad. Es indudable que con tantos cuidados sus órganos están recuperando vitalidad, por decirlo de alguna manera; pero es aventurado asegurar que epigenéticamente tiene 42.5 años y que su corazón es el de alguien de 37.

“Puedes alzar los hombros y decir ‘mira, esta persona está en muy buena forma, así que probablemente sea más joven’, pero no es cuantitativo”, argumenta Martin Borch Jensen, cofundador de Gordian Biotechnology, en una entrevista para Insider. El investigador de longevidad considera que la edad biológica es un término de moda para decir que alguien tiene una salud envidiable. Tanto él como otros expertos coinciden en que alcanzar un nivel de salud que indique que alguien va a vivir muchos años más, no significa que esa persona haya recuperado su juventud. Eso sería una “sobresimplificación” de lo que se sabe acerca del envejecimiento del cuerpo humano.

La doctora Morgan Levine, líder del grupo de investigación de Altos Labs, admite que el enfoque actual de la ciencia del envejecimiento no es prolongar el tiempo que pasa desde el nacimiento hasta la muerte, sino posponer el deterioro físico y mental asociado con la vejez.

“Si intervenimos en el proceso de envejecimiento, podemos postergar todas las cosas de las que la gente tiene miedo cuando piensan en hacerse viejos. Queremos incrementar la calidad de vida y mantenerla a lo largo del tiempo. Si eso produce una vida más larga, es un extra, pero no es la meta final”, explica.

En todo caso, aumentar la esperanza de salud es un logro destacado, a pesar de que no suene tan glamoroso como revertir la edad biológica, revertir el envejecimiento o rejuvenecer. También es algo que todas las personas pueden hacer en mayor o menor medida dependiendo de sus posibilidades. No es necesario invertir dos millones de pesos al año como Bryan Johnson para tratar de tener una dieta más balanceada, aumentar la actividad física y aprender a meditar. Con suerte, si desaceleramos nuestra propia vejez con esos métodos probados, alcanzaremos a atestiguar cómo la ciencia, ahora sí, descubre la forma definitiva de rejuvenecer todo el cuerpo humano manipulando los genes.

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