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Lugares como Saltillo, Monclova y el Valle de Cuatro Ciénegas, son paisajes impregnados en la narrativa de Todos los hermosos caballos (1992), novela publicada por el escritor estadounidense Cormac McCarthy, de quien se reportó su muerte por causas naturales este martes en la ciudad de Santa Fe, Nuevo México. Tenía 89 años de edad.
Por las características de su obra, McCarthy fue influencia para varios autores del norte del país, entre ellos el coahuilense Luis Jorge Boone, quien en algún momento de su juventud subió a un autobús en Monclova y, libro en mano, recreó los momentos plasmados en la citada novela.
“Allí McCarthy habla como de esa Monclova vieja, esa Monclova antigua que realmente era poco más que un pueblo”, indica Luis Jorge Boone en entrevista telefónica.
McCarthy nació en Rhode Island, en el año 1933. Su libro La carretera ganó el Premio Pulitzer en 2006, Todos los hermosos caballos el National Book Award en 1992, e incluso el crítico Harold Bloom lo consideró como uno de los cuatro grandes novelistas estadounidenses de su generación junto a Thomas Pynchon, Don DeLillo y Philip Roth.
La primera vez que el coahuilense Luis Jorge Boone leyó Todos los hermosos caballos tenía alrededor de 21 años de edad. Recuerda que el texto lo noqueó, que en esa historia protagonizada por John Grady Cole y Lace Rawlins encontró una nueva ventana para aprender a observar el entorno que lo rodeaba.
“La leí en casa de mis papás, en la división entre Monclova y Ciudad Frontera. Cuando vi eso, dije: ‘¡Él estuvo aquí!’. Todo es como muy vívido, como que no proviene de la literatura, no es una referencia a otra cosa, a otro libro o un dato, sino que es algo que muy probablemente hizo o que él conocía estos pueblos”, agregó Boone.
El autor de Toda la soledad del centro de la Tierra (Alfaguara, 2019) continúa con su anécdota y confiesa que, incluso, la aguda mirada de McCarthy puede provocar cierto sentido de envidia.
“También son esos celos, como de que con qué derecho este gringo viene a contar lo que es mío. Hay una cosa como muy primitiva en eso, en decir: ‘¡Esto es lo que yo veo todos los días! ¿Cómo no lo había visto así, como material literario?’ […] Creo que Cormac McCarthy, y lo decía Julián Herbert en un post que puso hace poco en Facebook, que fue quien nos enseñó a mirar ese paisaje”.
Para Boone, McCarthy fue un escritor que trabajó y vivió como quiso. Fue un autor apartado de los reflectores, reservado, se mostraba poco y no malgastaba palabras desde su oralidad, pues solía decir que todo lo que quería expresar habitaba en sus textos. “Fue grande, en cada libro se tiró sin paracaídas”.
Además, el coahuilense considera innecesario el discurso de que McCarthy murió sin recibir el Premio Nobel de Literatura, pues se trata de una condecoración que su extensa carrera no necesita para hablar por sí misma.
“Me da pena que haya muerto, porque desaparece una inteligencia que hacía ser el mundo más bello, como cada vez que se muere un poeta o un buen escritor”, concluyó Boone.