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Un seis de felicidad

ALEJANDRO TOVAR

El objetivo primordial de la historia, debiera ser alimentar la autoestima pero incumple con esa precaria obligación pues el pasado sucio, acaba volviendo siempre. Somos como un terreno fértil para la desinformación por nuestra salud mental tan castigada por la mentira opresora, que no pierde madurez ni competitividad. Somos como los que se atreven a escribir, sin antes haber leído.

Nos dejamos llevar por pasiones y colores y más que aficionados somos como niños de cristal que deseamos felicidad completa, cuando solo existimos en la mitad de ninguna parte. Hay quienes se molestan cuando la madre de Belinda llama "naco" al pobre de Nodal, otros se compadecen porque Herrera en la euforia del partido puso un noveno extranjero en la cancha. Algunos más llama a las terribles fallas de Valdés ante el arco de Ustari, como una "mala suerte".

En la batalla sabatina, a los comentaristas de tv solamente les faltó entrar a cabecear contra el arco rojinegro, pues sus relatos y consideraciones fueron tendenciosas sin recato, cuando se supone que los profesionales deben ser imparciales, por más que estén revestidos con piel felina. El mismo árbitro Ramos dejó bueno el primer penal a Gignac cuando Nervo solo le olió las nalgas y aun con tomas de todo tipo, jamás cedieron. Solo Bermúdez lo hizo pero no contó con su respaldo.

Al final, cuando ya Nahuel sabía del yerro de su técnico y vino el penal inobjetable de Angulo se vino un show aparte con lágrimas y un largo rito de quitarse y ponerse los guantes, mover la pelota, hablar como candidato político y gesticular. No contaba con que Aldo Rocha no solo es un líder, sino que tiene la finura para matar de un solo disparo. Ahí todos se pusieron pálidos y Herrera ya no dio las culpas al arbitraje, sino que aceptó que el mundo tiene villanos y canallas.

De todas formas hay que entender que en el futbol hay gente sin depresión que vive triste, como Tano Ortiz, serio e imperturbable que le baja puntos al drama y asegura que no fueron superados, solo que el Pachuca fue certero pero este juego, es de goles, no de aproximaciones y hasta a Valdés luego de sus yerros tan grandes le gustaría permanecer en el mayor anonimato. 

Y en casa, vemos que el esfuerzo del conocimiento y la percepción se sustituye por el negocio de la distracción, así que para espantar los temores del pueblo santista hablan de chicos segundinos como Eduardo Pérez, Aldo López y Rivaldo Lozano, muy conocidos en su barrio, que no son refuerzos, solo incorporaciones. Tal vez sea mejor vivir con el escudo del amor y la alegría y pensar que si los niveles de nuestra felicidad es un seis, no está tan mal y no esperar grandes sorpresas, pues lo ideal sería esconder a Acevedo, Torres, Dória, Cervantes y Campos para que no los vendan. Rezar porque Ayrton deje de ser de cristal y Elizalde diga que la respuesta está en el viento.

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