(EDUARDO RUIZ)
Una exposición que pertenece a tres instituciones distintas como lo son el Museo Nacional de Arte (INBAL), el Museo Nacional de Historia (INAH) y el Museo Soumaya (Fundación Carlos Slim), estará albergada en el Museo Arocena de Torreón a partir de este viernes. ‘Símbolo y reino. Tres grandes colecciones novohispanas’, es una exposición itinerante, curada, gestionada e investigada por los tres museos capitalinos ya mencionados.
Héctor Palhares Meza, jefe de curaduría del Museo Nacional de Arte y curador de esta muestra junto a Francesca Conti del Museo Soumaya, indicó que ‘Símbolo y reino’ se compone de 60 piezas nodales, 20 de cada una de ellas pertenecen a las colecciones que hacen un recorrido del siglo XVI hasta el primer tercio del siglo XIX. Es decir, todo el periodo novohispano en una lectura atípica, inédita.
“Estas grandes piezas se reúnen con el fin de mostrar su gran contenido simbólico. Es decir, no estamos frente a obras de carácter civil o religioso, las lecturas tradicionales, sino sobre todo destacando la envergadura de los grandes símbolos que formas parte de las piezas”.
Estos símbolos pueden aparecer en la figura de una corona, una espada, un demonio, un libro un textil. Se cuestiona así, cómo se les puede dar lectura desde una mirada contemporánea a ese periodo virreinal tan alejado.
“Aquí hay toda una serie de guiños que los artistas utilizaban, sobre todo, para una población mayoritariamente analfabeta que hoy seguimos leyendo, seguimos siendo cultura de símbolos en nuestras redes sociales, en nuestra comunicación virtual y es justamente el gran valor de ‘Símbolo y reino’ , una exposición que fue justamente hecha con esta sinergia entre los tres museos, con una importante itinerancia en el país para que nuevos públicos por supuesta la disfruten”.
Entre las obras destacan firmas de la talla de Andrés de Concha, Andrés Lagarto, Juan González, la dinastía de los Echave y de los Juárez, Diego de Borgraf, Juan Correa, Cristóbal de Villalpando, José de Ibarra, Juan de Sáenz, Francisco Antonio Vallejo, Miguel Cabrera, Nicolás Enríquez, Juan Patricio Morlete Ruiz y José de Alcíbar.
De igual forma, es posible encontrar otros símbolos como el cordero, un eco de la tradición judía que desemboca en la figura de Jesucristo. En el rubro de las coronas y rosas, las primeras refieren al valor de un rey y su poder temporal en la tierra, las segundas aparece en su elemento devocional como la castidad y virtud de María.
“Vemos estos símbolos que adquieren diferentes lenguajes, diferentes contenidos, como por ejemplo también la indumentaria. Pensar en cómo se vestía esa sociedad virreina, qué implica una peluca, que implica un chiqueador en la sien, que implica un corsé ceñido, una chupa para un caballero, todos esos eran símbolos que también daban correspondencia o pertenencia a un sector social. Como nuestra imagen pública en Facebook o en una red social, ellos se retrataban de los pinceles de estos grandes maestros, para mostrarse, para construirse una imagen ante la colectividad”.
En ‘Símbolo y reino’ conviven tres siglos de producción pictórica novohispana. Coexisten artistas del manierismo, como Manuel de Concha, vinculados con una forma acartonada, con grandes cuerpos del Renacimiento italiano. El barroco es otro de sus puertos, con su sobriedad y exuberancia, con representantes como Cristóbal de Villalpando, gran maestro de los contrastes lumínicos y efectos teatrales, para luego llegar a las fronteras del neoclasicísmo.
