En nuestro país, la palabra corrupción es de gran divulgación, sin embargo, la asociamos principalmente a los políticos, al gobierno y en ocasiones, a instituciones privadas. No obstante, considerando que el término también abarca a todo aquello que pasa a un estado de putrefacción o que se pervierte, en sentido estricto, la gran mayoría de nosotros somos corruptos y lo hemos aprendido desde las instituciones más elementales como la familia y la escuela.
En semanas pasadas, conversando con un grupo de alumnas surgió una queja un tanto recurrente: los agentes de tránsito que piden "mordida" y que abusan de los ciudadanos.
Ante mi pregunta de ¿por qué tenían que dar un soborno al agente? la mayoría no aceptó ser corruptos, no les culpo, lo hemos aprendido muy bien. Luego dijeron que daban "mordida" para evitar la vuelta a pagar la infracción.
Cuestioné cuáles eran las causas por las que les infraccionaban más frecuentemente y era el exceso de velocidad.
Me di cuenta que no estamos conscientes del riesgo que implica conducir a exceso de velocidad, considerando que al ir sobre un vehículo pesamos casi una tonelada, que, haciendo el cálculo de la fuerza que adquirimos con una masa de mil kilos, a una aceleración superior a 60k/h, la distancia que se requiere para frenar por completo es cada vez mayor según la aceleración, más aún, la fuerza con la que impactaremos algo o a alguien es mucho muy considerable.
Nos importa más ahorrarnos el tiempo de ir a pagar la multa por la falta cometida, es decir, estar cómodos, que respetar el reglamento de tránsito (que, dicho sea de paso, una gran mayoría no lo conocemos a cabalidad). Razones para hacerlo se nos ocurren muchas, pero no se nos ocurre respetar la regla.
Ciertamente, si un agente de tránsito pide un soborno para facilitarnos huir de nuestra responsabilidad es un acto de corrupción. Pero ¿en qué nos convertimos nosotros cuando, en vez de pagar la consecuencia legal de nuestros actos, colaboramos con aquél que, conociendo nuestra ignorancia y nuestra falta de integridad, aprovecha la ocasión para ganarse una comisión?
Somos ciegos para reconocer que la corrupción la hacemos cada vez que dejamos de cumplir con las reglas, normas y leyes que fueron creadas para vivir en una sociedad ordenada.
Recientemente se publicó el posicionamiento de estado de derecho del World Justice Project donde ocupamos la posición 113 entre 139 países. Al Gobierno no le gustó, pero francamente la corrupción no se genera de manera espontánea, pues en cualquier organización, somos las personas quienes las honramos o no con nuestro proceder. Nos falta ser íntegros consistentemente, porque en honor a la verdad, somos un pueblo que no le importa corromper las leyes, aunque esto nos tenga sumidos en la imposibilidad de avanzar y desarrollarnos. La pregunta es ¿somos realmente un pueblo bueno y sabio?