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Ensayo sobre la cultura

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Hablemos de literatura

JOSÉ LUIS HERRERA ARCE

Comienzo con una cita de Vargas Llosa, de su libro, El fuego de la imaginación: "Es preciso, por eso, recordar a nuestras sociedades lo que les espera.

"Advertirles que la literatura es fuego, que ella significa conformismo y rebelión, que la razón de ser del escritor es la protesta, la contradicción y la crítica.

"Explicarles que no hay término medio; que la sociedad suprime para siempre esa facultad humana que es la creación artística y elimina de una vez por todas a ese perturbador social que es el escritor, o admite la literatura en su seno y en ese caso no tiene más remedio que aceptar un perpetuo torrente de agresiones, de ironías de sátiras que irían de lo adjetivo a lo esencial, de lo pasajero a lo permanente, del vértice a la base de la pirámide social.

"Las cosas son así y no hay escapatoria: el escritor ha sido, es y seguirá siendo un descontento. Nadie que esté satisfecho es capaz de escribir, nadie que esté de acuerdo, reconciliado con la realidad, cometería el ambicioso desatino de inventar realidades verbales. La vocación literaria nace del desacuerdo de un hombre con el mundo, de la intuición de deficiencias, vacíos y escorias a su alrededor". (Pag. 27)

La literatura, y el arte en general es la gran ficción que critica esta realidad.

Se da a conocer el premio Nobel. Ya nos estamos acostumbrando que son autores poco conocidos. Escriben bien, no cabe duda, pero su lectura no me complace como la de otros autores que pasan desapercibidos y qué, sin embargo, espero su siguiente obra con ansia; y muchos, como yo, lo ha de hacer.

Comenzando con Murakami. Este año le ha tocado a una francesa, Annie Ernaux. Leí un primer libro, La vergüenza. No me invitó a seguirla leyendo. Mejor me espero a que alguien me diga cuál es la novela que la hizo Nobel.

Pero digamos, que el mundo de la literatura es grande, y en el caso de la región, nos podemos sentir orgullosos por varias razones.

La primera de ellas, es que ha salido al mercado dos novelas de jóvenes autores que se han entregado por completo a la profesión, haciendo lo que tiene que hacerse, irse a México, seguir estudiando todo lo que se tiene que estudiar y aprovechar las becas que existen para ellos.

Sus nombres son: Vicente Alfonso, que acaba de publicar La sangre desconocida, nada menos que en Alfaguara. Es Premio Nacional de Novela, Elmer Mendoza.

Ya muchos han de saber que la obra fue escrita en la casa que ocupó Gabriel García Márquez. Estoy seguro de que este joven nos va a llenar de sorpresas, a nivel internacional. Estudió en la Pereyra y en la Facultad de Ciencias Política y Sociales, donde fui su maestro.

También lo fui del segundo joven, Carlos Reyes Ávila, quien acaba de publicar "La fábrica de mexicanitos" en la editorial Nitro Press. Fue finalista del certamen literario internacional sor Juana Inés de la Cruz 2017.

Ha escrito una comedia deliciosa, con una estructura precisa, redonda. De esas que pueden servir de base para una buena película.

Seguimos en la brega de la tradición literaria lagunera. Los diversos talleres literarios dan su fruto. De ninguna forma ha sido una inversión perdida.

Pero hay más en la región. Me he llevado la sorpresa de los proyectos editoriales de la Dirección Municipal de Cultura, no sólo en publicar a las jóvenes promesas, sino rescatar lo que escritores de antaño han producido. Hay dos títulos que ya vieron la luz, en la colección del segundo caso: Ella era el jardín, de Gilberto Prado Galán, recientemente fallecido. Y Soledad en llamas, de Jorge Valdés Díaz-Vélez.

Con el primero, se me estrujó el corazón. Más que un libro sobre la muerte, es un libro sobre el amor.

Ojalá que en esta colección se recupere la obra de muchos autores de antaño, desconocidos para las nuevas generaciones. Es muy triste que la obra de algunos se pierda para siempre porque a nadie le interesó rescatarlo.

Hace algunos días fui a la Alameda a la calzada de los escritores, y no encontré el busto de mi padre, Don Emilio Herrera Muñoz. No es que haya sido un escritor fuera de serie, sino que hizo mucho por esta ciudad, en varios campos: Cultural, empresarial y social. A él no le interesaba mucho presumir, sino hacer; pero una manera de reconocimiento es rescatar ese busto y volverlo a colocar en donde estaba. Dejo la idea.

La literatura es mi pasión.

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