En enero de 1970, el presidente de los Estados Unidos de América alertó al mundo sobre la creciente contaminación ambiental y el aumento explosivo de la población humana. La ecología apareció en los titulares de la prensa internacional. ¿Pesaba en la conciencia del presidente, la tremenda responsabilidad que recaía sobre su país por sus acciones ecocidas? El bombardeo atómico de Hiroshima y Nagasaki, las pruebas nucleares en los atolones de Bikini y en el desierto de Nevada, los bombardeos de saturación y el uso masivo de herbicidas y desfoliantes sobre la península indochina, eran pruebas, no solamente del tremendo poder destructivo de las armas modernas, sino también de la temeridad con que pueden actuar ciertos grupos de la sociedad y del inminente peligro de un holocausto que acabaría con la biósfera.
Santiago R. Olivier, doctor en ciencias naturales y asesor técnico de la UNESCO en los años setenta, autor del libro "Ecología y subdesarrollo en América Latina", recordaba que en 1971, dos mil doscientos científicos de diferentes países se dirigieron al secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, advirtiendo sobre la urgente necesidad de tomar medidas en defensa de la biósfera. La ONU respondió convocando a la Conferencia Mundial sobre el Medio Humano, Estocolmo, 1972.
Proyectado en 1968, el Informe al Club de Roma sobre el Predicamento de la Humanidad "Los límites del crecimiento", se publicó en 1972.Muchos dirigentes políticos de los países del llamado en aquel tiempo Tercer Mundo comenzaron a tomar conciencia sobre los peligros que significaba para sus esperanzas de desarrollo, el derroche de los recursos naturales, la contaminación ambiental y la carrera armamentista.
La responsabilidad mayor pareció recaer sobre la economía de libre empresa, más preocupada por la obtención de grandes beneficios que por la problemática ambientalista. A ella no podía inquietarle el creciente despilfarro de los recursos y el envenenamiento del aire, de las aguas y de los suelos.
Parecían surgir contradicciones insalvables entre crecimiento económico y medio ambiente.
Algunos países del "Tercer Mundo" declararon preferir el desarrollismo a la conservación del medio. Se había difundido que, para los países más atrasados, la miseria es la que genera los más graves problemas ambientales.
La Conferencia de Estocolmo creó el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Surgió el concepto de ecodesarrollo; es decir, la posibilidad de compatibilizar el desarrollo con la preservación del medio ambiente.
Se inició una enérgica campaña de concientización sobre la necesidad de defender los recursos naturales de la voracidad insaciable de las empresas transnacionales, de mejorar la calidad de vida humana y de evitar la contaminación que se había transformado en un fenómeno global.
Este movimiento fue mundial aunque, por razones políticas, la mayoría de los países socialistas no participaron de la Conferencia de Estocolmo. El motivo de que muchos de esos países no participaran de tal conferencia se debió al no ingreso de la República Democrática Alemana (RDA) a la ONU. Sin embargo, fueron los países del Báltico, los escandinavos y la RDA los promotores de las campañas ambientalistas. La Conferencia Europea preparatoria de la de Estocolmo, tuvo lugar en Praga.
En los países socialistas, teóricamente, no debían existir problemas de deterioro ambiental. Poseían economías planificadas donde podrían haber sido evaluadas las consecuencias ambientales que genera el desarrollo. El hecho era que también en ellos habían surgido problemas de contaminación, de voladura de suelos y de sobreexplotación de recursos.
La falta de propuestas políticas válidas en los países capitalistas desarrollados, determinaron el surgimiento de movimientos ecologistas espontáneos.
Su acción se traducía en denuncias apasionadas contra la contaminación ambiental, manifestaciones masivas opuestas a las instalaciones nucleoeléctricas, proclamas antibélicas y en contra de toda forma de destrucción de la naturaleza.
En algunos países como Francia y la RFA, surgieron movimientos políticos "verdes", que tenían como plataforma electoral la defensa del medio ambiente.
Exitosas campañas anticontaminantes se emprendieron en Estados Unidos, Gran Bretaña, RFA y Unión Soviética. Sin embargo, en los países subdesarrollados la situación se agravaba: Destrucción de recursos naturales, desforestación, erosión, extinción de fauna, polución en todas sus formas, aumento descontrolado de población, etc.
En diez años la ecología se había transformado y enriquecido. Ganaba las calles. Era una ciencia de denuncia contra las injusticias sociales, la explotación de los países pobres y su dependencia económica y política.
La ecología se transformó: pasó a ser una ciencia de moda.
La advertencia lanzada por el presidente de los Estados Unidos en 1970 se había transformado en un bumerán.
@kardenche