Columnas la Laguna

Columna

El Siglo y yo

HIGINIO ESPARZA

A DON PATRICIO DE LA FUENTE

"A mí me tocó llegar a El Siglo de Torreón por una de esas circunstancias del destino que marcan el camino de cada quien, sin que jamás sepamos el porqué. Por razones familiares conocía el sendero que este diario se había trazado, pero sin soñar siquiera que un día que yo mismo habría de formar parte del grupo de personas que han de hacer un periódico cada día, con sus angustias y satisfacciones, con sus amarguras y alegrías": Antonio Irazoqui y de Juambelz, autor de la columna "De lo que El Siglo informó-Nau Yaca"

Falleció don Antonio y la dirección general de El Siglo de Torreón la asumió el licenciado en Economía, Antonio Irazoqui y De Juambelz, un personaje afable con un fino sentido del humor y dueño de una ironía que desquiciaba a los funcionarios públicos a quienes censuraba por sus tropiezos y baladronadas en la función administrativa a través de "De lo que El Siglo informó. Nau Yaca", la columna que acrecentó su prestigio periodístico.

Raramente se le vio enojado en su trato con los trabajadores; por el contrario, los visitaba en sus departamentos y abría charlas de tipo personal que aflojaban tensiones y creaban lazos de confianza mutua.

El departamento de prensa fue uno de los más frecuentados por el licenciado Irazoqui, y lo hacía sin protocolos ni fingimientos, en forma abierta. En uno de esos recorridos se le ocurrió entrar a la sala de redacción y se dirigió directamente al escritorio donde yo escribía las notas recogidas en Gómez Palacio y Lerdo.

-Higinio -expresó con aparente seriedad- ¿Nunca pasa nada en Gómez Palacio, su ciudad? ¿Todo funciona bien en la administración municipal? ¿Nadie acusa? ¿Todo es perfecto? Le digo esto porque son escasos o casi nulos los señalamientos en contra del gobierno municipal, como si todo anduviera sobre ruedas y eso, se lo digo, no es cierto.

Ya esperaba el ramalazo y simulé sorpresa, incluso farfullé mis respuestas: -Jefe, sí hemos publicado críticas sobre las pésimas condiciones del alumbrado, pavimento, colectores y alumbrado público y nos llueven mentadas del alcalde. En "Nau Yaca" se ironiza sobre los anuncios oficiales de mejoras públicas inexistentes, ¡acuérdese! Usted escribe la columna y yo comparto sus contenidos, contenidos que se nutren de mis informaciones, por ejemplo: "Bloquean los estudiantes la presidencia municipal de Gómez Palacio" y el comentario suyo: "Por buena suerte el alcalde se les pudo evadir entre las piernas" (Por lo chaparrito del personaje, supongo); "Desperrización en Gómez Palacio a partir de mañana" decía la nota y usted, jefe la remataba con este comentario: "Se van a ver muy graciosos persiguiendo perros por las zanjas", o bien: "Un camión cayó a una zanja en Gómez Palacio" y la estocada de Nau Yaca: Se le recomienda seguirse por la zanja. Podrá recorrer todo Gómez Palacio", una crítica obvia al pésimo trabajo municipal para renovar líneas de agua potable y del drenaje." La ciudad parecía una enorme cicatriz, con sus entrañas de fuera, me acuerdo jefe. En fin, ¿Qué más quiere? Nada, nada, sus excusas no valen nada. ¿Quién es el alcalde al que usted protege tanto?, preguntó. -Carlos Herrera le respondí.

Su reacción fue formidable, con una mezcla de ironía, mordacidad y burla, todo junto y lo que falte: -"Ahí muere, no he dicho nada". Dio media vuelta y regresó a su oficina pipa en mano, como un perfecto inglés emulando a Sherlock Holmes, el famoso detective que resuelve los enigmas con preguntas.

(Jefe, aprovecho el viaje para presentarle una queja: Un señor de nombre Alberto Fuguet, por conducto de su oficioso voceador Patricio de la Fuente, afirma -tal vez él tuvo las dos experiencias- que "el periodismo es como la prostitución: se aprende en la calle". Discrepo con ambos -el que lo dijo y el que reproduce tales palabras- de ningún modo me inicié en el periodismo en la zona de tolerancia de Torreón o en cualquiera de las casas de citas que operaron durante mucho tiempo al oriente de la ciudad y ambos dos les recuerdo que el buen periodismo se aprende sobre la marcha, no sentado en la puerta esperando clientes con las piernas cruzadas y un brasero para calentar las caderas.

Hay un insulto en esas palabras y considero que resultan ofensivas para las y los periodistas que han dado renombre a la profesión en nuestra querida comarca lagunera, verbi gracia: usted mismo jefe, me acuerdo que don Antonio lo trajo de la capital de la República para que lo reemplazara a su muerte y en esa forma se hizo periodista. ¿Eso es prostitución? Y Ya que andamos en esas, ¿don Antonio de Juambelz, la familia Guerrero, Velia y Margarita, don José González Cantú, sus descendientes que siguieron la misma carrera -hombres y mujeres-, las periodistas egresadas de las academias y los mismos voceadores y repartidores para quienes trabajar en un periódico les ha significado un valor agregado y honorable a sus actividades, todos ellos, repito,¿se formaron como periodistas en la calle? No desde luego. Su dicho, don Fuguet, ni siquiera alcanza el rango de eufemismo. No manche el centenario, por favor.

Que este texto se lea como una enérgica protesta a nombre propio y de los y las periodistas en general, los prácticos y los académicos. No somos prostitutos ni ellas mucho menos prostitutas, que quede claro. No estaría de más una observación de Nau Yaca: "dale, dale, dale, nomás no olvides tomar la pastilla. Este chascarrillo a está dirigido a don Fuguet, que conste. A las prostitutas y prostitutos, mis respetos).

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Escrito en: Higinio Esparza

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