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ALEJANDRO TOVAR

De alguna forma, todos huimos de algo, cada quién lo sabrá. Sobrevivimos a la pandemia, pero renacimos con otra piel y una capacidad de pensamiento desdibujada, así que en la lucha por respirar temas distintos se busca la calle y en ella tienes con los reflejos, con las voces de las pasiones, con el sol quemante, con las miradas del pueblo, no dibujando al mundo, sino dibujando tu propio mundo con una imaginación que te conduce a todas partes.

La fiesta de hijos y nietos provoca el reencuentro con el último reportero de los medios independientes. Fue el primero que inició la comunicación santista hace 40 años y a su gente hoy en el club le exigen una lista de preguntas para autorizar al jugador para ser entrevistado, volvemos a tener una vida de animal en cautiverio, cuando se supone que un reportero va a la cancha y aborda a quien desee o que el club le de las facilidades necesarias.

Mijail Gorbachov (1931-2022) impuso el Glasnot en Rusia, una reforma política que pretende transparencia, apertura, franqueza, de la que careció el régimen desde Stalin, con totalitarismo en medios y represión literaria. En el tiempo de Yashin, todo era de oro pues solo se hablaba del futbol ruso con flores, sin quejas, sin escándalos, solo mensajes optimistas de un mundo ideal. Hoy en Rusia contra el dominio de Putin sobre medios le llaman Samizdat (copia y distribución clandestina de literatura prohibida por la censura del régimen soviético). ¿Es lo que sigue en el terreno local?

El futbol provoca deficiencias clasistas y quienes desean informarse no ven ni escuchan el proceso de los lesionados, el cuadro que jugará el domingo, los movimientos tácticos del DT, la actividad diaria con pormenores como corresponde a un equipo de primera con medios de todo tipo. Si no se les permite acercarse, ¿por qué no lo denuncian? Nadie puede entender que Santos Laguna pueda tener influencia y poder para detener y censurar una actividad legítima y propia. ¿Y por qué todo mundo lo permite?

Imaginen a un funcionario con cuestionario en la mano, ¿cuál será su autoridad moral y profesional para censurarla? Esto tiene un largo etcétera pero la libertad de expresión se reduce desde ya, al menos en el campo santista a una expresión de polvo y fantasmas, a un viaje de tu imaginación que te lleva a cualquier destino, con el riesgo de que tus ideas te conduzcan a cometer un delito ideológico.

Se supone que era tiempo de Jaime y sus chicos que se lucen con un rival muy limitado y a lo que se deber mirar con mesura. Ahora lo importante es una copa, un abrazo al reportero amigo y encaminarse a un grupazo de chicos locales "La Caries", que reparte su talento con el sello de Morat. "Tu recuerdo no se va, no se va, no se va. Quédate otra vez, quédate toda la vida. Y no se va, no se va, no se va".

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