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En Tres Patadas

Marcelo, el precandidato Playmobil

DIEGO PETERSEN FARAH

Marcelo Ebrard consigue vacunas, atiende la agenda climática, festeja a la Fuerza Aérea, presenta un libro sobre el rescate del compañero Evo, pero además hace mole, pinta plantos, modela barro, arregla coches, maneja transporte público, cuida perritos. Cualquiera diría que está haciendo campaña en Kidzania, posteó con atinado humor Barbaja Tijerina (@bartije). Y sí, el canciller arrancó el año con ánimo de campaña y una nueva estrategia de comunicación al más puro estilo Playmobil.

Claramente el esfuerzo de los comunicadores es por convertir a Ebrard en un personaje más empático y cercano a la realidad de los mexicanos. Su fuerte nunca ha sido la simpatía. Su imagen está asociada, en lo positivo, a la eficiencia y el pragmatismo político, y sus negativos vinculados directamente a la corrupción en la Línea 12 del Metro. Para suerte suya, la elección será lo menos parecida a Miss Simpatía 2024. Sus contrincantes, las otras corcholatas de Morena, Claudia Sheinbaum, Ricardo Monreal y Adán Augusto López, son tanto o menos simpáticos que él, y los posibles candidatos de la oposición, Anaya, Zavala, Alfaro, Samuel, Alito, Osorio, arruinan la sonrisa de un payaso.

En este mar de candidatos insípidos, Marcelo ha decidido ponerle un poco de sal a su imagen y le está funcionando. Al cierre de 2021 el canciller logró cerrar la brecha frente a Sheinbaum y en algunas encuestas incluso alcanzar a su rival. Si bien nadie tiene duda que la verdadera batalla en Morena es por conquistar el corazón del presidente, el que se haya planteado la encuesta como método de selección para el candidato del partido en el gobierno obliga a todos a trabajar en su imagen y popularidad. A diferencia de Sheinbaum, que está concentrada hacia dentro, con las bases del partido y las huestes del presidente, Ebrard necesita generar fuerza propia. Pero, sobre todo, a diferencia de Claudia, Marcelo necesita tener plan B; si la jefa de gobierno no gana la candidatura no va a romper con Morena. El canciller, por el contrario -lo ha dicho de diferentes maneras- tiene que pensar en la posibilidad de irse con sus canicas a otro partido.

Los morenistas se están dando con todo. Aunque parece haber un pacto de no usar el tema de la tragedia del Metro para agarrarse a realazos, pues ahí todos pierden, en otros frentes la lucha es sin cuartel y sobre todo sin reglas. Faltan muchas batallas y golpes por ver y un largo camino por recorrer. El futuro de Scheinbaum está más vinculado a la operación, al ejercicio de revocación de mandato, las elecciones estatales e incluso los resultados del gobierno de López Obrador. El de Marcelo pasa más por su propia fuerza e imagen, aunque sea de monito de Playmobil.

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